Alejandro Grimson: "La derecha crece por el fracaso de las fuerzas democráticas"
Según explica Grimson en su último libro, el ascenso de la ultraderecha no se debe solo a su estrategia política, sino también a la incapacidad de las fuerzas democráticas para ofrecer respuestas efectivas. “Yo discuto que solo con información podamos revertir esto, porque existe un gran sesgo cognitivo”, sostuvo.
Alejandro Grimson sostiene que el debilitamiento de los Estados nacionales frente al capital global ha reducido la capacidad de las democracias para regular la economía, por lo que la extrema derecha propone un modelo de desgobierno donde el mercado se impone sobre la política. "En esta extrema derecha anida el primer proyecto globalizador sin gobierno, donde el capital puede imponerse a las lógicas políticas", explicó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Alejandro Grimson es doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia e investigador del CONICET. Durante la gestión de Alberto Fernández se desempeñó como asesor en comunicación del expresidente y estuvo a cargo de la plataforma Argentina Futura. Entre sus numerosas publicaciones se destaca su libro "Los límites de la cultura", que obtuvo el premio a Mejor Libro Americano otorgado por la Asociación de Estudios Latinoamericanos en el año 2012. Alejandro se encuentra presentando su nuevo libro "Los paisajes emocionales de la extrema derecha".
¿Por qué surge con tanta fuerza la ultraderecha?
Bueno, mirá, este libro, "Los paisajes emocionales de la extrema derecha", que me llevó bastante tiempo escribir, que ya no es como el que vos me ayudaste a presentar hace un año, sino que es un libro de mi autoría directamente, trata de hacer una reflexión más sistemática e introducir por lo menos dos dimensiones. Una es que hay una dimensión siempre relacional en la política. La ultraderecha no crece porque son unos genios del marketing, o porque mienten solamente. Sí, mienten, pero también crecen por el fracaso de las fuerzas democráticas, de las fuerzas moderadas, de las fuerzas progresistas. Incluyendo al Partido Demócrata, distintos momentos del proyecto alemán, que fue muy exitoso en ciertos momentos y que entró en un terreno complicado en los últimos años, incluyendo las promesas incumplidas de la democracia en Argentina desde el punto de vista económico y social, y así sucesivamente.
Entonces, el libro revisa esa relación compleja donde se plantean preguntas acerca de qué tienen que hacer, cómo tienen que repensarse, en el mundo contemporáneo, las fuerzas democráticas, las fuerzas a favor de la justicia social y de una distribución justa, para poder preservar lo mejor de las democracias.
Ahora, uno de los factores —y por eso el subtítulo del libro, que es "La gente vota contra sus intereses"—, que es lo que escuchamos todos los días. Vos lo habrás escuchado cuatro mil veces: "Si Milei está bajándole los ingresos a los jubilados, ¿por qué hay votos a favor y la mitad de la población lo apoya?", etcétera, y así podríamos seguir.
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Lo que yo intento mostrar es que la manera en que entendemos los intereses muchas veces es muy sesgada, porque está muy pegada a esa famosa frase de Clinton que se popularizó en todo el mundo: "Es la economía, estúpido". Y un poco lo que muestra el caso de Estados Unidos ahora, con la derrota de Biden y Kamala y el triunfo de Trump, son muchos errores del Partido Demócrata. Pero también es que qué es la economía no es una cosa tan clara. ¿Por qué te digo esto? En el último año del gobierno de Biden hubo un 2% de inflación anual. Anual, no mensual, en Estados Unidos. Pero muchos votantes votaron contra la inflación de los cuatro años de gobierno. O sea, la manera en que se piensa la inflación en la Argentina es un caso único. Yo, dando conferencias sobre este tema en algunos países del mundo —Alemania, México, Chile, etcétera— digo: "Bueno, ustedes no tienen inflación". Y todos me gritan: "Pero sí, acá hay muchísima inflación, es el 3% anual". Claro, yo les digo: "Disculpen, es que para un argentino 3% anual no es inflación".
¿Qué quiero decir con esto? Qué es una economía funciona o no funciona no es un tema solo de economistas. Fijate que la mitad de la población hoy cree que la economía está funcionando. ¿Por qué? Porque hay menos inflación que hace un año. Listo, ok. Pero desde el punto de vista estructural, los problemas están intactos. No hay ningún problema que se haya resuelto en la Argentina desde el punto de vista estructural y macroeconómico.
Por supuesto, el libro explica que la inflación cumplió un papel decisivo en la Argentina y que fue el enorme fracaso del peronismo. Y digo "peronismo" por el panperonismo. Porque si hay algo que caracterizó al peronismo —del cual solo me ocupo de la Argentina en el último capítulo, porque el libro es sobre Europa y América en general—, es que a ninguna de sus vertientes le importó la inflación. Es algo insólito. No hicieron nada con la inflación. Cuando yo estaba dentro, yo lo veía, veía la despreocupación y la discutía. No dijeron nada sobre la inflación durante la campaña electoral. Y hace un año y pico que perdió las elecciones el panperonismo, y ninguna de sus fracciones, que están muy peleadas entre sí, se preocupa por la inflación. Es algo insólito.
Entonces, vos decís, ¿por qué hay apoyo a Milei? Bueno, por muchas razones. Una, que bajó la inflación. La otra pregunta es, ¿qué hay además de Milei? ¿Hay alguien que plantee otro proyecto económico con claridad, donde la gente piense que puede verse beneficiada o que puede haber baja de la inflación con justicia social?
