El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 353: Milei, más servicios y menos industrias

En el caso de Estados Unidos, Donald Trump quiere reindustrializar. La paradoja es que los que votaron por Milei en búsqueda de la misma salida, tienen un Presidente que quiere todo lo contrario. Quienes lo votaron esperan un país muy distinto al que su Gobierno está construyendo.  

Día 353: Milei, más servicios y menos industrias Foto: Presidencia

“A contramano de la visión de gestión que imprime el gobierno de Javier Milei, el mundo va en un proceso de reindustrialización, donde el valor de las manufacturas nacionales tiende a incrementarse. Vamos a analizar el faltazo del Presidente y del ministro de Economía a la reunión anual de la Unión industrial Argentina”, sostuvo Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). 

Vamos a hacer un raconto de lo que está pasando en el mundo con la industria para volver a la Argentina, especialmente a partir de la pandemia, momento en el que hubo una constatación de que tener las fabricaciones tan lejos de los lugares donde se produce el consumo, puede producir problemas de establecimiento, y peor aún en el caso de conflictos armados. Esto trajo a discusión el nearshoring, es decir, regresar la fabricación más cerca de donde está el consumo. 

Comenzaremos con el caso de Estados Unidos, con un caso que se convirtió en un libro y luego, en una película. Un adolescente de 18 años en el 2002 vive en Ohio, Estados Unidos, particularmente en el lugar más peligroso de la economía norteamericana, llamado Cinturón de Óxido, ubicado en el medio oeste estadounidense, alejado de las dos costas. En Argentina, sería el equivalente al interior profundo de las provincias.

Sus padres tienen trabajos mal pagos y el dinero falta, frecuentemente se pelean y la adicción a las drogas de la madre hace que el joven deba quedarse con los abuelos, que tienen bajos niveles de educación, pero entienden que el joven debe ir a la universidad para salir de la difícil situación en la que se encuentra la familia. 

Hillbilly Elegy (2020).

Los amigos de los padres y otros vecinos también tienen trabajos mal pagos o están directamente desempleados. La zona industrial que hace décadas era un hervidero de fábricas de acero y obreros yendo y viniendo, ahora son colecciones de galpones vacíos donde incluso hay jóvenes drogándose, jóvenes de la misma edad que tiene el protagonista de esta historia. 

En el año 2003, es reclutado por el ejército para ser corresponsal de Guerra, y gracias a pasar por este conflicto, tiene beneficios para entrar en la prestigiosa universidad de Yale. Se gradúa en filosofía y derecho. 

Ese joven, actualmente es el vicepresidente electo de Estados Unidos y entiende que se salvó por muy poco, gracias a la contención de familiares y amigos, de no caer en el desempleo, las drogas y la pobreza como sus padres. Responsabiliza directamente a la desindustrialización que se vive en zona de origen del declive social de la región. 

El joven de la película, y hoy vicepresidente electo de Estados Unidos, es JD Vance. Él cuenta este y otros capítulos de su vida en su libro, que es un Best Seller, Hillbilly Elegy, algó así como “elegía a los paletos”, que es una forma de decir paisanos, provincianos, personas del interior del país considerados poco inteligentes por la elite cultural de los grandes centros urbanos. 

El paleto sufre por la desindustrialización del país, no ve con buenos ojos a quienes cobran la asistencia social, a pesar que el mismo la puede cobrar, y hay muchas tendencias del progresismo neoyorkino de las que está en contra. 

Las fábricas del Cinturón de Óxido se fueron a China o a otros países para buscar mano de obra barata y, en otros casos, simplemente achicaron personal porque el desarrollo tecnológico permite producir el doble con menos de la mitad de los empleados. 

El mundo del trabajo, de la producción y de la industria cambian aceleradamente. La inteligencia artificial, en combinación con la robotización y las telecomunicaciones están, desde hace una década, conformando una suerte de cuarta revolución industrial que puede dejar mucha gente afuera del mercado laboral, como le sucedió a los padres del actual vicepresidente de los Estados Unidos. 

Por eso, Donald Trump es un fenómeno político, volvió luego de una derrota electoral, dos juicios políticos y varias causas penales, algunas que incluyen crímenes sexuales. Nada pudo parar al candidato republicano que supo tocar la fibra sensible en los barrios obreros norteamericanos que quieren volver a las fábricas para tener una vida digna. 

Lo más parecido a los hillbilly en Argentina son aquellos que votaron por Javier Milei. El voto en el interior fue masivo hacia el libertario y ganó en casi todo el país, menos en los grandes centros urbanos. Esto no es casual: una economía que se basa exclusivamente en los servicios, es decir en el comercio y en la compra y venta de productos importados o nacionales, solamente se puede dar en las grandes ciudades porque se necesita una masa crítica de compradores. La falta de la industria la sufre mucho más el interior, y cuanto más alejado, peor. 

