Día 370: camarada Javier Stalin
En un cambio de rumbo desde sus comienzos anarcocapitalistas, Javier Milei está en las antítesis del anarquismo porque pretende construir es un partido de Estado verticalista, donde aquel que disienta, será eliminado. ¿Comienza la fase estalinista del Presidente?
En un notable cambio de rumbo que pocos auguraban venir, el Presidente adopta un discurso stalinista de purga y adoración al líder que buscará imponer en todos los escalafones de su gobierno, incluida en la presidencia del Senado. Por eso, para musicalizar la apertura de hoy de Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), escuchamos La marcha de la artillería de Stalin, interpretada por el Coro del Ejército Rojo ruso.
Una de las características más impresionantes del triunfo de Javier Milei en el 2023 fue que conquistó el poder sin un partido. Milei ganó en provincias donde no tenía ni un militante. El Presidente no parece querer hacer gala de este déficit y encomendó a “El jefe”, es decir, a Karina Milei, la construcción de un partido nacional libertario. De esta manera, La Libertad Avanza se convierte, o pretende convertirse, en una fuerza de inserción nacional que es el centro de un movimiento político mayor.
Lo que resulta aún más curioso de todo esto es que la forma de organización de ese partido responde más a la estructura de una organización estalinista o al verticalismo peronista más exacerbado, que a una organización liberal. Milei pasó de decir que lo más importante era “el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo” a que “no hay lugar para ambiciones personales”.
Del respeto irrestricto de la vida del prójimo al respeto irrestricto a la línea del partido, es decir a sus propias ideas y a sus decisiones. Contra todo pronóstico, en esta conceptualización, Milei citó a Lenin e inmediatamente después de este discurso, un abogado del Gordo Dan, el dirigente de Las Fuerzas del Cielo, es decir, “el brazo armado del Presidente”, amenazó a, nada más ni nada menos, que la vicepresidente, Victoria Villarruel, con “carpetazos”.
Vamos a analizar algunos fragmentos del discurso de Milei en Roma donde menciona este giro en la construcción de su partido. Durante el Festival de la Juventud Conservadora Italiana, que se llevó a cabo el pasado 14 de diciembre, el Presidente sostuvo: “Por creer que los liberales no somos manada, muchos han caído en la trampa de no organizarse. Por eso en nuestro gobierno somos implacables: el que viene con agendas propias o no acata la línea del partido, es expulsado”. “Roma no paga traidores”, agregó.
Este fragmento tiene muchas aristas. Los liberales de antaño no triunfaron porque no se organizaron correctamente. Ahora hacemos un partido implacable que expulsa a quien no acata su línea, una línea que es determinada por él mismo. Esto es así porque del otro lado hay ejércitos más grandes, que solo pueden ser derrotados porque nosotros somos monolíticos y porque nadie rompe la formación.
Es decir, hay una situación de excepcionalidad que requiere este tipo de construcción partidaria que es la existencia de ejércitos más grandes, como la casta, desde su lógica. Son ejércitos hechos de dirigentes políticos, activistas sociales, periodistas y cualquier opositor que, como dijo en reiteradas ocasiones, defienden “sus curros contra las ideas de la libertad”.
En su presentación en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en Argentina, Milei remarcó que “no hay lugar para ambiciones personales, para mezquindades o para el yo”. “Para estar a la altura de lo que la causa exige, necesitamos dejar nuestras aspiraciones personales de lado. Si quieren pensar en la propia, váyanse a su casa. Lo que está en juego es demasiado grande para quienes nos han probado su fe”.
Es interesante cómo el discurso libertario toma cada vez más formulaciones de lo que supuestamente sería ideológicamente opuesto, como “la causa". Esto es exactamente lo opuesto al “respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo”. Hace recordar a cierta retórica setentista de las organizaciones armadas, ¿no? Esta noción de “dejar la vida por la causa”, la anulación del individuo, de sus aspiraciones, en aras de algo más grande, de cambiar la historia y de cambiar el mundo.
Lamentablemente, detrás de esta romantización de la entrega de la vida por una causa mayor, de dejar las aspiraciones personales, para asumir las aspiraciones colectivas, muchas veces, lo que hay es la subordinación de las aspiraciones individuales de los militantes o seguidores a la de un líder con un ego superdesarrollado, que se presenta como la encarnación de una causa histórica, pero solo representa a sus propias aspiraciones. Él es la causa y él es la historia.
