PLAN ECONÓMICO

Carlos Leyba: "La tablita fue de Arriazu más que de Martínez de Hoz"

El economista destacó que la famosa tablita fue obra del entonces joven economista de Chicago, Ricardo Arriazu. Además, sostuvo que "la columna vertebral" de la política cambiaria actual "es exactamente la misma", ya que se basa en la idea de atraer capitales a través de tasas de interés en pesos superiores a la devaluación, lo cual favorece al sistema financiero, pero en un contexto mucho más débil. "Martínez de Hoz podía traer todos los dólares que quisiera", contrastó.

Carlos Leyba Foto: CEDOC

Carlos Leyba comparó la política monetaria actual con la famosa "tablita" de Martínez de Hoz, y aseguró que fue Arriazu quien la impuso a través del directorio del Banco Central, ya que iba en línea con sus ideas de la Escuela de Chicago. Además, sostuvo que, si bien ese plan económico funcionó en la Argentina de ese momento, ahora se implementa en una Argentina débil y con una economía precaria, lo que traerá efectos negativos a largo plazo. Por otra parte, señaló que la estructura social del país "no está preparada" para un crecimiento sostenible debido a la pobreza y el desempleo. “Argentina ve su infraestructura destrozándose y Javier Milei, y la gente que lo acompaña, considera que existe la posibilidad de que capitales privados, sin subsidios, supongo, puedan interesarse en reparar la infraestructura, cosa que es absolutamente inviable”, explicó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Carlos Leyba es economista egresado de la Universidad de Buenos Aires con posgrado en la Universidad de Bruselas. Durante la presidencia de Perón fue subsecretario general del Ministerio de Economía y vicepresidente ejecutivo del Instituto Nacional de Planificación Económica, para muchos la mano derecha de José Ber Gelbard, ministro de Economía de ese entonces. Posteriormente se desempeñó como consultor del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de muchas empresas.

En su última columna, en el diario El Economista, dijo que “Cuando Milei se acoraza con la Generación del 80 no tiene idea de lo que aquellos criollos (los hijos de los "barbaros") construyeron”. Primero me gustaría poner a la audiencia, más joven, en contexto. ¿Cuántos años tiene, Carlos?

83.

O sea que es de los economistas que mejor nos puede ayudar a entender si lo que dice Miguel Ángel Pichetto, y algunos otros, respecto de que lo que está haciendo en Economía, Milei, es muy parecido a la tablita de Martínez de Hoz. Nos encontramos con la persona ideal. Porque, Martínez de Hoz y la tablita vinieron a suceder lo que usted hacía junto con Ber Gelbard en el Ministerio de Economía hasta antes de que fueran sustituidos y fuera toda la debacle. ¿Cuál es su opinión respecto a las similitudes entre el plan de un crawling peg del 2% y luego reduciéndolo al 1% con el que llevó adelante Martínez de Hoz con su famosa tablita?

Bueno, primero quiero hacer una aclaración. José Alfredo Martínez de Hoz era un hombre de la producción, fíjese que asume el Ministerio de Economía luego de ser presidente de Acindar, y luego de haber sido el principal inversor durante el gobierno Perón, en el 73-74.

Ahí yo lo recibí justamente porque él, con cierto entusiasmo, encaró la planta integradora de Acindar, que fue en ese momento la más grande inversión de aquel tiempo. Dicho esto, paso a recordar que el discurso de Martínez de Hoz, el 2 de abril, era un discurso en contra de la especulación y a favor de la producción. Yo diría que no hay ningún punto de contacto entre sus palabras y lo que ocurrió con el programa una vez que el peso del joven economista de Chicago, Ricardo Arriazu, comenzó a influir en la decisión central de la política económica, que fue la famosa "tablita" que dio lugar al enorme concepto del pedal financiero, que justamente es lo que hoy observamos como punto central de la economía argentina.

Para decirlo de alguna manera, Milei, que sostiene que no elige ganadores en la política económica, si ha elegido como ganador a un sistema, al mismo tiempo que lo que ocurrió en aquel entonces, que es el sistema financiero. Saben perfectamente que hoy, con buena información, los fondos de inversión en la Argentina están colocando sus dólares transformados en pesos y convertidos en tasa, ganando en un año el 38%, el 33% o según el momento en que entraron, de ganancia en dólares. En un año, esas son tasas inimaginables en el mundo. 

También para poner en contexto a la gente, si no recuerdo mal, Martínez de Hoz tampoco era economista.

No, Martínez de Hoz era abogado.

Entonces, lo que usted está diciendo, a ver si lo entiendo, es que el verdadero autor del plan no fue Martínez de Hoz, sino fue Arriazu.

