Día 471: Agustín Laje, yo no tuve su suerte
Viví la dictadura, y puedo asegurar que el mesianismo de aquellos militares me recuerda la convicción que a veces percibo en los que se creen invencibles e impunes porque los asiste las fuerzas del cielo.

El mensaje oficial de la Casa Rosada que tuvo a Agustín Laje como vocero comenzó diciendo: “Nací en 1989, soy parte de una generación que vivió toda su vida en democracia”. Desgraciadamente, yo no tuve esa suerte. Nací en 1955 y a la edad actual de Laje, que es 36 años, solo había vivido 8 años en democracia, por entonces apenas un poco más de un cuarto de mi vida en democracia.
Laje agregó: “Los violentos años 70 no llegaron a mi más como un ejercicio de memoria histórica que se convirtió en política estatal justo cuando entré al secundario”. Nuevamente, yo no tuve esa suerte, los violentos 70 los tengo marcados en el cuerpo porque en enero de 1979 estuve detenido en el centro de detención ilegal El Olimpo.
En la sala de tortura escuché inquerir sobre el Plan Andinia por el cual los judíos iban a quedarse con la Patagonia estableciendo un Estado independiente. Y por entonces, un director célebre de diarios, Jacobo Timerman, estaba detenido después de haber sido torturado y el antisemitismo en ese momento era mesiánico.
Como otra forma de tortura, a la voluntad en este caso, en los simulacros de pelotones de fusilamiento, en los que el detenido descubría que no había sido matado solo después de haberse desmayado y escuchar las balas de fogueo, escuché decir que esas mismas armas con las que no pudieron matar a los chilenos los usarían para matar a otros enemigos de la patria. Justo el año anterior el Papa Juan Pablo II se interpuso en la guerra que se iba a llevar a cabo entre Argentina y Chile, dejándolos sin ese otro goce de sangre.
Finalmente esas armas se usaron en la Guerra de Malvinas y recuerdo que a dos semanas de haber comenzado la guerra, me citó en el Comando en Jefe de la Fuerzas Armadas el temible general Camps para volver a amenazarme con fusilamiento, ya que lo que habíamos publicado era “una operación de los ingleses”, porque “no existía una flota camino a recuperar Malvinas, que los ingleses solo lo difundían para bajar la moral de nuestros soldados”, y “que terminada la guerra usarían la balas sobrantes por los traidores de la patria”, como por ejemplo yo.
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Yo viví la dictadura, no me la contó nadie y puedo asegurar que el mesianismo de aquellos militares me recuerda la convicción que a veces percibo en los que se creen invencibles e impunes porque los asiste las fuerzas del cielo.
Como terminaron perdiendo la guerra, no me fusilaron, pero ordenaron mi arresto por traición a la patria. Sí, por “traición a la patria”, aunque parezca ridículo. Ese era el grado de locura, más peligrosa aun combinada con la maldad que la propia maldad, además de clausurar la revista que dirigía. Sí, clausurar, también por decreto presidencial.
Pero comparto con lo que usted llama la teoría “del demonio único” que instaló el kirchnerismo, más allá de la palabra demonio, omite claramente una parte de la verdad, como si hubiera un demonio bueno.
Coincido con que el horror de los años 70 fue parte del contexto de la Guerra Fría en la cual Estados Unidos y la ex Unión soviética se enfrentaron de forma indirecta a través de sus respectivas áreas de influencia, y que nuestra América Latina fue el escenario de conflictos internos entre organizaciones terroristas y guerrilleras y las Fuerzas Armadas de los respectivos países que organizaron golpes de estado en casi toda la región.
Que además de Montoneros y el ERP principalmente en Argentina, en Uruguay estuvieron los Tupamaros, en Chile el MIR, en Bolivia el ELN, en Nicaragua el Frente Sandinista, en Colombia las FARC y la lista sigue.
Es más, le voy a contar una intimidad. El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Colombia y antes del Ejército de su país, el general Alejandro Miguel Navas Ramos, me dijo en 2013: “Los militares latinoamericanos fuimos soldados a sueldo de los norteamericanos para matar comunistas y nos quedamos sin trabajo”.
Alejandro Miguel Navas Ramos fue premiado con la embajada de su país en Buenos Aires por haber logrado que sus fuerzas ejecutaran a numerosos jefes de la FARC, entre ellos los de la Operación Fénix, cuando uno de sus jefes, Raúl Reyes, reveló su ubicación en medio de la selva al prender su teléfono satelital.
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Claro que tanto los grupos guerrilleros argentinos y latinoamericanos como los golpes de estado militares fueron parte de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética, pero eso no disculpan a los guerrilleros que asesinaron personas ni a los militares que hicieron golpe de Estado y más aún, incomparablemente, a todos los delitos posteriores de lesa humanidad que cometieron nuestros militares.