Por eso le digo a los jóvenes que cada vez que escuchen a un político decirles que hay que abandonar las aspiraciones personales, paren bien la oreja. No vaya a ser cosa que terminen trabajando para las aspiraciones personales de un loco, de alguien fuera de sí. Además, Milei ya avisó que él día que no esté de acuerdo con su línea, va a expulsarlo del partido.
Durante la CPAC, Javier Milei citó al líder comunista: “Como decía Lenin, sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”. La cita de Lenin mientras se refiere a la construcción partidaria no es casualidad. Lenin es el mayor teórico del marxismo clásico, por así decirlo, en relación a la organización del partido.
La noción de “partido de combate” elaborado por Lenin, habla de una organización férrea, jerárquica y disciplinada. Sin embargo, es necesario darle un contexto. Lenin creó un partido bajo el imperio zarista en Rusia, donde la represión, la censura y la deportación a los campos de trabajo forzado en Siberia eran una constante. Además, muchos de los dirigentes marxistas rusos tuvieron que dirigir sus organizaciones desde el exilio, con lo que el debate partidario democrático generaba ciertas dificultades.
En periodos de lucha de clases, más convencionales, bajo regímenes democráticos, Lenin planteaba la forma de organización llamada “centralismo democrático”. Es decir, la discusión de la línea del partido por todos sus militantes, luego la votación de las resoluciones y el centralismo en la aplicación de lo discutido. Aquí ni siquiera hay una previa discusión entre
Este no parece ser el modelo de Milei. Lo que el Presidente sugiere con sus declaraciones, tiene que ver más con el partido estalinista que con Lenin. En este tipo de organizaciones hay culto al líder, expulsiones de la disidencia y se utilizan métodos de terror psicológico para destruir al rival interno.
El dos de julio de 1937, Stalin les ordenó secretamente a los jefes regionales del partido que elaboren listas de antiguos terratenientes y de antiguos funcionarios de miembros del partido comunista. Días después, ordenó que los mencionados deberían ser ejecutados o mandados a los campos de prisioneros del Gulag, que fueron escenarios de atroces torturas.
Además, miles de inocentes fueron secuestrados y asesinados, culpados de crímenes que no habían cometido. El clero ortodoxo también fue atacado, con el 85% de sus miembros aniquilados.
El jefe del departamento de Asuntos Internos de la Unión Soviética, Nikolái Yezhov, fue el director de las operaciones. Sus métodos sorprendieron hasta a Stalin y la Gran Purga fue bautizada como el período de Yezhov.
Este tipo de ataque contra la oposición a los regímenes comunistas fueron una constante. Quizás, uno de los ejemplos más paradigmáticos de esto fue la Campaña de las Cien Flores de Mao en China.
En 1956, Mao llevó a cabo el primer experimento de democracia en China e invitó a los intelectuales a repensar el país. Durante la Campaña de las Cien Flores de Mao, dejó que cien flores florecieran y que cien escuelas se expresaran. Este proyecto incentivó las críticas hacia el Partido Comunista, y esa fue la última vez que Mao consultó al pueblo chino. Poco tiempo después, comenzó a atacar a aquellos que se manifestaban en contra de su gobierno.
Estamos hablando de Lenin, de partidos, de ideologías. Es una suerte de remake del siglo XX, cuando parecía que el posmodernismo, la falta de ideologías políticas y el individualismo habían copado la escena de la sociedad. Efectivamente hay algo que parece estar cambiando.
Sin embargo, a diferencia del siglo XX o de comienzos del siglo XXI, esta segunda década parece encaminar la ideologización de la sociedad por derecha. Sin embargo, en Argentina este proceso parece ser de la mano de un Presidente que no tiene tan clara su formación ideológica.
Mucho antes de que sea Presidente, entrevisté a Javier Milei. En septiembre de 2021, el actual Presidente admitió en Periodismo Puro que prefiere “a una anarquista de izquierda que a un socialdemócrata porque la propia dinámica del mercado lo va a acomodar”. “Los anarquistas son personas que vieron el problema del Estado, y en el fondo ya lo eliminó”, explicó.
