Ariel Goldstein: “Esta es la cuarta ola de la extrema derecha”
El sociólogo Ariel Goldstein se refirió al avance de la extrema derecha en el mundo y relacionó este fenómeno con los procesos de crisis económica. "Esta ola es hija de la crisis de 2008", dijo en Modo Fontevecchia.
El sociólogo Ariel Goldstein se refirió al avance de la extrema derecha en el mundo y consideró que esta última ola está relacionada con la crisis económica que se desató en 2008. “Hay otros elementos como la aceleración tecnológica, con estas guerras culturales que desarrolla la extrema derecha en las redes sociales”, sostuvo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Ariel Goldstein es doctor en Ciencias Sociales de la UBA, investigador adjunto del CONICET y fue profesor de posgrado en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Actualmente es docente en la cátedra de política latinoamericana de la carrera de ciencia política. Es autor de los libros La Reconquista Autoritaria, Poder Evangélico y La Cuarta Ola.
En economía se habla de los ciclos económicos, hay un proceso de emergencia, consolidación, cenit, desgaste, caída y finalización que se repite constantemente. Adam Smith decía que las recesiones nunca van a dejar de existir porque el ser humano en el éxito tiende al reposo. Hay un economista ruso inglés que se llamaba Nikolái Kondrátiev que hablaba de los ciclos largos, que tienen 50 años y los ciclos cortos que duran 10 años.
¿Encontrás alguna relación en la duración de los ciclos económicos y las olas de ascenso de grupos de derecha? ¿Cuánto puede durar este ciclo de la derecha?
Me parece que estos ciclos están asociados a un tema de crisis económica, como fue la crisis del 30 que dio lugar al fascismo clásico, por ejemplo. Después vino la Revolución cubana y la Guerra Fría macartista que fue la segunda ola, la tercera con las presidencias de Fernando Collor de Mello, Carlos Menem y Alberto Fujimori.
Y hoy estamos viviendo esta ola que es hija de la crisis económica del 2008. Por lo tanto, uno puede identificar una relación con la cuestión económica, pero también me parece que hay otros elementos, como la cuestión de la aceleración tecnológica que estamos viviendo hoy, con estas guerras culturales que desarrolla la extrema derecha en las redes sociales, con personajes que están surgiendo, como Elon Musk. Con este poder tan tremendo porque es una intersección entre tecnología, ideología de extrema derecha, concentración económica, mesianismo, oportunismo. Por lo tanto, yo no puedo decir cuánto va a durar esta ola, pero me parece que sí, esta extrema derecha que estamos viendo, va a moldear el debate público en los próximos años. No es una cuestión pasajera porque expresa, en muchos casos, raíces profundas de conflictos que hay en las sociedades, tanto latinoamericanas como europeas, como en Estados Unidos. Por lo tanto, es un fenómeno global.
Te escuchaba y viene a mi mente el tema de la juventud. Lo planteaba José Emilio Burucúa en su último libro sobre civilización: son los jóvenes los que generalmente son la avanzada de estos efectos de cambio. Siempre fueron los jóvenes los que empujaron las camisas negras, las camisas pardas... ¿Qué relación encontrás con la juventud y cuál es la causa, si la hubiera, del crecimiento de la extrema derecha?
Me parece que hay varias. Como el tema del capitalismo de plataformas y cómo eso impacta en la economía y en las oportunidades que los jóvenes perciben. Las posibilidades de ser emprendedores, promoviendo una especie de individualismo radical, esa cultura consumista que estamos viendo, de ser millonario como modelo a seguir en las redes sociales.
Y, por otro lado, me parece que la extrema derecha ha sido muy eficaz al utilizar las redes sociales y al promover una cultura de las celebridades, que, a la vez que politiza, lo hace de una forma despolitizada, desideologizada. Si nosotros analizamos fenómenos como el de Jordan Bardella, por ejemplo, que fue el candidato de Marine Le Pen en Francia, o lo que hace Alternativa para Alemania, o lo que hacen distintos personajes, incluso algunos como Victoria Villarruel, acá en Argentina, vemos, por un lado, un discurso muy ideológico, pero a la vez una promoción de la cultura de la celebridad.
Donde ellos se presentan ante los jóvenes como ídolos a ser seguidos. Y no siempre están predicando principios derechistas. A veces aparecen haciendo morisquetas, tomando un trago en un bar. Y esos videos tienen miles de visualizaciones, millones. Entonces, hay una capacidad de la derecha para naturalizar. Porque una de las características de esta cuarta ola es la naturalización de la extrema derecha, y esa naturalización se produce no solamente a través de motivos ideológicos, sino de esta cultura de las celebridades, me parece. Y ese uso estratégico de las redes sociales.
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Entonces, podríamos colocar como punto de partida la crisis de las hipotecas. Pero en ese entonces, había redes sociales, aunque no tan difundidas como hoy, pero se las utilizaba. Las utilizaba el progresismo, por ejemplo con el fenómeno de Me Too. Y lo mismo podríamos decir de Black Lives Matter. Toda la primavera árabe se le asignaba a las redes sociales. Podríamos decir que las redes sociales potenciaban a los progresismos, de la izquierda. Y las redes sociales eran la explicación que dábamos al surgimiento de la protesta juvenil progresista. Y ahora se la asignamos al opuesto.
