opinión

La radicalización de la juventud francesa

Estudiantes. Son activos participantes de las marchas. Foto: AFP

“Es el inicio de algo nuevo”. En las calles de Francia, la oposición a la reforma de las pensiones ha tomado un giro más radical de la mano de jóvenes activistas, cansados de las manifestaciones semanales y dispuestos a contraatacar.

“Sentimos algo diferente. He venido a coger fuerzas entre estos jóvenes enfurecidos”, afirmó un manifestante de 50 años el viernes, en la segunda noche de manifestaciones antigubernamentales en la plaza de la Concordia de París, bajo una lluvia de los gases lacrimógenos.

En la céntrica plaza, famosa por haber sido uno de los lugares de ejecución durante la Revolución Francesa, oleadas de jóvenes encapuchados se enfrentaron a la policía.

Detrás de ellos, la Asamblea Nacional –la Cámara baja del Parlamento– está protegida por un cordón de vehículos de la policía, al igual que el palacio presidencial, ubicado cerca.

La decisión del jueves del presidente liberal Emmanuel Macron de adoptar por decreto su controvertida reforma de las pensiones ha levantado una ola de indignación en el país. 

Su objetivo es retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42 como ahora) para cobrar una pensión completa. Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se oponen.

El jueves, “en el momento más álgido” de la noche, unos 10 mil manifestantes se reunieron en la plaza de la Concordia. Miles más acudieron o regresaron la noche siguiente, a pesar de la lluvia, sobre todo jóvenes, según constataron los periodistas de la AFP. 

Dos noches seguidas, Savannah, una estudiante libanesa, vino a aportar su experiencia “de las manifestaciones en su país” para ayudar a levantar barricadas improvisadas. 

“Nuestra violencia es la respuesta a su violencia”, resume la joven de 20 años. “De la policía, pero también del gobierno, que nos desprecia”, añade la muchacha, con los ojos enrojecidos por los gases lacrimógenos.

“Bloquear el país”. Las manifestaciones y bloqueos espontáneos han ido atrayendo desde el jueves a más y más gente, a menudo estudiantes de secundaria o universitarios, que dicen estar “determinados” a “bloquear el país”.

El miércoles, cientos de activistas de izquierda de todas las edades se reunieron en el centro de la capital francesa para discutir, con una cerveza o un cigarrillo en mano, el seguimiento concreto de su lucha.

Más allá de las propuestas de desobediencia civil, esperan una “primavera” de revuelta, o incluso para algunos, de revolución.

Bloqueos, manifestaciones, apoyo a los piquetes, ocupación de escuelas secundarias y universidades: estos militantes quieren ir más allá de las “manifestaciones semanales” convocadas por los sindicatos.

“Hemos tenido algunos buenos días de huelga, pero ahora necesitamos un movimiento ofensivo”, dice Jean, un estudiante que no quiso dar su apellido. “Es el principio de algo nuevo”, añade.

El jueves, más de trescientas personas fueron detenidas en todo el país durante las manifestaciones, la mayoría en París. El viernes se registraron 61 arrestos en la capital.

En la plaza de la Concordia algunos grupos lanzaron botellas y fuegos de artificio a las fuerzas de seguridad, que respondieron con gases lacrimógenos para evacuar el lugar donde ardía una gran hoguera.

En Lyon (centro-este), los manifestantes entraron a una alcaldía de distrito y trataron de incendiarla, antes de que la policía sofocara el fuego y detuviera a 36 personas, según la prefectura.

“La oposición es legítima, las manifestaciones son legítimas, (...) el desorden no lo es”, declaró el viernes el ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, en la radio RTL.

*AFP