No es cierto que la única forma de combatir a la guerrilla fuera omitiendo el estado de derecho. Colombia tuvo una guerrilla más persistente y difícil de combatir y más allá de todos sus problemas que persisten hasta el día de hoy, mantuvo la democracia.
Otro ejemplo es Venezuela, que también tuvo su guerrilla, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, siendo el país más cercano a la Cuba castrista como hoy lo demuestra el chavismo, que hoy no es una democracia. Sin embargo, cruzó toda la Guerra Fría siendo un ejemplo de democracia y lugar de asilo de los muchos argentinos exiliados entre ellos grandes periodistas como Tomás Eloy Martínez y Rodolfo Terragno, a quienes tuve la posibilidad de conocer en mi paso por ese país. Lo mismo se podrá decir de México.
Otro ejemplo es Brasil donde también hubo guerrilla, la Acción Libertadora Nacional y golpe militar, pero la dictadura de ese país no cometió ni cuantitativa ni cualitativamente los crímenes de lesa humanidad de la dictadura argentina.
Usted dice que la teoría de los dos demonios era un reduccionismo que exculpaba a la casta política de entonces responsable de haber simpatizado con las organizaciones terroristas y después con la represión legal.
Usted omite que Raúl Alfonsín sí juzgó a los jefes guerrilleros, haciendo detener a Mario Firmenich en Brasil, entre otros, pero luego Carlos Menem los indultó. Vale mencionar que para Milei y La Libertad Avanza, Menem fue el mejor gobierno desde el regreso de la democracia y Alfonsín, el peor.
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Le cuento también que cubrí la revolución sandinista y en una entrevista con Ernesto Cardenal, quien fuera ministro de Cultura de los Sandinistas, me dijo que Alfonsín, quien ya se perfilaba como el principal líder político en defensa de los derechos humanos, era un ingenuo, que nunca los civiles podrían juzgar a los militares porque ellos tenían las armas, que la única forma era con una revolución o con un ejército extranjero vencedor como fue en Nuremberg. Sin embargo, la democracia argentina que tanto critica usted y La Libertad Avanza lo pudo hacer y es motivo de reconocimiento y orgullo mundial.
Omite que la palabra aniquilar las fuerzas y el accionar del enemigo no implica eliminar al enemigo como persona física, pero tiene razón usted sobre que durante el gobierno democrático del peronismo previo a la dictadura ya habían comenzado las desapariciones y el asesinato de militantes vinculados a Montoneros y ERP, además de simples simpatizantes de izquierda que nunca que nunca hubieran matado a nadie y solo expresaban un pensar de izquierda.
Por último, es cierto que no fueron 30 mil desaparecidos y que la cifra buscó aumentar la visibilidad del genocidio ideológica que atravesaba la argentina primero para conseguir apoyo de organizaciones internacionales y, ya recuperada la democracia, para hacer más laxa la calificación de víctima para que mayor cantidad de personas cobraran un subsidio del estado.
Pero como usted mismo dice, que sean 30 mil o 10 mil no cambia la calificación de magnicidio y no es la cuestión de fondo ni la más importante como para dedicarle una parte significativa del mensaje de ayer, 24 de marzo.
La dictadura argentina fue la más sanguinaria, torpe, dañina e ineficientes de todas las que hubo en la región. Vale también decir que las guerrillas argentinas fueron sanguinarias, torpes, dañinas e ineficientes lo que, más allá de la ética y solo en el plano militar, justifica aún menos que la dictadura tuviera que responder de forma tan violenta, porque lo podría haber solucionado democráticamente. Solo basta con las varias centenas de bebés apropiados para describir el paroxismo único de nuestra dictadura que no se vio en ninguna otra de la región.
Su testimonio cae en lo mismo que critica, mira con un solo ojo y pone foco casi exclusivamente en una perspectiva beligerante que no contribuye a completar la memoria, como es el objetivo, sino trata de producir dolor en los contradestinatarios de su mensaje y revela el resentimiento sobre lo que usted narra le sucedió a los 15 años en el colegio secundario. Ojalá se reponga. Porque usando sus palabras, “no está bien”.
Terminamos esta columna con las palabras críticas hacia la dictadura de alguien insospechado de ser izquierdista o peronista: Jorge Luis Borges. El escritor argentino había tenido simpatías por el gobierno militar e incluso se había reunido con Videla junto a otros militares. Sin embargo, al conocer sus crímenes, cambió de posición y las criticó públicamente, en plena dictadura.
“Según el general Camps, el número de desaparecidos era de 30 mil. Me parece que exageró la cifra para ser terrorífico. Pero no importa, con que hubiera uno solo estaba de más, y el sufrimiento era horrible. Los secuestraban de noche, o en pleno día, y a muchos los torturaban antes de matarlos", dijo el autor en un reportaje.
TV/ff
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