El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 429: La fatal arrogancia de Milei con el dólar

La arrogancia del presidente Javier Milei con el valor del dólar sólo puede hacer que "no la vea", como le gusta decir a los libertarios y que, una vez más, termine todo en un desastre.

Acuerdo con el FMI: por qué aseguran que es fundamental para levantar el cepo cambiario Foto: CEDOC

El cepo es un síntoma de un problema de la política contemporánea argentina: el atraso cambiario que es reconocido tanto por Fondo Monetario Internacional (FMI), al igual que el campo, los industriales y los economistas de todas las orientaciones ideológicas, mientras que el Gobierno, al igual que el kirchnerismo, trata de poner un parche sobre este problema con el cepo. Por eso, para analizar la delicada situación económica, que podría hacer estallar el modelo libertario, si es que quienes opinan diferente del Presidente tiene razón, decidimos empezar esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3) con El Gatito del Cepo, una canción de Anita Valente. 

El nudo borromeo es una figura usada tanto por el psicoanálisis, como por la teoría topológica en matemática, que está compuesta por tres aros unidos entre sí, de tal manera que si se separa uno, los otros dos también se desprenden del nudo. Es decir, los tres aros son totalmente interdependientes. 

En la actual coyuntura económica argentina, se puede decir que hay un nudo borromeo entre el dólar atrasado, el cepo, como síntoma de ese atraso y el FMI, como aspirante a médico para curar ese problema. El Gobierno mantiene el cepo para poder controlar el precio del dólar, pero el FMI plantea que esto se debe terminar porque se acumula un conjunto de inercias que tarde o temprano estallará y, como dijo gurú de las finanzas internacionales, Robin Brooks, Argentina no puede evitar ir hacia una devaluación explosiva. Esperemos que no tenga razón.

Esta discusión del atraso cambiario fue dada durante este fin de semana entre el presidente Javier Milei, con la nota “Atraso cambiario: el disco rayado de los economistas”, publicada en La Nación, y la el gobernador bonaerense Axel Kicillof, “La evidencia que Milei falsifica o esconde”, publicada en Infobae.

“Toda vez que el tipo de cambio (TCR) real empieza a caer, igual que un disco rayado, los economistas comienzan a dar alarmas de atraso cambiario sin siquiera considerar el caso de una apreciación del peso. Sin embargo, el método que usan tiene una serie de problemas metodológicos graves: (i) nadie puede determinar el vector de precios de equilibrio general intertemporal de donde se deriva la afirmación de que el tipo de cambio está atrasado, ya que su cálculo implica conocer las preferencias, la tecnología y las dotaciones, tanto de la economía local como de la mundial, y no sólo en el presente, sino también para el futuro; (ii) en un intento por corregir esta dificultad, los economistas suelen recurrir a promedios como si existiera un proceso de reversión a la media, lo cual implicaría que los parámetros profundos no cambian en el tiempo, lo cual es obvio que es falso; (iii) aún si el punto anterior se cumpliera, no es trivial el punto de inicio de la serie, donde los adalides del atraso cambiario suelen iniciar la serie desde la salida de la convertibilidad, un período caracterizado por violación de derechos de propiedad que lleva a la depreciación sistemática de la moneda; (iv) por ende, si se considera la convertibilidad, el tipo de cambio real cae; (v) lo anterior conlleva a señalar que durante los períodos de populismo salvaje el tipo de cambio real está por encima del promedio, mientras que en los momentos de confianza lo hace por debajo; y (vi) aun cuando esto último sea tenido en cuenta, y conociendo el vector de precios de equilibrio por medio de ‘La Acción Divina’, su extrapolación a otro momento del tiempo implica asumir que las condiciones de oferta y demanda de todos los bienes y servicios y en todos los países del mundo son idénticamente iguales a lo largo del tiempo, lo cual es un total disparate”. 