Parece que es una herramienta que, en realidad, ella misma no produce el efecto, sino que potencia un efecto que es preexistente. Entonces, ¿qué pasó con la generación que hace 15 años era Occupy Wall Street? Ahora vemos el movimiento QAnon donde hay ocupar el Capitolio. Es decir, la misma herramienta la usamos para explicar un fenómeno con un objetivo y para el otro. Pero me parece que, a lo mejor, hay algo más allá de la herramienta.
Es una buena observación. Pero también han cambiado muchas cosas en el mundo. Los efectos de la pandemia también han sido muy disruptivos y han creado esta idea de libertad contra el Estado opresor comunista. Por el encierro que se ha vivido en muchos países. Y eso ha sido capitalizado como un sentimiento anti statu quo por parte de derechas radicalizadas. Pero también me parece que dentro de las propias redes y su lógica ha habido muchos cambios desde 2011 para acá.
El surgimiento de plataformas como TikTok, el crecimiento de Instagram, de WhatsApp, la consolidación de Meta y la concentración cada vez mayor. La compra de X por parte de Elon Musk, que antes tenía una Twitter con una lógica mucho más pluralista y hoy es una especie de carnaval de Elon Musk, donde promueve a sus amigos de extrema derecha.
Y lo que hemos visto con el último triunfo de Trump, donde los principales jerarcas de la tecnología se reúnen en Mar-a-Lago para besar el anillo, como dijo la prensa estadounidense. Besar el anillo a Donald Trump, luego de que muchos apelaron a despegarse de él, después de lo que fue el brutal y violento asalto al Capitolio. Esto nos habla de una reconfiguración también en las empresas tecnológicas que se están sumando a un proyecto político, que es el de Trump, el de la extrema derecha global.
Ahora, que un millonario playboy se lo considere alguien nuevo contra el sistema resulta bastante paradójico…
Bueno, esa es la habilidad de estos personajes. Están apoyados por grupos económicos corporativos fuertes, muy fuertes. En el caso de Trump, los magnates de los trenes, acusados de corrupción, distintas empresas que contaminan…
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Si, hasta ahí lo entiendo. Uno puede entender que determinados sectores apoyen a candidatos que representan sus intereses. Lo que me llama la atención es que se tome a alguien como Trump, como alguien fuera del sistema, cuando en realidad se trata de un millonario.
Es decir, ¿qué pasó con aquella juventud que se identificaba con el 99%? Porque el planteo era que el problema de la distribución de la riqueza había hecho que el 1% más rico se quedara con toda la nueva generación de riqueza desde la caída del muro de Berlín hasta el 2008, el famoso libro de Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI. O sea, que un millonario sea quien representa esa actitud anti-establishment, habla un poco de la ensalada ideológica que representa lo que hoy estamos viviendo.
Claudio Mardones (CM): Quería volver un poco a la coyuntura argentina. Algunos consideran que la gran diferencia entre Milei y Macri, es que Milei está haciendo lo que había prometido. Y Mauricio Macri sigue lamentando no haber aplicado el shock que aplica Javier Milei en materia económica. ¿Te parece que una de las diferenciaciones es que Milei hizo lo que había prometido por más antipopular que fuera?
Me parece que asumen en contextos distintos. Macri asume en un momento donde el kirchnerismo se va del poder perdiendo por un margen muy estrecho. Daniel Scioli pierde por un margen muy estrecho, y Cristina retenía todavía un apoyo popular bastante importante. Y las medidas del kirchnerismo, de una presencia fuerte del Estado en la economía, todavía mantenían un apoyo popular importante.
En cambio, Milei asume después de la pandemia, después del desastre que fue el gobierno de Alberto Fernández, de los desequilibrios del Frente de Todos y una inflación tremenda que le deja a Milei una especie de tierra arrasada para avanzar. Pero, por otro lado, es cierto que Milei es muy hábil en el liderazgo político, o quizás lo que es hábil es el Triángulo de Hierro, como él lo llama, con Santiago Caputo y su hermana Karina.
Pero en definitiva, la Argentina tiene una especie de atracción por los liderazgos fuertes, por los liderazgos sin vacilaciones, como fue el primer Néstor Kirchner, con esa impronta refundacional. Y Milei tiene esa capacidad para encarnar una especie de nuevo liderazgo fuerte, una nueva hegemonía. Vamos a ver si lo logra consolidar o no, eso no está claro todavía. Pero, Macri también cometió otro tipo de errores a nivel económico, como fue la apertura inmediata del cepo, que él mismo lo admite en su libro Primer Tiempo. Y después, tuvo otros errores de naturaleza política, de haber dejado de lado la articulación política en el Congreso, en fin. Pero son contextos muy distintos. También me parece que la sociedad argentina cambió mucho en estos años. La pandemia produjo efectos muy, muy importantes y, bueno, marca esa diferencia entre Macri y Milei.
MC