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Déjame plantearlo de otra manera un poco más fatalista. La distribución de la renta se hiperconcentra en el 1% más rico. Hay 700 lugares en el mundo de paraísos fiscales o lugares particulares, cuando había solo 20 hace 30 años. Las ganancias de ese 1% más rico son transnacionales, imposibles o muy difíciles de aprehender tributariamente por cada uno de los países. Además, la crisis de las hipotecas del año 2008, con aquel "Ocupa Wall Street", el "que se vayan todos los empresarios", derivó en "que se vayan todos los políticos", pero finalmente la crisis de pérdida de una mejor distribución de la renta no la puede solucionar ningún gobierno. Vamos a ver si la solucionan estos gobiernos de ultraderecha, y si estos no la solucionan, la sociedad se volverá a desencantar. ¿El problema de fondo es que no se puede solucionar o no le encontraron la forma para solucionar lo que Piketty marcaba en el 2008, que tiene que ver con la menor capacidad de consumo del 95% de la población? En el "Ocupa Wall Street" la consigna era "soy el 99%", orque el 1% era el único que había ganado. ¿No hay un problema estructural que no lo pueda solucionar ni la socialdemocracia, ni el kirchnerismo, ni Lula, ni Biden, ni nadie?
Claro. El caso argentino es un caso súper exacerbado por el carácter dramático. Se escapó la tortuga, se fue y bueno. Pero lo que vos decís va al grano del problema, y yo creo que la respuesta, vamos a llamarla entre comillas "libertaria" o “de ultraderecha”, de esta ultraderecha, que tiene rasgos distintos a otras de otras épocas, justamente dialoga directamente con lo que vos planteás.
Es decir, lo que vos planteás, que es algo que se viene discutiendo en las ciencias sociales, es que la globalización y sus dinámicas llevan al debilitamiento de los Estados nacionales y de la capacidad de intervención de los Estados nacionales, y eso perjudica especialmente a las fuerzas que quieren trabajar en la redistribución, por lo que vos acabás de explicar: subís los impuestos y el empresario se fuga a Punta del Este, cambia su residencia fiscal y ya está.
Entonces, es una lucha muy desigual, y cada día es más desigual esa lucha. ¿Qué surge? Empresas globales, particularmente ya no tecnológicas, porque, como vos sabés, Silicon Valley, es decir, las grandes empresas tecnológicas de California hoy en Estados Unidos son progresistas y demócratas. Las empresas que apoyan a Trump son empresas que manejan datos, de características particulares, y que quieren el libre tránsito global de los datos y de los capitales. O sea, quieren que el Estado-nación se reduzca ya a su mínima expresión.
A mi juicio, en esta extrema derecha estamos viendo anida el primer proyecto globalizador sin gobierno, de desgobierno, donde el capital puede imponerse a las lógicas políticas. Y, justamente, algo que el libro no hace, sino que propone que hagamos, que emprendamos el camino de discutirlo: Yo creo que sí hay la posibilidad de construir una alternativa económica y política profunda, estructural, de época, (no estoy hablando del próximo gobierno argentino, estoy hablando de la época) a esta ultraderecha que propone la libertad absoluta del capital, es de una gobernabilidad de carácter global, donde haya un poder que no puede ser nacional, porque los Estados-nación ya no van a poder dar respuesta a los desafíos de la época, sino que tiene que haber, como si te dijera, un salto a una Unión Europea global.
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Lo que proponía Piketty: un sistema tributario universal, lo que resulta bastante poco posible en la perspectiva de estos próximos años…
Choca con la factibilidad política y la factibilidad técnica por un montón de razones. Ahora, mientras tanto, tenemos transformaciones muy grandes en las sociedades. Cuando nosotros éramos muy jóvenes, los rebeldes eran contra lo que llamábamos contra lo que llamábamos “las injusticias verticales”. O sea, había un señor que tenía mucho dinero, ese 1%, y nosotros lo que estábamos diciendo era: "Señores, distribuyan un poco mejor, no puede haber gente muriéndose de hambre".
Hoy lo que moviliza a todos los que apoyan a la extrema derecha es lo que ellos perciben como injusticias horizontales. "¿Por qué a mi vecino le dieron un subsidio y a mí no?", "¿Por qué el hijo de mi vecino, en países como Estados Unidos o Brasil, ingresó a la universidad por razón X de pertenecer a cualquier minoría y mi hijo quedó afuera?". Y así podemos seguir indefinidamente.
Y por eso “paisajes emocionales”. Porque se impone el odio, se impone el resentimiento, se impone la ira, se impone la frustración, se impone la desilusión. Hay un conjunto de emociones que moldean la manera en que los ciudadanos y ciudadanas están percibiendo la información.
Por eso yo discuto que solo con información podamos revertir esto. Porque el problema es que el sesgo cognitivo que hace filtrar la información en este momento es tan gigantesco que hace que cierren los ojos y se tapen los oídos cuando les mostramos algunas realidades.
Por lo tanto —y acá voy a un gran filósofo de la modernidad—, cuando hay una situación emocional tan contundente como la que estamos viendo hoy, que acompaña a las extremas derechas, es necesario también, además de un programa económico y político, además de generar información y distribuirla, generar un afecto, una emoción tan contundente y contraria a esa que está imperando.
Hoy las emociones están vinculadas al éxito individual, al individualismo más extremo que ha vivido la historia de la humanidad, y hay que recuperar lo común, hay que recuperar lo público, hay que recuperar el lazo social.
FM