Qatar 2022 podría dar impulso al captagon, una de las drogas más consumidas en Oriente Medio
Convirtió a Siria en un narcoestado y generó una industria ilegal de 10.000 millones de dólares, beneficiosa no sólo para el régimen del presidente Bashar al Asad sino también para muchos de sus enemigos. Más de 400 millones de pastillas fueron incautadas en la región sólo en 2021.
El captagon es el viejo nombre comercial de un estimulante sintético antes legal que denomina hoy a una anfetamina ilícita, convertida en una de las drogas más consumidas en Oriente Medio. Convirtió a Siria en un narcoestado y generó una industria ilegal de 10.000 millones de dólares, beneficiosa no sólo para el régimen del presidente Bashar al Asad sino también para muchos de sus enemigos. Cosidas en el vientre de las ovejas, cargado a bordo de drones o planeadores ultralivianos, las pastillas de captagon atraviesan las fronteras a través de métodos cada vez más ingeniosos y se teme que el Mundial de Fútbol 2022 en Qatar sirva de impuso paraa su tráfico.
Inicialmente, el captagon es uno de los nombres bajo los que se comercializó la fenetilina por primera vez tras haber sido sintetizada por la empresa alemana Chemiewerk Homburg en 1961. El medicamento fue luego patentado y vendido en el marco de un tratamiento contra el trastorno de la atención, la hiperactividad y también contra la narcolepsia y, en menor medida, la depresión. Pese a limitados casos de abuso, el captagon fue registrado como sustancia psicotrópica por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 1986, era prohibido en la mayor parte de los países, pero entre tanto la fenetilina se volvió tan codiciada en la península arábica que empezó a ser producida ilegalmente, principalmente en la exYugoslavia y en Bulgaria. Estrechamente relacionado con la metanfetamina, otro estimulante sintético más poderoso, del que se pueden hallar a veces rastros en el captagon, en la actualidad el captagon, conocido por ser utilizado entre los yihadistas del Estado islámico, es fabricado principalmente en Siria y Líbano con una producción anual total de centenares de millones de pastillas.
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Según expertos en estupefacientes, el Estado sirio tiene un papel central en el tráfico de esta sustancia en las zonas controladas por el régimen de Bashar al Asad. Sin embargo, el ministerio sirio del Interior afirmó que los responsables son los narcotraficantes y grupos "terroristas" que aprovechan su "control en las zonas fronterizas".
¿Qué se sabe sobre el captagon?
Las pastillas de captagon son a menudo ingeridas, pero también pueden ser trituradas y aspiradas por la nariz. La anfetamina estimula algunas actividades cerebrales, que pueden provocar una mayor atención, mayor confianza en sí mismo, al mismo tiempo que disminuye el apetito y la somnolencia. Esta polivalencia convirtió a esta droga muy popular entre los estudiantes que deben prepararse para exámenes, los choferes de taxi con dos empleos o profesionales de alto nivel que deben estar concentrados durante largas horas.
El consumo a largo plazo de la fenetilina puede causar efectos secundarios como la depresión profunda, la irritabilidad, una visión borrosa y problemas cardiovasculares, entre otros. Sin embargo, entre los millones de pastillas producidas hoy en laboratorios ilegales en Siria y Líbano, son escasas las que contienen fenetilina, ya que la fórmula del captagon se volvió muy variable.
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La mayoría de las pastillas contienen anfetamina, pero también productos adulterantes como el paracetamol, la cafeína, la quinina o diversas substancias anestésicas, todas potencialmente nocivas. Y el abuso de anfetamina puede causar lesiones nerviosas así como problemas musculares y cardiacos, mientras que la variedad de elementos para cortarla presentes en las pastillas pueden ser también peligrosos.
En los allanamientos se reconoce por las dos C imbricadas visibles en cada pastilla, lo que permiten diferenciar al captagon, cuya fórmula es cambiante, de otras drogas. Las píldoras de mejor calidad, destinadas a la exportación hacia el Golfo, son blancas, pero las pastillas también pueden ser de color amarillo, beige, o rosado.
