ESTADOS UNIDOS

"Me quitaron mi infancia": una secta encerraba a niños y los obligaba a trabajar 16 horas al día

El grupo "La Nación Unida del Islam y los Creadores de Valor" operaba en el estado de Kansas. También golpeaban y abusaban sexualmente a los chicos, además de privarlos de comida y separarlos de sus padres.

La secta fue fundada por Royall Jenkins en 1978 y acumuló cientos de seguidores. Foto: Daily Mail/The Value Creators

Una secta en Kansas (Estados Unidos) está siendo investigada por abusar sexualmente a niños, además de privarlos de comida, golpearlos y obligarlos a trabajar 16 horas al día. El grupo, bautizado como "La Nación Unida del Islam y los Creadores de Valor" (UNOI, por sus siglas en inglés) se mantuvo activo entre 2000 y 2012, siendo que algunos de sus miembros fueron hallados culpables por cometer trabajos forzados.

Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, los integrantes enjuiciados eran miembros de alto rango o esposas del difunto Royall Jenkins, fundador de la secta. El juicio donde se los acusó se extendió por 26 días y fue por jurados.

El líder de la secta que incitaba a "morir de hambre por Jesús" fue culpado de 191 muertes

El líder del culto, que se autodenominaba "ser supremo", vivía con la acusada Dana Peach, de 60 años, y otras dos coacusadas, Etenia Kinard, de 48, y Jacelyn Greenwell, de 45, quienes previamente se declararon culpables de conspiración para cometer trabajos forzados.

Las tres ahora esperan sentencia junto con Kabaa Majeed, de 50, Yunus Rassoul, de 39, James Staton, de 62, Randolph Rodney Hadley, de 49, y Daniel Aubrey Jenkins, de 43. Todos fueron acusados formalmente de ocho cargos centrados en trabajos forzados y conspiración para cometer trabajos forzados. En tanto, Majeed también fue condenado por cinco cargos adicionales de trabajos forzados.

Royall Jenkins, el fundador de la secta, falleció en 2021 a causa del Covid-19.

El grupo fue fundado por Jenkins, excamionero, en Maryland en 1978, antes de que su sede se trasladara a Kansas City, Kansas, y la bautizara como "Paraíso". El hombre había sido miembro de la actual Nación del Islam hasta que fundó la secta autoproclamada, la cual formó comunidades y negocios en Alabama, Georgia, Maryland, Nueva Jersey, Nueva York y Ohio.

En un principio, se declaró a sí mismo como Alá y luego cambió el nombre del grupo a The Value Creators en 2015. Según trascendió, el culto, que fue calificado como una secta por un juez federal en 2018, operó en las sombras durante más de una década, entre 2000 y 2012.

Los documentos judiciales detallan que el líder tenía 13 "esposas" al momento de su muerte en 2021 y aproximadamente 20 hijos. En vida, había persuadido a sus cientos de seguidores de que le habían mostrado la forma correcta de gobernar la Tierra tras haber sido supuestamente "llevado a través de la galaxia por extraterrestres en una nave espacial" y secuestrado por "ángeles y/o científicos" que luego lo devolvieron para crear el grupo, según revelaron las acusaciones.

 

Los castigos a los niños: golpes, abusos sexuales y trabajo forzado

Los seguidores enviaron a sus a sus hijos a una escuela operada por la secta, cuyos líderes dirigían sin licencia. Sin embargo, los padres desconocían que en realidad los niños eran forzados a trabajar largas y físicamente exigentes jornadas sin paga, según revelaron registros judiciales y relatos de víctimas. De esa manera, el culto obtenía ganancias con fondos provenientes del trabajo ilegal.

Las víctimas, de apenas 8 años, fueron golpeadas regularmente, privadas de alimentos y abusadas sexualmente. Al respecto, los fiscales describieron en la causa que los cuidadores coaccionaban a los niños, separándolos de sus familias, abusando de ellos física y verbalmente y negándoles comida. Tampoco podían viajar libremente y rara vez recibían tratamiento médico legítimo.

La secta tenía comunidades y empresas en todo Estados Unidos, mientras que su base de operaciones estaba en Kansas City, conocida como "Paraíso".

Cuando no trabajaban, vivían en instalaciones superpobladas, a menudo invadidas por moho, ratones y ratas, donde había reglas estrictas sobre cómo tenían que vestirse y que podían leer. Asimismo, les imponían restricciones dietéticas que se limitaban en gran medida a sopa de frijoles y ensaladas, siendo que a veces pasaban días consumiendo únicamente jugo de limón. Además, algunos fueron obligados a someterse a limpiezas de colon.

Los castigos incluían ser encerrados en un sótano oscuro y aterrador, indicaron los investigadores, además de decirles a los chicos que arderían en el "infierno eterno" si se iban. Incluso en un caso un chico fue inmovilizado boca abajo sobre las vías del tren porque no quería admitir que había robado comida cuando tenía hambre, mientras que otro recurrió a beber agua del inodoro porque tenía mucha sed.  

Mientras operaba la secta, el edificio de Kansas acumuló varias citaciones no especificadas de las autoridades competentes, aunque en la actualidad tiene un nuevo propietario, según informó Fox 4.

Sumado a esto, eran trasladados sin previo aviso de un estado a otro y rara vez tuvieron la oportunidad de hablar con sus padres fuera de la presencia de los líderes del culto. En ese sentido, el trabajo no remunerado de los chicos parecía financiar las operaciones del grupo, ya que los hijos de los miembros eran traficados, a veces en la parte trasera de camiones de reparto, a empresas de UNOI ubicadas en todo el país.