En el caso de Estados Unidos, Trump quiere reindustrializar. La paradoja acá es que los que votaron por Milei en búsqueda de la misma salida, tienen un Presidente que no quiere reindustrializar, todo lo contrario. Probablemente, esta sea la mayor paradoja del gobierno de Milei: quienes lo votaron esperan un país muy distinto al que su Gobierno está construyendo.  

UIA sin respaldo: ¿Qué implica la ausencia de Javier Milei y Luis Caputo en la conferencia anual de los industriales? 

En el fondo esta paradoja es la que se expresó ayer en la Conferencia Industrial, evento al que faltó tanto el presidente Javier Milei como el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo

Los industriales criticaron la apertura a las importaciones que lleva adelante su gobierno. El presidente de la sección bonaerense de la Unión Industrial Argentina, Martín Rappallini, dijo: “Quiero hacer una reivindicación al industrial, que es un sobreviviente a un constante proceso de cambio. Queremos que nos respeten; no es contra nosotros, es con nosotros”.

“Somos los empresarios los que generamos empleo y pagamos impuestos. Quienes sostenemos el Estado queremos respeto, cómo se respeta en todos los países el rol fundamental que tenemos. Estamos de acuerdo con el Presidente con que el sector privado es el motor para el crecimiento del país, y somos nosotros”, declaró Rappallini.

Por su parte, el presidente de la UIA nacional, Daniel Funes de Rioja, sostuvo: “No estamos en pie de guerra, queremos clarificar los marcos”. “Como dijo el ministro Caputo, hay que equilibrar la cancha. Hay que arreglar el tema fiscal, logístico y de infraestructura. En el tema laboral, se ha hecho un avance con la Ley Bases pero queda mucho por mirar porque es un modelo de los años setenta”, remarcó. 

¿Qué están diciendo Rappallini y Funes de Rioja? Necesitamos que el Estado nos ayude a subirnos a esta cuarta revolución industrial para que los argentinos no se queden afuera. Hay que poner a punto la capacidad industrial argentina para afrontar los desafíos que se vienen. Eso, obviamente, se hace con inversión estatal, con subsidios, con política industrial. En fin, con dos palabras que parecen estar prohibidas en la actualidad: con un estado presente. 

El economista prohibido para Milei, John Keynes, que responde bastante a lo planteado por la UIA y hablaba de la fatídica situación de que en el futuro sólo queden empleos de servicios por los robots. Para combatir el desempleo, Keynes sostiene que el Estado debe intervenir incrementando la demanda efectiva. Si la demanda efectiva aumenta, los empresarios estarán dispuestos a aumentar su producción y para ello, deberán contratar más trabajadores. 

El Estado cuenta con dos herramientas para aumentar la demanda efectiva: la política fiscal y la política monetaria. Con la realización de obras públicas e infraestructura, el estado aumenta el componente de la inversión de la demanda, complementando la inversión de los empresarios. Ahora, los empleados disponen de un ingreso para aumentar su consumo. 

De lo contrario, las personas que votaron a Javier Milei buscando más trabajo y oportunidades, simplemente verán cómo no lo logran encontrar. Veremos si se encuentra otra forma de generar empleo a través de los servicios. 

Este planteo de la UIA hacia Milei contradice todo lo que el Presidente piensa. En su concepción, subsidiar la industria para que se desarrolle y emplee más argentinos no es el camino correcto. En sus propias palabras esto es de “empresaurios”, que viven de los “curros” de la casta. 

En su visión del capitalismo de ganadores y perdedores, funciona como una suerte de darwinismo social que hace que quienes no se adaptan a los cambios tecnológicos y sucumben ante la competencia comercial, deben cerrar.  Obviamente, esto sería ir en contra del progreso, como querer defender a los fabricantes de velas cuando viene la industria eléctrica. De lo que se trata es de ir produciendo los procesos de transición para que no se destruya antes de que se construya. 

En Argentina, el sector más competitivo es el campo, razón por la que en general se utiliza dinero que se obtiene vía retenciones de las exportaciones agropecuarias para apoyar a la industria nacional, y el campo tiene razón en que no pueden ser permanentes, de la misma forma en la que la industria no puede estar permanentemente subsidiada. Lo que queda claro es que Estados Unidos o China han ejercido proteccionismo para construir el desarrollo industrial. Ahora, Donald Trump planea aumentar los impuestos, incluso de los países con los que tiene acuerdo comercial de libre comercio. 

Esto dijo el Presidente ante la UIA el 2 de septiembre: “Para proteger a la industria se le robó al campo”. “La política decidió que para que el país se desarrollara se tenía que producir todo acá, y comenzó a arbitrar con mano férrea los distintos sectores de la economía para robarles a uno y darles a otros. La justicia social”, señaló. 

Lo que Milei llama “robarle a uno para darle a otro” no es más que la función que tiene el Estado. La paridad correcta de equilibrio del dólar no es aquella que permite tener la suficiente cantidad de dólares para exportar, sino que aquella que permite un valor del dólar que permita pleno empleo. La tasa de cambio con la cual importamos y exportamos tiene que encontrar equilibrio en que haya una sociedad con empleo. 