El captagon a veces se vende triturado, pero casi siempre en forma de pastillas, empacadas en bolsas de 200. Diferentes logos aparecieron en las bolsas, ya sea el de Lexus - el más difundido en los últimos años -, de Range Rover, Lacoste y en algunos casos una luna creciente y una estrella o inclusive una cruz gamada.
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La imaginación de los contrabandistas continúa sorprendiendo a los aduaneros, ya que las incautaciones se deben más a denuncias que a proeza tecnológicas: ocultan comprimidos en grandes tarros de tomate concentrado, en granadas vaciadas o en aceitunas a las que quitaron con cuidado el carozo. También se esconden píldoras en granos artificiales y en naranjas de plástico, e incluso en frescos esculpidos en piedra.
El captagon convirtió a Siria en un narcoestado
En Arabia Saudita, el captagon se considera a menudo como una droga festiva, aunque su consumo se extiende más allá de la clase pudiente. Muchos saudíes modestos y trabajadores inmigrantes consumen esta droga barata, discreta y sin el estigma del alcohol en un país musulmán.
Con el captagon "puedo trabajar sin parar durante dos o tres días, lo cual me ha permitido duplicar mi salario y me ha ayudado a saldar mis deudas", comenta Faysal, un obrero de unos veinte años, recién casado. Según dice, gasta cada semana 150 riales (unos 40 dólares) en comprar los comprimidos de captagon. "Termino mi primer trabajo agotado, al amanecer". Gracias a la droga, puede desempeñar su otro trabajo como chofer.
La pastilla de lujo vendida a la élite saudita puede valer hasta 25 dólares, pero las de menor calidad se consiguen a un dólar. Un obrero egipcio de la construcción contó que empezó a tomar los comprimidos cuando su jefe, en secreto, le metió uno en el café, para que trabajara más rápido y más tiempo. "Con el tiempo, mis colegas y yo nos hemos vuelto dependientes", admite.
El tráfico de captagon abarca varios países y numerosos actores clave tienen vínculos tribales, por lo esencial a través de los Bani Jaled, una confederación beduina que se extiende de Siria y Líbano a Jordania, Irak y Arabia Saudita. De esta manera, una carga puede mantenerse bajo la esfera de influencia de los Bani Jaled desde la fabricación en Siria hasta la entrega en Arabia Saudita, según fuentes coincidentes, entre ellas un oficial de inteligencia, desertores del ejército sirio y un traficante.
Y las cifras son vertiginosas: Más de 400 millones de pastillas fueron incautadas en Oriente Medio y otros países sólo en 2021, según datos oficiales. Este año se espera que las incautaciones sean aún mayores y, de hecho, a finales de octubre la policía incautó 5 millones de dosis en Líbano.
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Por cada cargamento que se intercepta, nueve llegan a destino, afirman responsables de aduanas y de la lucha antinarcóticos. Eso significa que, incluso partiendo de un precio medio de cinco dólares por comprimido, y con solo cuatro cargas de cada cinco llegando a su destino, el captagon representa una industria de al menos 10.000 millones de dólares.
Siria es el origen del 80% del tráfico mundial, según responsables de los servicios de seguridad, por lo que este comercio representa al menos el triple de sus presupuestos, y según expertos en estupefacientes, el Estado sirio está en el corazón de este tráfico en las zonas controladas por el régimen de Bashar al Asad.
De acuerdo con los especialistas, la opaca red de señores de la guerra y oportunistas en los que se ha apoyado el presidente sirio para ganar la guerra ha salido muy beneficiada con el tráfico del captagon. Citan en particular al movimiento chiita libanés Hezbollá, apoyado por Irán, que según ellos desempeña un importante rol en la protección del tráfico a lo largo de la frontera libanesa.
