ANÁLISIS POLÍTICO

Diego Sztulwark: "El voto a Milei es una forma de humillar a los humilladores"

El pensador sostuvo que "en lugar de estallidos sociales como hubo en 2001, hay una lucha cotidiana por la existencia" y abordó el fenómeno generacional en la lógica del sufragio. "Los nuestros son cerebros colonizados por una nueva revolución digital virtual y todavía no sabemos respecto de eso qué usos críticos hacer", agregó.

Diego Sztulwark Foto: Instagram

El analista político Diego Sztulwark destacó la violencia del discurso de poder y la creciente dureza de las condiciones diarias a partir de la recesión. “Milei está en una resonancia casi perfecta con varios fenómenos políticos del mundo”, indicó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1). Además, enfatizó la necesidad de interpretar la batalla cultural en un contexto histórico específico, sin reduccionismos. “Estamos operando dentro de un campo democrático vaciado”, sostuvo

Diego Sztulwark es profesor, licenciado en Ciencias Políticas, especialista en estudios de movimientos sociales en la Argentina, fue docente de la maestría de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Además, fue integrante del equipo de investigación de Violencia, Escuela y Subjetividad, y miembro del colectivo Situaciones.

Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del filósofo argentino Leon Rozitchner, que murió en el año 2011. Rozitchner fue uno de los primeros en vincular al marxismo con el psicoanálisis. Ayer vos escribiste al respecto. ¿Podrías hacer una síntesis en tres minutos de tu columna en Página 12?

Efectivamente, se cumplen hoy cien años del nacimiento de León Rozitchner, que me parece que es uno de los grandes filósofos de la Argentina y de América Latina, y como tal, vale mucho la pena pensarlo un poco. Dejó una obra muy extensa y además muy latinoamericana. 

Yo tomé ayer un artículo que él publicó en 1980 en su exilio en Caracas, que se llama “Filosofía y Terror”. Entonces él se pregunta cómo es hacer filosofía en América Latina, que es el caso de él, un doctor en Filosofía de la Sorbona, que se vino a pensar los problemas latinoamericanos. 

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Allí, él hace una reflexión que me parece muy conmovedora y que vale mucho la pena también preguntarse por su actualidad. En plenas dictaduras sangrientas de aquellos años, el terror es un dato de contexto absolutamente indeleble. Rozitchner está exiliado y sus compañeros han sido duramente sancionados por tomar la palabra.

En ese texto, por ejemplo, Rozitchner pone a Rodolfo Walsh como un ejemplo de aquel investigador que por decir aquello que el poder no admite que se diga, recibe la sanción más dura que existe, en este caso el secuestro, la desaparición y el asesinato. Entonces, el problema del terror en el pensamiento es el tema de este artículo. 

Lo que dice Rozitchner es que la filosofía no es simplemente un refinamiento de representaciones, no es simplemente partir de representaciones contradictorias que tenemos en la realidad, que sea un tránsito a conceptos que sean verdaderamente capaces de dar cuenta de la articulación de lo real. 

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Porque en el proceso ese que llamaríamos "el proceso de pensar", también interviene el poder (los poderes de la economía, los poderes militares, los poderes políticos, etc.), interviniendo en esa manera de pensar, introduciendo una señal de angustia y un límite que no se puede pasar. 

Sería una especie de terror, que consiste en el hecho de que el filósofo que piensa es parte de esa sociedad que no tiene resueltas sus contradicciones elementales ni puede plantearse la circunstancia de ese terror, de ese límite que el poder político impone. 

Entonces, lo que quería plantear en el texto es que en “Filosofía y terror”, Rozitchner hace un tipo de reflexión que es la siguiente: para que el filósofo pueda pensar, aquellos conceptos que elabora tienen que convertirse en palabras que tengan en la sociedad un campo de verificación

Por eso, para la historia entera de la filosofía, el diálogo, los electores, la libertad de pensamiento y la democracia política sustancial son condiciones de posibilidad para el propio pensamiento.

Hoy se cumplen exactamente 100 años del nacimiento del filósofo argentino León Rozitchner.

Porque el filósofo que piensa también hace su batalla cultural interna. Es una batalla contra el modo en que se le presenta el terror en su propio pensamiento a la hora de tomar la palabra y batalla contra el terror social que bloquea el diálogo colectivo. Es decir, el diálogo con otras formas de saber, el diálogo con las formas de trabajo, el diálogo con las formas de representación política.