No tengo ninguna duda, porque en ese momento Ricardo, que es un hombre muy inteligente, estaba como funcionario dentro del Banco Central, y justamente me tocó a mí traerlo de Estados Unidos. Estaba en el Fondo, nosotros reemplazamos la posición en el Fondo con otra economista y Ricardo volvió a la Argentina y quedó en el Banco Central como funcionario. 

Obviamente, era un gran expositor, una gran convicción y prácticamente doblegó al conjunto del directorio del Banco Central, porque sus argumentos eran muy contundentes en aquel tiempo y estaban de moda. Keynes decía que todos los políticos son cultores de algún economista. En este caso, de algún economista en el exterior.

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Siguiendo entonces por carácter transitivo, ¿qué similitudes encuentra entre el plan de Arriazu y el actual plan de Milei y Caputo?

Lo central, la columna vertebral, es exactamente la misma. Una gran atracción de fondos a través de la tasa de interés en pesos más alta que la tasa de devaluación, con una tasa de devaluación firme, marcada con fecha y hora de lo que va a ser dentro de cuatro o cinco meses cuando el crawling peg esté dentro del 2%. Seguro de cambio cero. Es así. Desde el punto de vista financiero es lo mismo.

Es lo mismo aplicado en un país muchísimo más débil, desde el punto de vista industrial y productivo, que en lo que era la Argentina en los años 70. Esta Argentina es mucho más precaria, porque obviamente tiene una deuda externa enorme que empezó por generarla justamente Martínez de Hoz, que antes no estaba. Obviamente Martínez de Hoz podía traer todos los dólares que quisiera. Básicamente, incorporamos enormes importaciones que las financiamos con deuda. Hoy por hoy esto es más difícil. A punto tal que, supongo yo, las cosas no le van a ser tan fáciles en materia de importaciones. 

¿Puede ser que aquello que no funcionó en aquel momento hoy pueda funcionar?

Aquello no funcionó pero duró mucho. Nosotros obviamente siempre estamos en el territorio de tener una expectativa muy corta, de que las cosas tienen que definirse en poco tiempo. Les recuerdo que duró muchísimo la tablita, y el regimiento de Martínez de Hoz, en términos argentinos, tres o cuatro años. Esto también seguramente tiene capacidad de poder moverse dos o tres años más, porque tiene a su favor algo: pudo llevar a cabo, sin violencia militar, un ajuste fiscal sobre la carga de los jubilados, que obviamente no son un grupo que pueda tener presión, pero fundamentalmente también sobre la infraestructura pública, tanto educativa como material. 

Argentina ve su infraestructura destrozándose y Javier Milei, y la gente que lo acompaña, considera que existe la posibilidad de que capitales privados, sin subsidios, supongo, puedan interesarse en reparar la infraestructura, cosa que es absolutamente inviable, porque los costos infraestructurales de Argentina no son de un pequeño país superpoblado, sino de un país inmenso que no está poblado. Por lo tanto, hay rutas que llevan a conectar a Argentina, que obviamente es imposible que puedan valorizarse económicamente en un plazo razonable.

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Cuando hablo con Lavagna, Arriazu y usted, que tienen la misma edad, encuentro un análisis más profundo del tema económico, y una coincidencia. Aquí Lavagna me dijo que esto podía durar perfectamente dos o tres años, que la convertibilidad había durado diez, que no estaban las condiciones para que el plan actual durara diez años, pero que dos o tres años podía durar, y que, más tarde o más temprano, iba a generar las mismas consecuencias negativas, según Lavagna, de lo que generó la convertibilidad. Y Arriazu también planteó que la ventaja que hay hoy es que a Cavallo lo escucharon tres años hasta que Menem finalmente fue reelecto y lo terminó echando, que a Sourrouille, Alfonsín lo escuchó un año y medio, pero que en este caso no es el ministro de Economía, sino el Presidente que está convencido de esa idea. Independientemente de que escucharlo o no escucharlo sea después bueno o malo, eso garantizaría que si hay vocación de seguir en ese rumbo, el rumbo podría permitir aguantar dos o tres años.

Yo entiendo que sí, porque hay un punto que es, de alguna manera, el hecho concreto que frente a este esquema de política económica no hay ninguna otra propuesta política que tenga la misma dimensión. Esta es la realidad. Lamentablemente, la Argentina hace un largo rato que la gente no tiene pensamiento. La Argentina es un país de traductores, no hay pensadores.

La economía siempre es política económica situada en el tiempo y en el espacio. Si usted compra una teoría en el exterior, generalmente va a quedar chica o grande. Y esto es lo que nos ha pasado con esta gente.

Ahora, del lado pensar la Argentina, tal cual es lo que necesita, debemos ser honestos y considerar que lamentablemente no hay nada en el horizonte que nos permita alentar una propuesta que atraiga, no solamente a gente que vota, sino también a capitales, empresarios y energías, para que digan cual es el rumbo.