"Siria tiene una necesidad acuciante de divisas extranjeras y esta industria es capaz de alimentar el tesoro público gracias a una economía paralela, desde la importación de materias primas hasta la fabricación y por último la exportación" de los comprimidos, explica un exconsejero del gobierno sirio. "El captagon ha reconciliado a todas las partes en conflicto", es decir, "el gobierno, la oposición, los kurdos y el Estado Islámico", asegura.
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El nombre que se repite una y otra vez es el de Maher al Asad, hermano del presidente sirio y líder de facto de la Cuarta División, la unidad de élite del ejército. Y su implicación también se cita en informes del Centro de Análisis Operativo e Investigación (COAR) y del Centro de Análisis Histórico e Investigaciones sobre Conflictos (CHACR).
Una decena de fuentes, entre ellas dos traficantes, un miembro de las fuerzas de seguridad en la región, un exoficial de los servicios de inteligencia sirios, activistas, un miembro de una tribu siria implicada en el tráfico de captagon y un empleado del sector farmacéutico cuestionaron la labor de la Cuarta División.
"Maher al Asad obtiene una parte de las ganancias del captagon, que sirven incluso para pagar, en parte, los sueldos de un grupo armado vinculado a la Cuarta División", afirma Rami Abdel Rahman, jefe del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una oenegé radicada en el Reino Unido.
Según un observador de Siria, "los productores de captagon obtienen las materias primas directamente de la Cuarta División, a veces en bolsas militares". Un traficante aseguró que esa unidad de élite incluso provee a grupos rebeldes opuestos al régimen.
La Cuarta División controla una gran parte de la porosa frontera con Líbano, esencial para el funcionamiento de este tráfico, así como el puerto de Latakia, uno de sus bastiones. "Tiene un papel activo en la protección, facilitación y fabricación de captagon y en el transporte del cargamento hasta los puertos de Latakia y Tartús", en el noroeste y el oeste de Siria, afirma Caroline Rose, experta en el New Lines Institute.
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La frontera libanesa, que nunca fue claramente delimitada, fue siempre un terreno privilegiado para los contrabandistas y en la actualidad el tráfico de captagon está en auge en el norte del país, Wadi Jaled (Líbano) como nuevo punto clave, "repleto de traficantes", según testigos. En el sur de Siria, las provincias de Sueida y Deraa, en la frontera con Jordania, son dos vías fundamentales en el contrabando hacia Arabia Saudita: en la primera proliferan las bandas que transportan el captagon y la segunda alberga varios laboratorios donde se fabrica la droga
El "rey del captagon", el siriolibanés Hasan Dekko, dirigía su emporio desde Tfail, un pueblo libanés fronterizo con Siria, hasta que fue detenido en abril tras una serie de importantes decomisos. Los responsables de la lucha antidrogas en Líbano aseguran que algunas de sus empresas, en particular una fábrica de pesticidas en Jordania, una concesión de coches en Siria y una flota de camiones cisterna, son tapaderas habituales para los barones de la droga. Pero Dekko, que mantiene relaciones políticas de alto nivel en ambos países, negó cualquier relación con el narcotráfico.
Con una crisis política y económica que se eterniza tanto en Siria como en Líbano, se teme que el tráfico de captagon siga creciendo: "Siria se ha convertido en el epicentro mundial de la producción de captagon por una decisión deliberada", estima Ian Larson, analista en jefe encargado de Siria en el COAR.
El dinero del captagon se distribuye a lo largo y ancho de Siria y Líbano, desde los responsables del régimen y los empresarios millonarios hasta los aldeanos y los refugiados, que fabrican y esconden la droga. "Sigue sin haber pruebas irrefutables que conecten directamente a Bashar al Asad con la industria del captagon y no es de esperar que las encontremos", agrega Larson, que ha escrito abundantemente sobre esta droga.
Tanto los traficantes como quienes luchan contra ella creen que la era del captagon recién empieza.
afp / ds
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