En tu artículo, vos decías que “la democracia no ha sido capaz, a pesar de sus intentos, de introducir la movilización popular en la economía para romper el cerco que eterniza el terror que le dio origen y abriéndose a una participación equitativa de la riqueza producida”. Es decir existe el malestar de la cultura del cual la emergencia de Milei podría ser significante porque la democracia no logró producir una transformación económica. Pero ese no es solamente un problema de América Latina porque para decir que la democracia al final no resolvió los problemas que teníamos hace 40 años, tenemos que ver que tampoco en EEUU o en Europa, en donde no había dictaduras y la democracia era perenne, en los últimos 40 años se logró mejorar la calidad de vida. ¿Tiene que ver me parece más con la caída del muro de Berlín y un proceso de derechización del capitalismo?

Sí, pero también creo que hay que pensar siempre que, si bien Rozitchner es el filósofo que dice que el origen está en todas partes, es un filósofo hijo de judíos que nació en Chivilcoy y que se fue a Francia en épocas del primer peronismo. O sea. hay toda una reflexión ahí sobre la geografía como condición del pensamiento.

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Hay que pensar América Latina como marca fundamental de una cierta filosofía. Por ejemplo, la Revolución Cubana es muy especial el lugar que ocupa en la obra de Rozitchner. Porque, en la época de la Revolución Cubana, Guevara pronuncia la idea de una nueva subjetividad, lo que llamaba “Hombre nuevo”. Pero esa cuestión de la nueva subjetividad, Rozitchner lo lleva directamente a una lectura muy latinoamericana de Freud.

Eso hace que en Rozitchner haga una trama de la coyuntura latinoamericana trabajando en cada uno de sus libros, también en su enorme reflexión sobre Perón. Si nos situamos ahora en el proceso que va del 2001 hacia acá, de las Torres Gemelas hacia acá, de la derechización de Occidente hacia acá, hay que pensar que en América Latina hubo un proceso de autonomía geopolítica bastante relevante durante esos años.

Porque son los años 2001 argentino, son los años de los grandes movimientos sociales indígenas, son los años del nacimiento de los gobiernos progresistas en buena parte de América Latina. Entonces, yo creo que es con ese proceso y con esa ola progresista con la cual estaríamos conversando. No simplemente con el oscurecimiento de lo que le llamaríamos el hemisferio norte, Europa y Estados Unidos.

La nueva derecha 

Es en relación a esos intentos de movilización, que podemos preguntarnos ¿por qué no llegaron a ligar esta voluntad de movilización y esta voluntad popular con una reforma constitucional respecto del peso que tiene la economía en otros países? Me refiero a la economía también como el lugar en el que se objetiva el terror, es decir, como eso que no se puede discutir, como eso que está fuera de discusión gobierne quien gobierne.

Porque me parece que en el fondo eso es un poco la discusión que hoy tenemos. Hablamos de pobreza y lo hacemos como si fuera una estadística fría, hablamos de pobreza como si fuera que ya la mitad del país no solamente carece de bienes y servicios elementales, sino que parecen sujetos de los que se habla, que ya no intervienen más en la movilización, que no tienen peso en la decisión. Entonces, esa relación entre economía y terror, permite comprender muy bien cuál es la herencia de la última dictadura. 

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Vos dijiste que la derecha devuelve al progresismo un espejo que dice “ustedes renunciaron a transformar la sociedad”. Interpreto que ese sería Milei en Argentina, pero también serían las extremas derechas en Europa y en el hemisferio norte también. ¿O sea que allí lo que vemos es un problema más universal que un problema latinoamericano?

No me animaría a sacar a América Latina del contexto universal general y en occidental en particular, no lo haría nunca, y menos en esta coyuntura en donde parece que el gobierno de Milei está en una resonancia casi perfecta con varios fenómenos políticos que están ocurriendo hoy en Estados Unidos y en América Latina.

Tengo la impresión de que para pensar la batalla cultural en la Argentina, que intenta dar la ultraderecha, no alcanza con comprender que están importando modelos de lucha ideológica de la ultraderecha norteamericana y europea. Hay que hacer un esfuerzo muy grande por pensar cómo lo que ellos llaman “batalla cultural", opera acá. Tanto en estos territorios históricos, con el tipo de conflictos que hubo, con el tipo de inscripción concreta que tiene la derecha en relación con la última dictadura y con las formas económicas dominantes. 

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Si no me parece que se nos pierde un poco. Porque le damos solamente importancia a una dimensión más global, que evidentemente es clave, pero es más difícil entender por qué esa ola general engarzó como engarzó acá , de qué manera, por qué tiene los actores que tiene y por qué tienen las particularidades que tiene.