En el fondo concreto, lo que el Presidente quiere decir con este texto, que parece escrito para una audiencia de especialistas en economía, es que en el precio del dólar intervienen tanta cantidad de variables que sería imposible determinar su precio y, por ende, si está atrasado o es el precio justo

Desde el punto de vista epistémico, esto que plantea Milei es correcto. Como escribió Friedrich Hayek en La arrogancia fatal, nadie está en condiciones de poder determinar el precio futuro de un bien porque las canciones cambian continuamente. Que nadie pueda prever el futuro es una obviedad, lo que no quita el trabajo de los analistas que tratan de proyectar su visión. Desde ya, no es que el promedio del pasado se vaya a repetir en el futuro, pero es un elemento más para tener en cuenta, como la relación entre los precios transables y no transables, como citó el Presidente, o la relación entre el dólar promedio actualizado por la inflación. No son variables absolutas, pero sí son relativas, y la suma de variables relativas permiten tener una conjetura plausible, es decir, un método. El futuro nunca es una verdad, pero lo que sí es verdad es el método.  

Ahora analicemos qué le respondió el gobernador Kicillof. 

“Empecemos por la Provincia de Buenos Aires. Recorrí el viernes varios municipios. En Villarino, se cultiva cebolla para la exportación y, por el valor del dólar de Milei, los productores tienen que descartar buena parte de la cosecha que se volvió no rentable. Esto mismo ocurre con otros productos exportables, incluidos cultivos en los que Argentina es especialmente competitiva.

Basta con ir a cualquier frontera argentina para observar que TODOS los productos son sustancialmente más baratos en el extranjero que en nuestro país. 

Por caso, el famoso -aunque poco riguroso- ‘índice Big Mac’, elaborado por la revista The Economist, que desde 1986 compara el precio de la hamburguesa en numerosos países para evaluar justamente el nivel de apreciación de las monedas, coloca a la Argentina en el segundo lugar de una lista de 40 países. 

Por el absurdo: si el tipo de cambio no estuviera apreciado, Milei podría sacar el cepo, dejar de intervenir en el mercado cambiario y dejar flotar la moneda. Por algo no lo hace.

Dicen que ‘a confesión de parte, relevo de pruebas’. Caputo sostuvo que ‘el dólar no está atrasado, sino que los precios están adelantados’. Ajá.

Podríamos seguir con los ejemplos. Pero lo que preocupa no es que el presidente mienta sobre estos temas, como lo hace en casi todo. Lo que más preocupa es cómo se sostiene el súper peso que tenemos hoy o, lo que es lo mismo, el dólar barato. La Argentina cuenta con amplia experiencia en las consecuencias y la fragilidad de los esquemas como éste que, con distintos matices y en distintos contextos, ya se aplicó y fracasó estrepitosamente varias veces en Argentina”. 

El gobernador Axel Kicillof sostuvo que le preocupa “cómo se sostiene el dólar barato”. 

El texto del gobernador, bastante más claro y con una audiencia general como destinatario, tiene varios puntos, pero plantea algo irrebatible: si el Presidente no creyese que hay un cambio atrasado, es decir, que muchas personas piensan que, independiente de que el dólar esté atrasado, no haría falta mantener el cepo porque eso no implicaría en el fondo ningún cambio sustancial en el valor de la divisa norteamericana. El Presidente podría decir que no es que el dólar está barato, si no que si la gente cree que el dólar está barato, va a salir a comprarlo y va a producirse un estallido. Si uno acepta que el precio lo pone la gente y la gente cree que está retrasado, estaría retrasado.

Evidentemente, por más libertario y por más que el Presidente considera que el Estado es “una organización criminal”, como ha dicho en numerosas veces, hace intervención estatal en el precio del dólar para intentar que no suba por encima de el valor actual, lo que implicaría que salte por los aires su narrativa de ser un Gobierno que “domó la inflación”. 

De cualquier forma, hay que reconocer lo difícil de su situación. Simplemente, lo interesante es que el Presidente pareciera enojarse con la opinión de otros analistas y economistas cuando desde el punto de vista teórico, por más que sea presidente, su opinión es una más entre varias.

