El sueño de Fontevecchia al año de Milei
A 365 días de la presidencia de Javier Milei, evocamos el ideal de Martin Luther King: superar la división y reconciliar a una nación fragmentada.
Hoy, al cumplirse un año de la presidencia de Javier Milei, yo tengo un sueño, en gran parte inspirado en el discurso anti divisionista de Martin Luther King y la canción con la que marchaban sus seguidores, con la cual abrimos esta edición de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Yo tengo un sueño: que Milei sea el último tramo de la decadencia argentina, el último paso que precisamos dar para reconciliarnos, la última caída en la intolerancia que precisamos transitar en el camino a volver a ser una nación y no dos facciones irreconciliables, cada vez más irreconciliables, desde hace 50 años; y así, como dice el sueño de Martin Luther King, juntos podamos triunfar.
No fue siempre así. A partir de 1983 hubo un momento, aunque no muy prolongado, en que estuvimos juntos, antiperonistas y peronistas, cuando las insurrecciones militares pretendieron retrotraer los juicios del “Nunca más” y quitarle a la Argentina el orgullo de haber sido la vanguardia de la recuperación democrática en todo Sudamérica y el único país en haber juzgado sin armas a quienes tenían las armas. Dicho sea de paso, hoy también se cumple el aniversario de la recuperación de la democracia, y como una paradoja del destino, la fecha en que murió el dictador más sanguinario de la región, Pinochet, en Chile.
Yo tengo un sueño: que la misma sociedad que votó a Javier Milei hace un año por enojo, haya tenido razón. Y por el motivo que fuera, y el cual solo el espíritu de la historia sepa, como diría Hegel, quienes abogamos por la derrota electoral de Milei fuéramos los equivocados. Que la mayoría de los votantes guiados por sentimientos, aún negativos, las pasiones tristes de las que hablaba Espinoza, hayan acertado mientras que los analista guiados por la razón, “no la viéramos”, siguiendo aquello de Pascal en el siglo XVII: “el corazón tiene razones que la razón ignora”.
365 días de Javier Milei: Los análisis de Jorge Fontevecchia | Perfil
Y que lo que pasó es que Argentina precisara subir un escalón más en nuestra montaña de polarización, estirar un poco más la cuerda en el péndulo de Galileo para que la bola vaya aún más allá del extremo del otro extremo, desde donde hace años se dan envión uno a otro, ampliando el ángulo del péndulo cada vez. Pero esta vez, ya no para ir con más fuerza hacia el otro lado sino, por primera vez, pasándose del punto máximo para caer desplomada sobre su eje perdiendo toda su fuerza, y no solo ella misma sino la del adversario que dependía del envión opuesto.
Yo tengo un sueño: que después de experimentar el extremo del extremo, del extremo, del extremo, nos demos cuenta juntos que poco valen los equilibrios económicos sin equilibrios políticos, que de poco vale cerrar la brecha del dólar oficial y paralelo mientras se amplía la brecha de la grieta.
Que de la misma forma que un presidente pueda introducir esos cambios por decretos, DNUs de urgencia y con solo un tercio de los legisladores convertir al Congreso en un cero a la izquierda, eliminando los contrapesos institucionales, mañana otro presidente de signo ideológico contrario, con la misma falta de consensos, pueda invertir esos cambios.
Y peor aún, que de proseguir en el camino de eliminar la necesidad de ciertos consensos, una vez eliminados los contrapesos de poderes, se creen las condiciones para regímenes autoritarios que se cobren algo mucho más importante que el dinero: la dignidad y la verdadera libertad.
Yo tengo un sueño: que los empresarios ganadores de este modelo, pero en un futuro cualquier otro modelo económico, descubran que estarían ganando al póquer en el Titanic si el enriquecimiento propio no fuera acompañado, en alguna proporción, del crecimiento de la mayoría y, muy importante, del no empobrecimiento sostenido de ninguno.
