El Editorial de Jorge Fontevecchia

Día 426: La inseguridad, drama cotidiano y botín de la política

El debate sobre la inseguridad se ha convertido en un campo de batalla político más que en una búsqueda de soluciones reales. Esta polarización no ayuda a avanzar contra un flagelo que es el reflejo de un entramado social en crisis y de la pérdida de lazos comunitarios.

La inseguridad, un flagelo cada vez más preocupante Foto: NA

El surgimiento de un conjunto de homicidios violentos despertó el debate sobre la inseguridad, particularmente en la Provincia de Buenos Aires; para intentar analizar esta problemática sin caer en la utilización política y posiciones reduccionistas comenzamos la columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), de hoy con La Violencia, de Agarrate Catalina. 

¿Qué lleva a alguien a robarle a alguien y a matarlo? Podríamos intentar pensar una respuesta partiendo de su opuesto. ¿Qué hace que la enorme mayoría de nosotros decidamos cooperar uno con el otro y no robarnos o agredirnos? Es más, ¿qué hace que haya personas pasando necesidad o directamente viviendo en la calle no opten por el delito? ¿Es el miedo al castigo?, ¿son los valores?

Según el sociólogo francés Emilie Durkheim, el pegamento que mantiene unida una sociedad moderna y urbana como la nuestra, es la solidaridad orgánica. Es decir, la idea de que todos vivimos en un sistema que es interdependiente. Necesito del profesor, del médico, del barrendero y del colectivero para llevar adelante mi vida y ellos necesitan de mi. Todos hacemos lo posible para que el sistema funcione, porque de lo contrario, si no hay médicos, policías o choferes, cada persona y su familia tendrían una vida mucho más difícil. 

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Cuando las sociedades viven una ruptura de estos lazos de solidaridad orgánica y cuando el individuo siente que está solo librado a su suerte, en la que no comparte valores con la sociedad, no tiene una cosmovisión que parte de la idea de que viven en una sociedad, con otros, Durkheim va a decir que hay en estos casos hay anomia


¿Hay una ruptura cada vez mayor entre los lazos sociales en nuestra sociedad? ¿Será esta la razón que vuelve más sencillo a alguien poder asesinar a otra persona para robarle?

La escuela austríaca de economía, basamento teórico del presidente Javier Milei, tiene un precepto filosófico por el que se explica la acción de las personas: la teoría de la elección racional. Según este precepto, las personas actúan para maximizar beneficios y evitar riesgos. 

Desde este punto de vista, un delito se explica porque un ladrón hace una elección racional. Considera que es mucho más fácil robar que trabajar y es muy difícil ser capturado y castigado. Entonces, si castigamos más a los delincuentes y de manera más dura, las personas van a pensarlo dos veces antes de cometer un delito y va a bajar la criminalidad. 

Sin embargo, en los últimos años ha crecido el encarcelamiento en nuestro país, de hecho hay problemas de hacinamiento en las cárceles, y esto provocó también un crecimiento de los delitos de agresión entre los propios presos. 

Uno podría pensar, siguiendo el razonamiento de la elección racional, que si aumentó el encarcelamiento, lo que supone una estadía penitenciaria hacinada con peligro de que otros presos te agredan o te maten directamente, esto disuadiría a los delincuentes de cometer delitos. Sin embargo, evidentemente esto no sucede. 

En los últimos días, varios hechos de inseguridad hicieron que quedara registrada en los medios la indignación de los vecinos, que reclaman soluciones por parte de la política.

El pasado 31 de enero, tras el asesinato de un joven repartidor, Lucas Aguilar, se desataron incidentes en la municipalidad de Moreno, con trabajadores de reparto por aplicación fueron reprimidos por la policía cuando reclamaban respuestas por su compañero asesinado. Los incidentes derivaron en choques violentos con la policía y más de 15 detenidos.

El mismo joven asesinado, horas antes de ser atacado, había hecho una declaración televisiva a un movilero, quejándose de la situación de inseguridad que se vive en Moreno. 

Otro caso reciente fue el de Florencio Varela, en donde el asesinato de una pareja de adolescentes produjo una manifestación de vecinos, que cortaron la calle a 150 metros de un descampado en el que fueron encontrados los cuerpos, y también a 150 metros de la comisaría, en el sentido opuesto. La violencia de este crimen es atroz. Los jóvenes fueron golpeados con piedras en la cabeza hasta morir. El padre de uno de los jóvenes afirmó en televisión que, cuando fue a reclamar por la desaparición de los chicos, “se le rieron en la cara”.