Gisela Vertier, una joven economista cordobesa, relacionó los tres elementos del nudo borromeo de la economía actual y aseguró: “El FMI exige una apertura del cepo y que el tipo de cambio pueda fluctuar libremente, además de la baja de la inflación”. “El problema es si las reservas las tiene que dar el Fondo para salir del cepo o si el Gobierno las tiene que acumular por su cuenta”, sostuvo en Canal 10 de Córdoba. 

Siguiendo la perspectiva de Milei, se podría decir que los economistas del FMI son “econochantas”, como los llama él, o “mandriles” que tienen la soberbia de creer que el dólar está atrasado un 40%.  

"No vamos a devaluar de ninguna manera": Javier Milei insiste con el valor del tipo de cambio 

Paradójicamente, cuando Milei era candidato entendía que el mejor presidente “por escándalo” fue Carlos Menem y que el mejor ministro de Economía, desde la vuelta de la democracia había sido Domingo Cavallo. Justamente, Cavallo salió a criticar el esquema cambiario de Milei. Vamos a escuchar como comentan la nota del ex ministro en su propio blog, dos presentadores de televisión y vamos a sumar nuestro análisis. 

En su blog, el exministro aseguró que no basta con los dólares del Fondo para salir del cepo y sugirió cuatro medidas para superar el atraso cambiario: la eliminación del dólar Blend diferencial para exportadores, el aumento de incentivos a exportaciones, el reembolso de impuestos internos a la exportación y que el pago de servicios turísticos se hago por el contado con liquidación y no con las reservas del Central. 

El ministro Caputo renunció a su cargo como presidente del banco Central durante la presidencia de Mauricio Macri en 2018 porque no estaba de acuerdo con el pedido de la flotación libre del dólar. 

Cavallo es contundente y si su hipótesis es correcta, si efectivamente son insuficientes los fondos del FMI para salir del cepo, implica que el futuro del nudo borromeo económico libertario tiene los días contados, porque tarde o temprano, deberá salir del cepo de manera forzosa y eso, implicaría que se produzca una devaluación sustancial o que, incluso, se utilicen fondos de los encajes bancarios, algo que Cavallo conoce bien y que, esperemos de todo corazón que no suceda. 

Por otro lado, un ingreso masivo de divisas como se necesitarían para salir del cepo recién se darían con Vaca Muerta y la exportación del litio funcionando a todo vapor, algo que analistas económicos pronostican para el 2028 y hacia 2030. Algo de todo esto dijo Hernán Lacunza en este mismo programa el 15 de enero. 

“El tipo de cambio real de equilibrio es la inversa de la productividad. El día que yo tenga un país donde saque los minerales en San Juan sin ingresos brutos, los ponga en una ruta que atraviese Córdoba y La Pampa, que los camiones no tengan que cambiar los neumáticos por los pozos y que llegue al puerto sin peajes absurdos, ese día el tipo de cambio real de equilibrio va a ser más bajo. Pero ese día no llegó porque ni bajamos los ingresos brutos, ni hicimos las rutas, ni cancelamos los peajes”, declaró Lacunza. 

Además, Lacunza se refirió a lo que dijo el ministro de Economía actual, cuando dijo que no es que el dólar está atrasado, sino que los precios están adelantados. Eso mismo era lo que se planteaba en los años 2000 y 2001, cuando la convertibilidad comenzaba a demostrar un atraso marcado del valor del dólar. Los que tenían que bajar eran los precios, y para que los precios bajen tiene que haber recesión de tres o cuatro años. Durante este periodos, cierran empresas y baja el consumo, por lo que los precios se retrotraen, pero el costo de que haya una recesión es muy alto. De hecho, se le asigna a Milton Friedman decir que más fácil corregir decenas de precios es corregir uno sólo, el del dólar. 