¿Cuántas diferencias hay de aquel Milei con este Milei? Pasaron dos años y medio ¿Qué cambió con el acceso al poder de aquel economista panelista televisivo? ¿Representa el surgimiento de Las Fuerzas del Cielo, como el brazo armado de Milei y de la construcción de un partido monolítico, la puesta en pie de un proyecto de régimen antidemocrático?
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El verticalismo en Argentina tiene una fuerte tradición. Buena parte de la militancia política, desde el peronismo, defiende este tipo de conducción que, desde fuera de esta lógica, parece bastante rudimentaria y poco crítica. De hecho, Stalin consideraba al peronismo una ideología silvestre y no científica, como sí lo era el comunismo.
Ahora analicemos el origen del verticalismo en el peronismo. Después del 17 de octubre de 1945, Cipriano Reyes se convirtió en el dirigente máximo del Partido Laborista, el partido que llegó a Juan Domingo Perón a la presidencia.
Sus dificultades comenzaron con la iniciativa oficial de crear el Partido Peronista para concentrar en él todos los sectores. Reyes se opuso a esta decisión y atentaron contra su vida. Luego, fue encarcelado tras ser acusado de tramar un complot para asesinar a Perón.
Después del encarcelamiento de Reyes y del atentado a Luis Gay, los sindicalistas que ayudar a construir el poder de Perón sobre el movimiento obrero, el peronismo ensayó un giro autoritario que ocupó varias esferas de la sociedad.
Quizás haya un espejo entre las diferencias entre el Perón previo a la presidencia y el que consigue el poder con lo que le está pasando a Javier Milei.
Al asumir, Juan Domingo Perón tuvo que cortar algunas cabezas para aplicar su programa. Se intervinieron universidades, se persiguieron opositores y varios dirigentes del Partido Justicialista que no se adaptaron al peronismo.
El momento de mayor represión contra los elementos internos disidentes en el peronismo fue el tercer peronismo. Cuando una periodista y militante peronista le preguntó a Perón por los atentados de la Triple A, el Presidente la amenazó. “El Gobierno puede detenerlos a ustedes y a los otros y entregarlos a la justicia. Lo que nosotros queremos es paz, y lo que ustedes no quieren es paz”. Esa joven fue asesinada pocos días después de aquella conferencia de prensa.
De cualquier forma, las expresiones de Milei lo acercan a las expresiones de los líderes que construyeron en la Unión Soviética un super partido de Estado. Seguir a un líder mesiánico, “dar la vida por la causa”, olvidarse de las ambiciones personales, no hacerle el juego al enemigo, acatar la línea del partido son todas frases que se podrían haber dicho en el siglo XX, un siglo de crisis, guerras y revoluciones, como decía Lenin.
Tal vez, lo mejor del posmodernismo, más allá de su frivolidad, era la idea de dudar de todo, de cuestionarlo todo y de no asumir con fanatismo ninguna verdad absoluta de ningún dirigente político. Los fanatismos nos llevaron a grandes problemas en este país y al mundo, con enfrentamientos que perduraron muchos años.
Siempre se debe poder disentir con la línea de todo partido y cuestionar la decisión de todo gobierno. Siempre se debe poder tener lugar para las aspiraciones y sueños personales y todo dirigente puede equivocarse. Esto, a diferencia de lo que Milei plantea, no es un enfrentamiento entre las fuerzas del cielo y la casta. No hay buenos ni malos: es una democracia donde todos, en mayor y menor medida, tienen un poco de razón y están un poco equivocados.
Volviendo a la idea de Camarada Milei, Stalin escribió una serie de artículos, antes de la toma de poder, que se llamaron Anarquismo o socialismo y fueron publicados en revistas y diarios rusos entre 1906 y 1907. Stalin planteaba que el anarquismo estaba absolutamente equivocado y construyó un super Estado.
En el caso de Javier Milei, en su ensalada ideológica cuando dijo que prefería un anarquista de izquierda antes que un socialdemócrata, está en las antítesis del anarquista porque lo que pretende construir es un partido de Estado verticalista, donde aquel que disienta, será eliminado. Podríamos decir que Milei pasó del anarquismo o anarcocapitalismo al superarquismo, es decir, al súper gobierno. ¿Está empezando la fase estalinista de Javier Milei?
Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.
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