Día 434: Batalla cultural, de Gramsci a Agustín Laje
Agustín Laje lanzó un curso para ser líder en la batalla cultural con el objetivo de instruir a los seguidores de Javier Milei y conformar algo parecido a un ejército ideológico con el odio al adversario político o al que piensa diferente como bandera.
El intelectual e ideólogo del Gobierno libertario, Agustín Laje lanzó un “curso para ser líder en la batalla cultural”. Este curso busca dar argumentos a los seguidores de Milei para que puedan convencer a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo de todo tipo de ideas reaccionarias. Las ideas de Laje, el armador del arsenal ideológico del Presidente, en muchos puntos están basadas en el odio al adversario político o al que piensa diferente.
Como muestra de la propagación de esta ideología en la juventud, abrimos esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), con Fuckultad Zurda de Una Bandita Indie de la Plata que, amparándose en una supuesta denuncia al adoctrinamiento ideológico de las universidades públicas, reivindica a figuras como Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet junto a la del propio Laje y la de Javier Milei. Este tema contiene el insulto fuck inglés dentro del título para desprestigiar a la universidad pública y gratuita.
Recordemos que nuestra universidad pública es un baluarte argentino reconocido mundialmente. De esta institución salieron cuatro premios Nóbel y dieron clases genios como Jorge Luis Borges, por ejemplo. La canción mencionada es una clara muestra de lo implica la batalla cultural para la corriente política que hoy gobierna en la Casa Rosada.
Primero, vamos a analizar el curso de Laje, que salió con propaganda paga en todas las redes sociales en estos últimos días. El curso consiste en 15 lecciones durante un año con 45 PDF para descargar, y cuesta 39.900 pesos o 49,99 dólares. Vamos a ver algunos videos que presentan el curso y luego analizaremos la figura de Agustín Laje, sus ideas y la noción misma de batalla cultural.
Durante las clases, Laje explica que hay batallas culturales en diversos frentes y arenga a sus seguidores a pelearlas: “Ser meros espectadores es parte del problema”. “La civilización está inmersa en batallas culturales. Hacen falta protagonistas formados para liderar en estas batallas”, explica en uno de los fragmentos.
El término “batalla” y la formación de cuadros trasmiten la sensación de soldados de esa batalla. Pareciera que lo que están buscando es la formación de algo parecido a un ejército cultural.
En otra de las lecciones, el ideólogo del movimiento libertario y autor del libro La Batalla Cultural desarrolla por qué es tan importante el curso. “Uno necesita prepararse, formarse, saber cuál es la lógica de la batalla cultural”, se lo escucha mencionar en uno de los videos. “Dar una batalla cultural no puede estar sujeto a algo no planificado”, afirma.
“Curso Liderazgo en Batalla Cultural”
En otro de los fragmentos, Laje explica cómo dar la batalla cultural en diferentes escenarios y dice: “Hoy están llamados a ser líderes culturales muchas más personas de las que creemos. Son muy diversos los roles y se da en la familia, la iglesia, la escuela, el trabajo y la universidad”.
Sobre el contenido del curso y de cómo está preparado, el libertario menciona que “va de lo abstracto a lo concreto: cómo dar la batalla cultural en la familia, el trabajo, la universidad, la escuela”.
En estos vídeos, Agustín Laje habla del curso, y de la importancia de la batalla cultural, pero no dice nada del contenido de sus ideas. Es decir, no dice nada de cuáles son las ideas que se defienden en su batalla cultural. Vamos a analizar algunos fragmentos al respecto.
En octubre pasado, Laje se refirió a las familias de parejas homosexuales y lanzó: “La verdadera familia, la compuesta por padre, madre e hijos, es la única configuración familiar capaz de resultar sostenible por una nación. Las familias diversas no son sostenibles socialmente porque no se reproducen”.
Estas palabras de Agustín Laje configuran un verdadero ataque a la comunidad LGBT. Directamente les está negando el derecho a formar una familia. Como vemos, la homofobia militante es parte de la munición con la que se dispara en esta batalla cultural.
Por otra parte, en un video publicado por La Derecha Diario el pasado 11 de enero, el libertario legitimó y fomentó el odio a los “zurdos”. “No hay peor hijo de puta que un zurdo. No son nuestros adversarios, son nuestros enemigos”, advirtió.
La “batalla cultural” como trampa
Es interesante este punto de Laje en varios aspectos. En primer lugar, el gobierno llama “zurdo” a tanta cantidad de sectores, que no todos los destinatarios de este epíteto defienden el régimen de Maduro. Por ejemplo, Milei llamó zurdo a Larreta, quien obviamente se opone al régimen chavista desde sus comienzos, o al periodista Ernesto Tenembaum, quien públicamente salió a criticar a Maduro y explicó que, si tuviese que elegir entre el mandatario venezolano y Milei, prefiere a Milei porque nuestro presidente, al menos fue electo democráticamente.
