Siria: hallaron cadáveres apilados en el "matadero humano", la cárcel que simboliza la represión de Bashar al Asad
Las tétricas imágenes dan cuenta del régimen de terror implementado contra la población, incluidos disidentes políticos y civiles. El líder del grupo paramilitar islamista dijo que perseguirán a los responsables de "crímenes de guerra".
El reciente hallazgo de cadáveres en descomposición apilados en la prisión de Sednaya, símbolo de la represión de Siria, desató una ola de indignación y horror. Las macabras imágenes de cuerpos en avanzado estado de descomposición recorrieron el mundo, dejando en evidencia la magnitud de los abusos cometidos por el régimen de Bashar al Asad, que durante años utilizó sus cárceles no solo como un sistema punitivo sino como una herramienta de represión.
El hallazgo fue publicado por las autoridades de uno de los principales grupos rebeldes, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que lideró la ofensiva del 27 de noviembre que derivó en la caída de Asad. El jefe de los insurgentes, en tanto, prometió "perseguir" a los responsables de estos "crímenes de guerra".
Sednaya, conocida a nivel internacional como el "matadero humano", es una de las prisiones más infames del régimen sirio según reportaron organizaciones internacionales en las últimas décadas. Fue el lugar donde miles de disidentes políticos, activistas, combatientes y civiles fueron sometidos a todo tipo de actos inhumanos y tortura.
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Sednaya: el "matadero humano" y símbolo del terror en Siria
La prisión de Sednaya, situada a las afueras de Damasco, es conocida por la brutalidad con la que el régimen de Asadd trató a sus prisioneros, especialmente después de 2011 cuando la represión de una protesta política derivó en la cruenta guerra civil de los últimos 13 años.
Según reportaron las fuerzas que responden a Abu Mohammed al-Golani, el jefe del grupo islamista que precipitó la caída de Asad, la prisión no solo fue un lugar de encarcelamiento, sino un centro de tortura donde los detenidos fueron sometidos a crueles castigos físicos y psicológicos. La infraestructura de Sednaya y otras cárceles sirias, detallan, se convirtió en un verdadero "campo de concentración" donde se torturaba a disidentes políticos y otros grupos minoritarios.
Según informes de la Red Siria de Derechos Humanos, el régimen de Asad utilizó sus prisiones como un mecanismo sistemático para aplastar cualquier forma de oposición, llevando a cabo una campaña de tortura que habría dejado miles de muertos. En muchos casos, los prisioneros permanecieron detenidos durante años sin juicio, enfrentando condiciones de hacinamiento extremo, tortura diaria, trabajos forzados y abusos sexuales.
La organización también lleva el reporte de más de 157.000 personas fueron detenidas o desaparecieron por la fuerza desde 2011, cuando se desató la guerra civil, incluyendo 5.274 niños y 10.221 mujeres.
En tanto, en los años transcurridos desde el inicio del conflicto, más de 15.000 personas murieron bajo tortura, y al menos 72 métodos diferentes de tortura fueron utilizados por el régimen. Estos incluían desde electrocutar los genitales de los prisioneros hasta quemarlos con ácido o metales calientes, pasando por el uso de "prensas de hierro" para aplastar cuerpos humanos, y métodos psicológicos como obligar a los prisioneros a realizar actuaciones degradantes y humillantes.
Los duros testimonios de los sobrevivientes
Una de las principales medidas que tomaron los insurrectos al tomar la capital de Siria fue liberar a los presos de la cárcel de Sednaya. Desde entonces, proliferaron los relatos de los sobrevivientes, muchos de los que compartieron sus experiencias a The New York Times y Amnistía Internacional, describiendo las horrendas prácticas de tortura a las que fueron sometidos.
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Según algunos de los testimonios, los prisioneros eran colgados de las muñecas durante horas, golpeados con barras de metal y quemados con cigarrillos. Los relatos de "fiestas de bienvenida", donde los nuevos prisioneros eran sometidos a golpizas salvajes y torturas físicas, son comunes entre los testimonios.
El aislamiento, el hacinamiento y la falta de comida fueron otras de las condiciones inhumanas que enfrentaron los detenidos. En celdas de tres metros cuadrados, a menudo se apiñaban más de 50 personas, sin espacio suficiente para dormir o moverse. Las muertes por hambre, infecciones no tratadas y torturas eran una constante, y los cuerpos de los fallecidos a menudo eran apilados sin ningún tipo de respeto.
El sistema de salud en estas cárceles era igualmente cruel, señalaron algunos. Los prisioneros que pedían atención médica eran ignorados, o incluso torturados más aún. Algunos de ellos morían debido a afecciones simples como infecciones dentales no tratadas. En los hospitales militares, los médicos, que deberían haber sido los encargados de sanar a los heridos, eran "cómplices de los torturadores", infligiendo sufrimiento físico y psicológico a los detenidos.
En medio de la conmoción por el hallazgo de cadáveres sumado a los testimonios de sobrevivientes, al-Golani, quien recientemente designó a Muhammad al Bashir para la transición de gobierno, prometió que "los responsables de los crímenes de guerra" cometidos por el régimen de Assad "serán perseguidos y llevados ante la justicia".
Golani, quien lideró la ofensiva rebelde que contribuyó a la caída del régimen de Assad en varias áreas de Siria, declaró recientemente que HTS publicará una lista con los nombres de los altos funcionarios del régimen y de las fuerzas de seguridad involucrados en los abusos.
Además, ofreció recompensas a quienes pudieran proporcionar información que condujera a la captura de estos torturadores. Con este gesto, se abre una nueva fase en la lucha por la justicia para las víctimas de las prisiones sirias.
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La transición de poder en Siria
El reciente acuerdo entre el primer ministro de Assad, Mohammed Jalali, y el gobierno rebelde de HTS para una posible transición de poder en Siria marcó un punto de inflexión en el conflicto. El nombramiento de al Bashir como jefe del nuevo gobierno transitorio fue un intento por restaurar el orden en un país destruido y dividido.
Bajo la mirada de la comunidad internacional, parte de su tarea será lidiar con la gestión anterior para unificar y estabilizar un territorio fracturado y sumido en la incertidumbre, donde convivían dos gobiernos en un estado: el "oficial" de Bashar al Asad y el "paralelo" de los grupos armados de la oposición.
Aunque el futuro político del país sigue siendo incierto, la promesa de Golani de rendir cuentas por el abuso del régimen de al Asad y tener un gobierno que respete las minorías abre la posibilidad de una transición ordenada.
Sin embargo, hay un consenso de que la transición política de Siria no será fácil. La guerra civil, que duró más de una década, dejó a la nación devastada, con más de 500 mil muertos, ciudades enteras reducidas a escombros y una población desplazada por millones. Las sanciones internacionales y las divisiones internas en el país dificultan aún más la posibilidad de una paz duradera. Además, la presencia de grupos armados como HTS y otras facciones rebeldes plantea preguntas sobre el futuro político y social de Siria.
CD / Gi
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