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Elizabeth Peger (EP): Quiero traer a nuestra realidad, con el gobierno de Milei, el concepto del terror y la economía. Me parece que es un recurso muy utilizado en la batalla cultural y en la construcción de discursos que planea Milei sobre la cuestión económica. Y con una utilización desde el terror también. Obviamente está diferenciado con lo que fue la dictadura, pero hay algo de eso también en el presidente argentino. ¿Coincidís?

Sí, me parece que él establece todos los puentes necesarios como para que nosotros podamos comprender. A partir de Martínez de Hoz y de Cavallo, que son los grandes momentos del neoliberalismo en la Argentina, con la dictadura apareció como un hecho de guerra pero que luego se prolongó como un hecho democrático, cuando Cavallo vuelve ya como ministro de Menem o como ministro de la Alianza.

También cómo aparece Caputo en el gobierno de Macri o el mismo Milei. Son algo así como una suerte de prolongación histórica, de larga data, de momento feroz de contrarrevolución del 76. Lo que pasa es que esto ocurre hoy sin enfrentamiento abierto, sin protagonismo de las Fuerzas Armadas. Opera totalmente dentro de un campo democrático vaciado. 

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EP: ¿No tiene que ver también con el uso del lenguaje? 

Sí, exactamente, eso es lo que quería decir. Uno, cuando escucha “Motosierra”, lo compara cuando Menem decía “cirugía mayor sin anestesia”, son todas metáforas que recuerdan que si el terrorismo de Estado hoy no se pone en juego y las Fuerzas Armadas no salen a la calle, es porque no hace falta.

Es porque el nivel de pacificación social que han logrado es lo suficientemente alto como para que ciertas metáforas le recuerden a la sociedad cuáles son los costos del no sometimiento, los costos de la rebelión, los costos de cuestionar, por ejemplo, porque la propiedad de la tierra y de los medios de producción no pueden ser discutidos políticamente. Entonces, eso se cuela en el lenguaje.

EP: En ese sentido, ¿la actual embestida contra los medios de comunicación no se relaciona también con ese esfuerzo? ¿Hay una disputa por el lenguaje? 

Por supuesto, me parece que ahí estamos ante una complejidad mayor, porque Milei lleva al extremo la escena de la comedia. Es decir, si el progresismo es pseudo-progresismo, si el liberalismo es pseudo-liberalismo, si los actores sociales y políticos no llevan a fondo lo que dicen que quieren llevar adelante, entonces Milei es el primero que puede declarar que todos los actores políticos están en falta y que él es la consecuencia de que todos los demás sean comediantes. 

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Entonces, Milei se puede catapultar como el “rey de la comedia”, el que organiza esta escena de la comedia. En esa escena de la comedia, Milei puede apropiarse mesiánicamente de la tarea de salvar los valores de occidente. Puede ser aquel que le dice a todos los demás que son farsantes, siendo él el más farsante de todos. Puede monopolizar la ciencia de la farsa.

Entonces, lo que pasa con el lenguaje de los libertarios es abrumador, porque han puesto en juego un modelo de lenguaje en donde las palabras están desvinculadas entre sí y de los hechos. Pero además dicen: “tenemos derecho a hacer esto porque todos los demás fueron mentirosos”.

Claudio Mardones (CM): En este contexto, en donde vos vas desmenuzando cómo en este momento la relación entre significante y significado de la política se empiezan a separar muchísimo, ¿cómo impacta en esta conversación la fragilización de las condiciones de la vida cotidiana? Todo esto en un momento en donde no solamente hay un discurso desde el poder mucho más violento, sino que las condiciones de la cotidianidad empiezan a ser mucho más ásperas, incluso uno de los vacantes tiene que ver otra vez con el orden y a veces con un consenso detrás de la crueldad. ¿Qué pasa en este proceso? ¿Hay una procesión que va por dentro y no termina de cristalizarse? ¿Cómo es ese proceso, especialmente en lo que es la cotidianidad de ese protagonista silencioso que todos los días transita en su vida cotidiana situaciones mucho más complejas? 

Creo que es clave, es la base material de lo que hace un rato hablábamos del lenguaje porque estamos hablando de una democracia que ha fragilizado al máximo su fuerza de trabajo, la ha precarizado, la ha informatizado y la ha condenado a un estado continuo de implosión, como dice el colectivo Juguetes Perdidos.

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¿Qué quiere decir implosión? Quiere decir que en lugar de estallidos sociales como hubo en 2001, hay una lucha cotidiana por la existencia, en el transporte, en el trabajo precarizado, en el barrio, etc. Es una especie de ajuste continuo, una sociedad ajustada que todo el tiempo tiene que vivir con la precariedad. Entonces, es imposible que su razón con el lenguaje no esté determinada por esta dimensión de explotación social.