En Mar del Plata, recientemente relevaron a la cúpula de la bonaerense, tras una serie de homicidios, que terminaron con el asesinato de un kioskero. Desde el Ministerio sostuvieron que la tasa de homicidios aumentó, desde el 2023, un 30%, y luego no se logró disminuir, por lo que no estaban conformes con la cúpula policial local.

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La inseguridad en la Provincia de Buenos Aires es un hecho admitido por todos. Tanto el Gobierno bonaerense, como el Gobierno nacional o los propios vecinos dan cuenta de una situación muy compleja, particularmente en el Conurbano. 

Desde el Gobierno nacional se plantea que el problema es la impericia de Kicillof y reclaman políticas de más mano dura y desde el Gobierno de la Provincia, contestan que en realidad Nación les redujo los fondos para combatir el delito y ahora no tienen recursos. 

Otro de las políticas que se plantean para reducir el delito es la baja de la edad de imputabilidad. Se entiende que hay delincuentes que por ser menores de 16 años no reciben condena, y esta sería la razón del aumento de casos de inseguridad. Hace algunos meses, la periodista María O'Donnell tuvo un debate con el funcionario del Gobierno, Fernando Soto, secretario de Normativa y enlace judicial. “La cantidad de delitos de menores ha ido creciendo”, sostuvo el funcionario, a pesar de decir que las causas se “archivan”, por lo que “no queda registro”. Ante la repregunta de la periodista sobre cómo podían saber que los delitos de menores aumentan si no hay registro, el funcionario hace agua, afirmando que “por los medios”.

Esto sucede con un funcionario público cuando hay un periodista que repregunta, es decir, que sencillamente hace su trabajo, lo opuesto a lo que vemos en las entrevistas que le realizan a Javier Milei. 

Según un estudio de la Universidad de Tres de Febrero del 2013, titulado “La Delincuencia y la Pobreza: ¿Qué dicen los datos?”, no hay una correlación directa entre pobreza y delincuencia. En el estudio se comparan datos de diferentes países de la región y hay países más pobres en los que hay menos delincuencia que en países más prósperos, por así decirlo. 

En el estudio se resalta que esto no significa que la pobreza no incide en la delincuencia, significa que no puede explicarla totalmente. Es decir, el aumento de la pobreza es a lo sumo otro factor, al que se le suman la desescolarización, la falta de oportunidades laborales, la falta de contención familiar, entre muchos otros. Podríamos sintetizar todo esto en la pérdida de lazos sociales de solidaridad orgánica de los que habla Durkheim. 

Por otro lado, la derecha y la extrema derecha utilizando los problemas de inseguridad que se generan en las crisis sociales fueron una recurrente en la historia. Hitler mismo proponía campos de concentración para vagos y delincuentes, frente al delito que golpeaba fuertemente la república de Weimar, gobernada por socialdemócratas, que se percibían como permisivos con la delincuencia. 

Especialmente en los años de inflación, durante la República de Weimar (1918-1933), crecieron más y más los llamados “crimenes por necesidad”. Eso significa que mujeres burguesas valientes o incluso las mujeres de los funcionarios públicos empezaron a robar elementos porque no tenían dinero para llegar a fin de mes.  Hubo saqueos en las tiendas de combustible y panaderías. 

Probablemente, desde ese momento se construyó la idea de el progresismo o las socialdemocracias como permisivas, frente a una derecha de mano dura que era efectiva contra la delincuencia. Nuestro país no fue la excepción en este imaginario. De hecho, Francisco de Narvaez venció en las elecciones legislativas de 2009 nada más y nada menos que a Néstor Kirchner con una campaña muy elemental, diciendo que tenía un plan contra la inseguridad, inclusive sin decir exactamente cual era, pero aclarando que el peronismo “no quería ir a fondo” con la inseguridad.

Ruckauf, un peronista muy hábil, también ganó unas elecciones partiendo del problema de la inseguridad en la provincia. 