Hernán Lacunza: “El ancla cambiaria se puede convertir en un boomerang” 

Lacunza llamó la atención sobre este problema social. Difícilmente, la sociedad tolere la recesión que implicaría bajar los precios por la vía del enfriamiento económico deflacionario. Eso implicaría, como dijo él, tres años de recesión, algo que no es socialmente soportable en ningún país. 

Mientras tanto, el FMI, uno de los elementos que sostienen este equilibrio precario del Gobierno, elogió las medidas, pero llamó la atención sobre la necesidad de seguir profundizando el ajuste y ordenando el tema cambiario. El pasado 6 de febrero, la vocera del organismo crediticio internacional, Julie Kozack, declaró: “Hay un reconocimiento sobre la necesidad de seguir adoptando un conjunto congruente de políticas fiscales, monetarias y cambiarias”.  

Mientras esto sucede, estamos en un verano en el que muchos argentinos están contentos porque pudieron viajar, como subproducto del dólar barato, mientras los sectores más empobrecidos sufren una Argentina cara en alimentos, ropa y medicamentos. La clase media y los sectores altos, disfrutan en Brasil, Miami y Europa precios baratos en términos relativos. Esto hace recordar a aquella célebre película argentina Plata Dulce, estrenada en 1982 y dirigida por Fernando Ayala, en la que se escenifica el orgullo argentino de poder viajar al exterior y que el precio sea fuerte. 42 años después, parece actual. “Lo que pasa es que con el dólar barato es un fenómeno viajar. Ahora se dio vuelta la tortilla, los que tenemos los dólares somos los argentinos”, dice el protagonista al arribar a Ezeiza, rodeado de otros turistas con carros repletos de equipos electrónicos. Algo parecido a lo de Susana Giménez diciendo que ahora se siente orgullosa de ser argentina. 

Más que explicar por qué no salta todos por los aires, como en 1981, cuando el ministro Lorenzo Sigaut dijo que “el que apuesta al dólar pierde”, una frase que quedó marcada en la historia porque ocurrió lo opuesto, o como en diciembre de 2001, habría que explicar por qué hay estabilidad

La realidad es que los tenedores de bonos en pesos siguen dejando sus dólares en el país porque el Gobierno demostró que puede aplicar el ajuste y que no hay resistencia social, o que es controlable. Entonces, se percibe que el dinero en pesos para poder pagarle a los bonistas cuando requieran su dinero, va a existir y va a provenir del enorme ajuste fiscal que está llevando adelante Milei. 

Esto hace que el FMI también muestre buena voluntad y le de margen al Gobierno para poder pedirle estos fondos que quedaron del acuerdo anterior. A su vez, al tener a los bonistas tranquilos, sin requerir sus dólares, sumado a la baja de la actividad económica, más el cepo, el tipo de cambio está atado con alambre, o mejor dicho, con un nudo borromeo. 

Puede suceder que la gente se canse y haga saltar el nudo, puede suceder que el campo más los industriales necesitan un dólar más caro para que les rinda la exportación, en medio de la sequía y la apertura de las importaciones, o puede suceder que los aranceles de Trump desbarajusten toda la economía mundial. 

En tal caso, la arrogancia de Milei con el valor del dólar sólo puede hacer que “no la vea”, como le gusta decir a los libertarios y que una vez más, tanto como en el final de Plata Dulce y el diciembre del 2001, termine todo en un desastre. 

En el nudo borromeo psicoanalítico, Lacán explica la psicosis, es decir cuando se desprenden los diferentes aros de la psiquis y las imágenes y las palabras “caminan solas”, como le gustaba decir al genial psicoanalista. En la devaluación que destruiría el nudo borromeo libertario, los que caminaría solos serían los precios y los que viviríamos la locura, nombre coloquial para la psicosis, sería el resto de los argentinos, algo que vivimos cada cierto tiempo como un loop interminable. 

Deseamos que no sea así, que el Presidente tenga razón, que la mayoría de los economistas y el FMI se equivoquen al considerar que el dólar está atrasado y que el ministro Caputo tenga razón cuando dice que el problema es que los precios están adelantados. 

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

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