En el gobierno de Milei están gratamente sorprendidos, desde el punto de vista de ellos, de que este ya no sea el país del 2001 o del kirchnerismo desbordante en las calles. Para ellos, la sociedad ha sorprendido a propios y ajenos demostrando que es capaz de soportar y de tolerar un nivel de expoliación que muchos no creíamos que fuera tan fácil de lograr. 

Ese tipo de aguante que la derecha festeja no es el aguante de los 90, que era un aguante que tenía un elemento de contrapoder y de construcción de colectivo, de esquina, de territorio. Estamos hablando de un aguante de aquel que acepta unas condiciones que cree que lo pueden transformar, que lo vuelven dócil respecto al discurso más brutal del neoliberalismo. 

Entonces, esa apología del aguante que hace hoy la derecha, que es otra apropiación del lenguaje, me parece que hay que pensarla de la siguiente manera: la fuerza de trabajo precaria está constituida esencialmente por su capacidad de soportar en la intemperie, sin derecho y sin jornada laboral. 

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Ahora, lo que me parece que está pasando hoy es que a ese aguante se le ha desapropiado de las operaciones según las cuales la capacidad de aguantar también ofrecía posibilidades de lucha, posibilidades de hacer un corte, de hacer un piquete, de hacer una reunión colectiva, eso fue desapropiado. Ahora el aguante es el aguante tal como lo diseñó la derecha en las vidas populares.

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En el 2022, Elisa Carrió dijo que “los hijos de Cristina van a votar por Milei”, cuando Milei era inimaginable. Lo dijo como una ironía que se tornó profética. Una cosa es la geografía y otra cosa es la generación. Menciono esto también por el caso de que el hijo de Rozitchner se acercó al macrismo y, al mismo tiempo, uno podría imaginarlo cercano a Milei. ¿Qué pasa con esa diferencia generacional?

Buena pregunta, aguda y urticante. Efectivamente hay un tema generacional que, según las personas que investigan con más rigor el tema, está vinculado a la pandemia, a la precarización y a la decepción de la política. Hay una vinculación con la humillación. Es decir, aquellos que iban a ofrecer un modelo de emancipación social, terminaron siendo humilladores. Ahí está la foto de Alberto Fernández en medio de la pandemia. 

Entonces, el voto a Milei es una forma de humillar a los humilladores. Esto es algo que se repercute en varios lugares del mundo. Pero sobre eso se suma algo más difícil de pensar, que es una juventud que no es meramente reactiva, sino que se subjetiva en el pedido de libertad durante la pandemia y en las formas de lo que Pablo Semán llama “el mejorismo social”.

Además, se subjetiva en una relación con la innovación de medios de comunicación, pero sobre todo las redes sociales y las tecnologías de la comunicación, la distancia, etcétera. Es decir, estamos en una coyuntura un poco complicada y difícil de pensar en velocidad. 

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Los nuestros son cerebros colonizados por una nueva revolución digital virtual y todavía no sabemos respecto de eso qué usos críticos hacer. En este contexto, me cuesta un poco situar a Alejandro Rozitchner porque es un señor grande, no es un señor de las nuevas generaciones.

Hace su giro a la extrema derecha cuando la extrema derecha todavía no era un fenómeno social, sino que era un fenómeno individual de él. Empezó trabajando con Mariano Grondona, después integró el gobierno de Macri y ahora se reúne con Milei.

El problema que yo veo con ese giro individual de Alejandro Rozitchner es que lo llevó a decir públicamente que su padre, León Rozitchner, había sido parte de un gobierno corrupto. El hijo decía eso del padre, pero el padre jamás fue parte de ningún gobierno ni del kirchnerismo. 

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En esa misma línea, lo mismo había dicho Macri de su padre, ¿no? Ahí me parece que hay problemas que tienen que ver con el Edipo. ¿Será que no es social sino individual?

Claro, es como si Alejandro hubiera decidido descargar sobre la sociedad su incapacidad de resolver de otra manera los problemas con su padre. Ahora, me parece que lo que está en juego es el pensamiento del padre, no tanto el gesto del niño terrible. 

Porque en el pensamiento del padre hay una interpenetración muy fuerte entre lenguaje y economía. Y, de alguna manera, lo que está presuponiendo es que solo la adhesión a la actual estructura económica permite tener esa fluidez de lenguaje que tiene alguien como Alejandro Rozitchner cada vez que gobierna la derecha.

AO VFT