En tanto, Jenkins y sus cómplices también controlaban todos los aspectos de la vida de los padres. Asimismo, los alentaban a enviar a sus hijos a las presuntas escuelas. Mientras tanto, los acusados ​​y sus familias inmediatas vivían en viviendas espaciosas donde tenían libertad de comer y trabajar como quisieran.

 

El relato de una de las víctimas: "Me quitaron mi infancia"

El único nombre de alguna víctima que aparece en el expediente es el de Kendra Ross, que 11 años cuando quedó bajo el cuidado de Jenkins. "Había simplemente miedo de estar en peligro si me iba debido a las cosas que Royall decía sobre las personas que se iban", explicó a los funcionarios en 2018, antes de que se iniciara el caso federal. "Sobre todo gente que se fue y habló mal de él o de su organización, que todos fueron asesinados de diversas maneras", añadió.

Consultada sobre por qué estaba llevando adelante una demanda que ya se resolvió, la mujer de 31 años explicó: "Me quitaron mi infancia, mi vida y, quiero decir, no puedo recuperar eso. Así que quiero que paguen por eso". A raíz de los hechos, se le concedieron ocho millones de dólares en daños y perjuicios.

Uno de los restaurantes donde el culto forzaba a los niños a trabajar en jornadas que se extendían por 16 horas.

Según los documentos judiciales, su madre se unió al culto de Jenkins, entonces Naciones Unidas del Islam, en 1993. "Siempre viviré con el recuerdo de lo que me hicieron", indicó Ross en una declaración después de recibir la restitución por el trabajo forzado y otras dificultades que tuvo que soportar.

Cuando tenía 11 años, primero la obligaron a cocinar, limpiar y cuidar a los niños de los miembros del grupo, antes de ser enviada desde la casa de su mamá a una familia de mujeres al año siguiente. En tanto, a los 15, la sacaron de la escuela y la asignaron a trabajar en un restaurante. Un año después, la llevaron a Georgia para servir en un hogar utilizado por Jenkins, mientras su culto enviaba a otros niños a restaurantes, panaderías e incluso a una gasolinera a trabajar jornadas que regularmente duraban 16 horas.

Sumado a esto, Ross fue obligada por un "médico psíquico" a casarse con otro polígamo de una secta. La joven recién pudo recibir ayuda de personas que no eran miembros del grupo cuando tenía 21 años. "Nos obligaron a someternos a todo lo que [él] decía. Lo que él quisiera. Nos enseñaron a ser buenas esposas", precisó sobre el líder del culto.

 

Las acusaciones contra los imputados

Según la causa, cuando los altos cargos de la secta se encontraban con resistencia, los agentes del orden como Majeed, que tenía su base en Jonesboro, Georgia, ordenaron e infligieron castigos que incluían palizas y requisitos de ayuno. En esa línea, testigos informaron que Rassoull infligía estas sanciones después de percibir violaciones a la política de la UNOI, como hacer comentarios sexuales, ver pornografía y agarrar comida.

Sumado a esto, golpeaba regularmente a los jóvenes y obligaba a los miembros a participar en un "club de lucha", mientras que Hadley imponía castigos y disciplina desde la sede de Kansas City. Ambos hombres actuaban bajo la aprobación de Majeed, según las declaraciones de testigos, lo que lo identificó como uno de los principales lugartenientes de Jenkins. Por ese motivo, se enfrenta a una pena máxima de 20 años de prisión, mientras que el resto podría recibir cinco años.

¿Qué hay detrás del fenómeno de las sectas?

Por su parte, Aubrey Jenkins, uno de los familiares de los líderes, "tuvo relaciones sexuales con mujeres jóvenes menores de edad que no tenían la edad suficiente para consentir", sostuvieron los fiscales, al tiempo que presentaban pruebas de que la familia de Royall arreglaba matrimonios. En ese sentido, revelaron cómo el miembro de mayor edad (que no fue confirmado como uno de los 20 hijos de Jenkins) fue obligado a casarse con un miembro joven de 16 años.

En tanto, Staton también participó en abusos físicos, incluyendo encerrar a un joven asmático en un ático sin acceso a su inhalador. Por otro lado, Peach golpeó a los miembros femeninos, a la vez que impuso requisitos de ayuno a los miembros jóvenes y proporcionó alcohol y lavados de colon a los niños pequeños.

El grupo publicaba enseñanzas en su sitio web y redes sociales, donde anunciaban un "mejor hoy y la promesa de un mañana exitoso".

Kinard, otra viuda de Jenkins, se declaró culpable de conspiración para cometer trabajos forzados, por lo que enfrenta hasta cinco años de prisión y una multa de 250 mil dólares. La mujer admitió haber creado los "horarios de trabajo" para las víctimas en un restaurante de Atlanta, mientras supervisaba la "membresía juvenil" del grupo con otra de las esposas de Jenkins.

Como parte de su declaración, reconoció haber ayudado a decidir a dónde trasladar a las víctimas para trabajar entre 2000 y 2008, período durante el cual (y durante varios años después) la empresa se financió "casi en su totalidad" a través de ese trabajo no remunerado, explicó.

Las audiencias de sentencia para ella y los demás están programadas para febrero. Sobre las condenas, la fiscal general adjunta Kristen Clarke manifestó: "Las Naciones Unidas del Islam y estos acusados ​​se presentaron como un faro de esperanza para la comunidad, prometiendo educar y enseñar importantes habilidades de vida a los miembros, particularmente a los niños. En cambio, los acusados ​​traicionaron esta confianza, explotando a niños pequeños en la organización obligándolos cruelmente a trabajar".

"El procesamiento de este caso es un testimonio del compromiso inquebrantable del Departamento de Justicia de responsabilizar a los traficantes de personas. El Departamento de Justicia continuará investigando y procesando enérgicamente a los criminales parásitos que atacan a víctimas vulnerables para financiar su estilo de vida", cerró.

mb / ds