En segundo lugar, para Laje hay dictaduras y dictaduras. Critica y ataca la dictadura de Venezuela, pero no tiene las mismas consideraciones con la última dictadura cívico militar, que desapareció, torturó y hasta robó bebés. “El 24 de marzo es el día de la historia recortada por criterios ideológicos, es el Día de la Memoria poco memoriosa”, declaró en 2017.
Alguién que está contento con algunos resultados económicos del Gobierno y que no conoce a este personaje, podría decirnos que una cosa es Laje y la otra Milei, o el Presidente no puede responder por lo que piensan todos sus seguidores. Sucede que Laje no es un simple seguidor de Milei, es una suerte de armador ideológico del Presidente. Si no nos creen, escuchen las palabras del propio Presidente.
En mayo de 2023, ambos visitaron a Viviana Canosa en LN+, donde dijeron que son “muy amigos”. Mientras Laje hablaba en el reportaje, Milei asentía en búsqueda de su aprobación. “Aprendí bien, ¿no?”, le preguntó el actual Presidente a Laje luego de explicar su ideología. No queda más margen de duda. Bueno, si el Presidente aprende de este personaje que es un homofóbico militante, reivindicar de la última dictadura y alguien que entiende que hay que destruir al oponente político, estamos en problemas.
Lamentablemente, el concepto de batalla cultural no solo es una actividad de Laje y los otros youtubers. Es una política de Estado encabezada por el propio Presidente. En diciembre pasado, en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en el Hilton de Buenos Aires, Milei instó a la organización a dar la batalla cultural para aprovechar “una oportunidad histórica”. “No alcanza con gestionar bien, hay que dar la batalla cultural para que los zurdos no nos entren por ningún lado”, agregó el mandatario.
Javier Milei, Agustín Laje y el vocero presidencial Manuel Adorni
Hay algo que es extremadamente interesante. El concepto de batalla cultural no es propio de la derecha, proviene del marxismo, particularmente del pensamiento del filósofo Antonio Gramsci. Según el italiano, la batalla cultural es un proceso de lucha por la hegemonía sobre la sociedad vivil. Es decir, plantea que es necesario generalizar las ideas particulares de un determinado grupo, haciendo que sean compartidas por todo el cuerpo social. Así, dicho grupo mantiene la hegemonía.
Si el mundo funcionase como Gramsci lo describió, quienes tienen aún la hegemonía en la forma de pensar de occidente es la corriente liberal democrática. Es decir, los políticos, periodistas, intelectuales y personas en general que piensan que el sistema democrático es la mejor forma política, que cada ser humano tiene derecho a buscar la felicidad de la manera que quiera sin perjudicar al resto y que el Estado debe garantizar un piso mínimo de derechos, protegiendo a los más vulnerables. Podríamos decir que es una suerte de corriente política de centro. En algunos casos más hacia la derecha, en otros más hacia la izquierda.
Si los líderes mundiales de la extrema derecha logran avanzar en esta batalla cultural, ¿cuáles serían las ideas hegemónicas? ¿Si no tenés una familia heterosexual sos una especie de degenerado? ¿Si pensás que las personas que tienen menos recursos deben ser protegidas sos un zurdo digno del peor maltrato? Esas ideas ya fueron hegemónicas en nuestro país durante los años de gobiernos militares, y logramos salir de ahí con muchísimo esfuerzo, pero luego de que corriera mucha sangre. No necesitamos volver a ese tipo de ideas.
La noción misma de batalla cultural debería discutirse. En una batalla, se dan licencias que en tiempos de paz no suceden. Una batalla, presupone la idea de un enemigo contra quién es lícito mentir, columnas, utilizar las fakes news o cualquier recurso para derrotarlo. En una batalla nadie quiere ponerse de acuerdo con el otro. En una democracia, se puede discutir y hasta confrontar políticamente. Pero el otro existe, nunca una fuerza política representa al 100% de la sociedad, siempre hay oficialismo y oposición. Por esta razón, en algún momento hay consensos, acuerdos políticos e intercambios de opiniones. Alguien convence y alguien se deja convencer.
La democracia supone una conversación política y la batalla cultural un diálogo de sordos. Algo que además de improductivo es absurdamente aburrido. Enriquecernos los unos a los otros va a ser que tengamos mejores soluciones para los problemas que tienen años sin resolverse en nuestro país.
Por eso, no cerraremos esta columna con una canción, sino que lo haremos con otro de los videos en los que Laje promociona el curso que plantea buscar “soldados” de la batalla cultural”. “El curso va de lo abstracto a lo concreto. En la primera estudiaremos qué es la batalla cultural. La segunda implica cuestiones estratégicas y los roles. En la tercera unidad vemos aspectos tácticos: como dar batalla cultural en las redes, en la escuela, en el trabajo, en la universidad y en la familia. La última unidad tiene que ver con la formación personal del líder cultural”, sintetiza el ideólogo del Gobierno libertario.
Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.
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