Y, cómo decía la canción de la marcha donde Martin Luther King tuvo su sueño, que “juntos triunfaremos”, mientras que separados, ineludiblemente, perderemos, lo que vale incluso para el más rápido en hacer ganancias, porque si no fuera el año próximo, lo será el siguiente, o el posterior al posterior, las perderá. Y que aquellos que sabiéndolo crean que podrán ganar siempre, cubriéndose al dejar sus ganancias a salvo en el exterior, no hay dinero que pague no tener a sus afectos cerca y que sus hijos hayan emigrado definitivamente, o a la inversa, dejen en su país solo sus negocios y se auto impongan no vivir en su patria. Se los dice alguien que tuvo que vivir lejos de ella varias veces y tiene hijos viviendo desde hace muchos años en el exterior.
Yo tengo un sueño, decía. Que sea pasajera la crueldad y el azote del terror con el que logra gobernar Javier Milei, disciplinando así el disenso. Probablemente la única condición de posibilidad de quien no cuenta con partido, ni con poder territorial, sin gobernadores e intendentes, ni tampoco jueces designados por su partido nunca antes sin una comprensión de lo que significa la división de poderes. Que como en la Roma antigua, cuando frente a una crisis grave se le cedía todo el poder a una persona por un período de tiempo breve, y repito, sea también pasajero en Argentina.
Y que la parte de la sociedad que hoy disculpa supuestos “males menores” por supuestos “bienes mayores”, comprenda que, para que los bienes que fueran, incluyendo los económicos, sean duraderos, debe haber consenso, porque no hay ideas que se puedan imponer y sostener en el tiempo solo por la fuerza. Y que se comprenda que el maltrato es un pésimo ejemplo desde el poder, y su contagio a las costumbres de la sociedad reducirá la calidad de vida de todos los habitantes, aún de los que tengan más dinero.
Yo tengo un sueño. En síntesis, que lo que estamos viviendo sea un mal sueño pasajero, una pesadilla, como alguna vez dije, pero que nos deje los frutos del esfuerzo que se paga por la reducción del gasto, pudiendo mantener para siempre el equilibrio fiscal y monetario, que otras veces se perdió después de logrado. Equilibrio fiscal y monetario como condición necesaria, pero para nada suficiente, para alcanzar el equilibrio económico, que no es más ni menos que, como diría cualquier filósofo utilitarista, la suma de la mayor cantidad de felicidades posibles en un período de tiempo prolongado.
Y que en ese sueño que hoy tengo, los sembradores de odio, los perpetuos divisionistas, los resentidos por su propias frustraciones, y que la proyectan a lo demás, no sigan teniendo éxito. Pero no para que desaparezcan ni se extingan, sino para que se corrijan y vean que la sociedad premia otras formas de humanidad.
Para que todos juntos podamos vencer como dice la canción que acompañó la marcha del sueño de Martin Luther King. En realidad, que juntos podamos superarlo, que es la traducción más adecuada al espíritu de esta canción gospel, que nació en una iglesia compuesta por el Reverendo Charles Tindley, y que luego Pete Seeger la popularizó al convertirla en una balada de folk, para pasar a transformarse en el himno del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.
We shall overcome, “Juntos lo superaremos”, porque no se trata de un enemigo externo, es un problema que está dentro nuestro y tenemos que superar.
Cerramos esta columna del primer año de Javier Milei con Joan Baez cantando We shall overcame, juntos lo superaremos.
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365 días de Javier Milei: Los análisis de Jorge Fontevecchia
Durante todo el primer año de gestión de Javier Milei, Jorge Fontevecchia ha realizado un seguimiento minucioso del gobierno libertario desde su triunfo electoral. Aquí recopilamos diez columnas clave, el análisis de la transición en los últimos días de Alberto Fernández y un listado con la totalidad de los editoriales matutinos de Modo Fontevecchia.
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