Ya viniendo hacia nuestros días, anoche, el diputado oficialista y presidente de la Comisión de Presupuesto, José Luis Espert, hizo un planteo similar en una entrevista televisiva. "Kicillof debe pedir la intervención de la Provincia porque ha transformado la Provincia en un baño de sangre de inocentes", sostuvo, luego de plantear en otras ocasiones que “a los delincuentes hay que colgarlos de la Plaza Pública" y “llenarlos de agujeros a balazos”. 

José Luis Espert, desatado contra los delincuentes: "Hay que llenarlos de agujeros y colgarlos en una plaza pública" | Perfil

Esto me hace recordar a lo que planteó Ruckauf, que en su momento dijo: “hay que meterles bala a los ladrones”. Si efectivamente fuera tan sencillo, la delincuencia se hubiese resuelto hace años, en el medioevo o en la antigua Roma, donde efectivamente había castigos de este estilo. O se hubiesen resuelto con la Ley del Talión, en el que se asesinaba a los homicidas y se aplicaba todo tipo de castigos brutales en Sumeria y Babilonia. 

A nivel internacional, uno de los ejemplos paradigmáticos de reducción de delitos es Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, devenido actualmente en abogado de Trump. Su gestión logró bajar en tiempo récord el índice de criminalidad de la ciudad de Nueva York. Antes de ser alcalde fue Fiscal General, y ganó renombre por su lucha contra el crimen organizado, que culminó en el procesamiento de los jefes de las 5 familias de la mafia de Nueva York.

“A los delincuentes hay que colgarlos de la Plaza Pública", la solución demagógica que propone Espert.

Afortunadamente, tenemos un ejemplo local y actual de baja de niveles de delitos. En la ciudad de Rosario, venía siendo noticia por el aumento de delitos vinculados al narcotráfico, la gestión del gobernador Maximiliano Pullaro, en esfuerzos combinados con el Ministerio de Seguridad de Nación, vienen logrando bajar estos índices. Desde la producción le preguntaron a Pablo Cococcioni, ministro de Justicia y Seguridad de la Provincia de Santa Fe, cómo habían logrado este resultado y respondió lo siguiente:

“Primero, se ha sacado toda la policía a la calle. Se ha organizado un despliegue policial muy importante en conjunto también con las fuerzas federales, que tienen una presencia muy importante en la ciudad de Rosario. Y este despliegue está monitoreado permanentemente en base a indicadores de rendimiento. Ese ejercicio, yo creo, ha mejorado el rendimiento policial”.

“En segundo lugar, se ha recuperado una dinámica de investigación criminal de las grandes bandas productoras de violencia. Hay mucho trabajo de coordinación con fiscalía. Se ha trabajado todo el primer año en algunos objetivos cuya captura era prioritaria, y se está interviniendo muy fuerte en los puntos de venta de droga asociados a delitos violentos”.

Gabriel Katopodis le respondió a José Luis Espert: "No vamos a llenar de agujeros ni a colgar a nadie en una plaza" | Perfil

“En tercer lugar, el control del sistema penitenciario y la restitución del régimen de alto perfil, basados en una nueva estructura normativa, como una nueva ley de ejecución de la pena a nivel provincial”.

“En cuanto a los resultados, bueno, en 2024 hubo un descenso muy marcado, no solo de los homicidios, sino también de los principales indicadores de violencia”.

Cómo podemos ver, no hubo grandes secretos detrás de los progresos en Rosario. Es decisión política, investigación policial, detenciones y seguimiento de los penales. Son equipos de políticos, policías e integrantes de diferentes fuerzas haciendo su trabajo. 

Evidentemente, esto no se hace con discursos grandilocuentes, echando culpas al rival político para intentar capitalizar políticamente el flagelo de la inseguridad. Se hace trabajando, analizando los resultados y estudiando las razones que hay detrás de este aumento del delito y la violencia. 

Para una persona cuyo familiar fue asesinado en un hecho de inseguridad, escuchar como se pasan culpas entre los políticos es completamente inútil. Si desconfía de lo que escucha, saca la conclusión de que la política no sirve y en muchos casos, intenta hacer justicia por mano propia, algo que en todos los casos aumenta la violencia. Si le cree a algunos de los políticos, simplemente dirige su dolor contra un bando, profundizando una grieta que hasta ahora no ha resuelto ni uno solo de nuestros problemas.

Tal vez, Maximiliano Pullaro y su ministro algo puedan contar. Tal vez además, se deban pensar ideas para que los lazos sociales que parecen estar resquebrajándose, empiecen a sanar. 

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

FM