Argentina es un país inmenso y absolutamente subdesarrollado. Y además es un país en "regreso", como contrario del progreso. El progreso es siempre la satisfacción de las necesidades sociales. Es insólito que la Argentina levante políticas económicas durante 50 años, que para mí han sido las mismas, prescindiendo de un hecho concreto, que cada vez hay más pobres en la Argentina.

Desde el año 74, que se hizo la primera encuesta de hogares, la pobreza, corregida hoy, era el 6% de una población de 22 millones de habitantes, lo que era más o menos un millón de personas, pasamos hoy a ser 40 y pico de millones de habitantes, o sea, crecimos 20 millones de habitantes, y esos 20 millones son pobres. Es algo espantoso. Sin embargo, nos ingeniamos para poder seguir viviendo sin mirarlo, y eso es un cáncer, una enfermedad silenciosa, que nos va mirando poco a poco. No es que las pruebas PISA fracasen en la Argentina porque el sistema educativo es malo, que lo es, fracasan porque la mayor parte de los chicos son pobres. No comieron a la mañana, no durmieron en una cama, no tienen una ducha, no tienen un ambiente como para poder desarrollar su potencia cerebral, esa es la realidad.

La pobreza en Argentina sigue creciendo.

Arriazu también sostiene que la confianza es un elemento central y que el promedio que se utiliza para la paridad del dólar, el dólar promedio de los últimos 50 años, da alrededor de $1000, que es el actual, por lo que el Gobierno sostiene que el dólar no está atrasado, por lo menos por ahora. Pero cuando uno hace la paridad del dólar los 50 años anteriores, y fundamentalmente entre 1900 y 1930, o de 1880 a 1930, si queremos hacer medio siglo, la paridad del dólar sería la mitad que la actual, porque en aquella época Argentina generaba confianza, era un país que no había caído en default, era un país promisorio, había llegado a ser la octava economía del planeta por Producto Bruto per cápita. Entonces, la tesis de Arriazu es que si hay un gobierno que genere confianza, que rompa la tendencia de 1975 a hoy, el dólar tendría que valer menos, entonces no estaría atrasado, sino al contrario, que podría costar $500, por ejemplo. Trato de imaginarme, lo que se llama siempre la "enfermedad holandesa".  Con un dólar de $500 no podríamos exportar nada más que productos en los que tuviéramos una competitividad excelente, me imagino solamente en materias primas. ¿Sería un país para cuántos? ¿Para 10 millones de personas? Tendría éxito macroeconómico, ¿pero cómo sería ese país?

Lo que usted dice es exactamente así, es una descripción perfecta, pero yo quisiera recordarle algo. Todos nosotros, aún los de más de 80, en la Argentina somos discípulos del único economista académico de la Academia Nacional de Economistas de Argentina, que logró publicar notas de teoría económica en revistas de arbitraje, Julio Hipólito Guillermo Olivera, que muchos citan y desconocen su pensamiento. Él definía el tipo de cambio de equilibrio como aquel de pleno empleo. Con lo cual, confirmo lo que usted dice, pero desde el punto de vista de la teoría.

¿Cómo va a estar en equilibrio el tipo de cambio si no está en equilibrio el mercado de empleo? Porque la Argentina no tiene 8% de desempleo, como dice el INDEC. Usted sabe que la encuesta del INDEC es muy particular, basta que usted haya trabajado una hora en la semana, aunque sea por un sándwich, para que esté considerado empleado, de acuerdo a la forma en que se computa por la OIT el desempleo. El desempleo real de la Argentina es muchísimo mayor. Pero claramente no es un mercado que esté en equilibrio y, por lo tanto, el tipo de cambio no lo puede estar.

Pero además los países, durante los últimos 50 años, aún nuestros vecinos, han crecido de una manera extraordinaria. Eso significa inversiones y aumento de la productividad, y nosotros estamos estancados. Con lo cual, nuestra productividad, vis-a-vis del resto del mundo, ha caído dramáticamente. A consecuencia de lo cual, una cuenta que hagamos sobre el tipo de cambio no revela nuestra capacidad competitiva con ese tipo de cambio. Es una economía desinvertida que necesita, por supuesto, incentivos materiales superiores a los que surgirían de una cuenta proyectada. No sé si con esto contribuyo a la claridad o a la confusión.

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Usted recuerda que Gerchunoff nos plantea dos tipos de cambio. El tipo de cambio de pleno empleo, como usted menciona, y el tipo de cambio consistente para poder tener superávit fiscal y no tener déficit fiscal. O sea, en los dos tipos de cambio, de alguna manera, están las dos argentinas, para decirlo así...