El diputado aliado de Milei, José Luis Espert, fue mucho más confrontativo con los industriales en un posteo en X la semana pasada. 

Tuve la oportunidad de vivir dos décadas en Brasil. Siempre se dice que los empresarios brasileños quieren a su país, a diferencia de los argentinos. Puedo asegurarles desde mi propia experiencia personal que no encontré más virtud en los empresarios brasileños, y ni hablar de los políticos, que en los argentinos. Si creo que existe una mochila, como dice el presidente de la UIA, y puede que Milei ayude a sacársela de las espaldas.

Lo que queda claro es que el país que quiere Milei, con la flexibilización en las importaciones y ser un país que se dedique exclusivamente a exportar materia prima y servicios es un país que va a tener un problema con el empleo. 

Los servicios han crecido en todas partes del mundo, a diferencia del campo, que ha decrecido. Hace un siglo, el agro ocupaba un tercio de los trabajadores de la mayoría de los países. Hoy el campo emplea un 5% de los trabajadores, la industria un 30% y los servicios, 65%. Si hay un crecimiento de los servicios y se le quita a la importación un costo, se va a  consumir otras cosas y habrá más peluquería, gimnasios o restaurantes. ¿Pero cuánto más podrán emplear los servicios si se reduce la industria? En cualquier caso, eso implica un 20% más de desempleo que generaría un país sin industria.

Pero este sector, solo se encuentra en los grandes centros urbanos y tiene que haber una masa de consumidores para esos servicios. En el país de Milei, el octavo territorio más grande del planeta, corremos el riesgo de generar muchos cordones de óxido, como en el que creció el vicepresidente JD Vance en Estados Unidos. 

Por otro lado, es interesante como la contracara de la desindustrialización que vivió Estados Unidos y países como Argentina durante gran parte del siglo XX y buena parte del siglo XXI, es el ascenso de China como potencia

En las últimas décadas, China se transformó a gran escala. En el siglo XXI, el equilibrio de poder está cambiando. Hace 40 años, China tenía un nuevo líder, Deng Xiaoping, con fama de primar el pragmatismo por sobre la ideología. China abrazó el mercado, renunció a la lucha de clases y fue testigo de la mayor salida de la pobreza en la humanidad. 

Esto tuvo que ver en el contexto de la Guerra Fría, en la que Estados Unidos luchó contra la Unión Soviética . Con un pase de magia genial, Henry Kissinger, el canciller norteamericano entendió que cooptarle a China, su principal socio,  era la forma de ganarle a la Unión Soviética. China tenía una economía planificada, que hoy es capitalista y pseudo planificada.

Esos 50 años, desde 1974, son exactamente los años de la decadencia económica Argentina. Gobernaron sistemas democráticos y dictatoriales, con los gobiernos militares, y en cada uno de los casos con políticas keynesianas, antikeynesianas, promercado, proestado o ultraortodoxas. Siempre fuimos para atrás, y probablemente tiene que ver con que Argentina hasta ese momento, Argentina era el único país sudamericano que tenía industria. Brasil recién la tuvo a fines de los setenta, con el Milagro Brasileño.

A Argentina le pasó lo mismo que al Cinturón del Óxido en Estados Unidos: la industria fue destruída. Por ejemplo, en localidades como San Martín, que eran absolutamente industriales, las plantas industriales hoy albergan otro tipo de edificios, como museos o universidades. 

Probablemente, no podamos pensar en Trump como fenómeno político, sin pensar en el Chino como fenómeno económico, o pensar en Milei como fenómeno político sin pensar en China. Lo que hizo fracasar a todos los políticos argentinos en los últimos 50 es la falta de respuesta adecuada al problema que significó la absorción de la factoría mundial por parte de China. 

Como decíamos al principio, los caídos del interior estadounidense, estos hillbilly que votaron por Trump, son un producto de que las fábricas se mudaron a China para buscar mano de obra barata, entre otros elementos. Es decir, son un productor de la desindustrialización estadounidense y la industrialización china. Lo mismo que sucede en Argentina.

Por su parte, la Argentina de Milei con estas políticas libertarias, puede convertirse en un simple exportador de productos primarios y una amplia fuente de recursos naturales para que se lleven las empresas extranjeras. Por ejemplo, Perú hace 20 años que crece con la minería, pero los presidentes peruanos terminaron destituidos o presos porque crecía el PBI pero no el empleo. Es decir, el aperturismo de Milei en un contexto mundial, en el que los países cierran y protegen sus industrias, solo subordina la economía nacional a la de las principales potencias. 

En síntesis, el reclamo que ayer hizo la UIA es absolutamente plausible, y ojalá que Argentina tuviese una política industrial como la de los Estados Unidos y podamos recuperar el terreno perdido en los últimos 50 años

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

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