Claramente. Lo que pasa también es que, otra vez, pensar la Argentina es pensar una realidad concreta, situada en el tiempo y el espacio, que no necesariamente es idénticamente igual a ningún otro país que inspire un desarrollo teórico. Nosotros tenemos una economía compleja porque tenemos un agro que es el más productivo del planeta, y no de ahora, sino de hace largo rato. Rosas ya escribió un manual sobre cómo manejar el campo y José Hernández otro manual.

Me quedo reflexionando algo. Independientemente de que el éxito sea un país con una altísima tasa de desempleo, pero desde el punto de vista económico con las cuentas muy cuidadas como podría ser, no sé, Perú. Por ejemplo. Y que lo que unos consideran éxito para otros sea fracaso, porque si finalmente aumenta el desempleo a cantidades exorbitantes, el éxito macroeconómico no es un éxito económico. Independientemente de eso, para lograr ese éxito macroeconómico, olvidémonos por un instante de las consecuencias que produciría a largo plazo socialmente. En el caso de Martínez de Hoz, contó con la deuda, Cavallo contó con la posibilidad de endeudarse y la venta de las empresas. ¿Es posible que hoy la mayor productividad del campo, por un lado, y fundamentalmente la minería y la energía vengan a cumplir ese papel que cumplieron en los 90 las privatizaciones? ¿Cuál sería la forma, el financiamiento, para que dure esos dos o tres años?

Efectivamente, eso podría pasar. Lo dijimos al principio. Claro que sí. Podría pasar

¿Cuáles son las fuentes de financiamiento para ser sustentable dinámicamente, aunque sea durante dos o tres años, esto, así como fue en su momento la venta de las empresas o el endeudamiento en la época de Martínez de Hoz y en la época de Cavallo?

El campo está habilitado para generar, de alguna manera, un proceso de expansión y de ingresos de dólares. De ninguna manera, salvo el petróleo, el capítulo minería está dentro de ese contexto, porque las inversiones en mineras llevan años para poder realizarse. Así que no estamos hablando de un inmediato. Seguramente a largo plazo sí, pero no es lo que va a ocurrir a corto plazo.

A corto plazo es el agro. Hasta ahí llevamos a tener dólares. Ahora bien, eso puede aguantar. Pero usted sabe que, apenas la economía manifieste una inclinación de crecimiento, la elasticidad producto de importaciones es 1% a 3% con controles, y 1% a 6% sin controles. Es decir, cuando crece el producto 1%, las importaciones crecen entre el 3% y el 6% según el grado de control que exista. Por lo tanto, si bien puede abastecerse largo tiempo, la "espada de Damocles" está en que si la economía se pone en marcha, seguramente la balanza de cuenta corriente va a estar en una situación absolutamente compleja, y entonces solo queda la entrada de capitales, que puede ser el pedal de corto plazo y difícilmente las inversiones a largo plazo, porque requieren confianza.

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O sea que un crecimiento del producto bruto de 1% implica un 3% a 6% en el crecimiento de las importaciones. ¿Entendí bien?

Así es. Es la elasticidad del crecimiento del producto a la exportación

Entonces, si está previsto crecer 5% las importaciones, tendríamos que tener capacidad para generar dólares que aumenten…

El 15% o el 30% según el grado de control que haya. Eso está estadísticamente verificado.

¿Y quién financia? ¿El petróleo y el gas, más el complejo exportador agroalimentario?

Así es. Y es un equilibrio extremadamente complejo. Así que, de alguna manera, desde el punto de vista productivo, lo que augura este modelo es una economía de muy lento crecimiento.

Yo lo escucho a Arriazu decir que "lo importante es la confianza", si los mercados creen que lo que va a hacer el Presidente se va a mantener, eso va a generar el éxito del programa económico, si la confianza es endeble, no. Entonces, si la confianza de los mercados es fundamental, ¿uno podría entender que hace falta a un presidente como Javier Milei que veta a los jubilados y a la universidad? ¿Lo que expresa todo el tiempo, con que desaparece esto y desaparece el otro, son sobreactuaciones necesarias para un mercado que ha descreído de un país que hace 50 años que viene a los tumbos?

Le diría que coincido con Ricardo en que la confianza de corto plazo la genera en ese tipo de actitudes. La de corto plazo es la de los financistas. Pero la confianza de largo plazo pasa más por los analistas del Financial Times, que difícilmente creerían que hay confianza si no hay un consenso político que sostenga la racionalidad de las políticas aplicadas. Y claramente, por ahora, creo que no hemos llegado a ese punto.

Creo que mucha gente del empresariado, de la dirigencia sindical y política, entienden que este camino no nos lleva a la mejora de las salidas y, por lo tanto, la confianza de la de largo plazo, aún en el mundo empresarial, difícilmente esto lo pueda generar. Es lo que se ve todos los días. Lamentablemente, la Argentina está gobernada por la información diaria, y las cosas importantes no figuran todos los días en el diario.

MVB FM