La estrategia de guerra comercial de Donald Trump
Donald Trump utiliza los aranceles como herramienta de presión política, afectando tanto a aliados como a rivales comerciales. Conversamos con Julieta Zelicovich para analizar cómo esta estrategia impacta en la economía de EE.UU. y su competitividad, especialmente en la disputa con China.
Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos con una serie de amenazas y medidas en materia de política comercial que marcaron un giro en las relaciones internacionales. En sus primeros movimientos, anunció un aumento de aranceles hacia países con los que Estados Unidos mantenía una relación comercial clave, como Canadá y México, socios en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA).
Cuando los gravámenes estaban a punto de ponerse en marcha, la situación dio un giro de 180°. Trump anunció que la aplicación de los aranceles sería suspendida temporalmente por 30 días. Esto ocurrió a partir de negociaciones y un acuerdo que se alcanzó primero con México y, horas más tarde, con Canadá. Ambos países se comprometieron a desplegar tropas en la frontera con EE.UU. a cambio de que prevaleciera el status quo de la relación comercial. En esta decisión se reflejó, una vez más, la estrategia de Trump de utilizar el comercio como una herramienta de presión política.
Influencia de los aranceles en la economía doméstica de EE.UU.
Estados Unidos es un gran importador de bienes de consumo y gran parte de su comercio lo mantiene con sus dos países limítrofes. La implementación de aranceles del 25% encendió las alarmas locales, ya que podría subir el precio de los productos y disparar la inflación. Fue el mismo Donald Trump quien afirmó que los estadounidenses podrían sentir “algo de dolor” producto de esta medida.
Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales e investigadora de Fundar, aseguró en diálogo con Radio Perfil AM 1190 que la economía estadounidense está profundamente integrada a la de sus socios en el tratado del USMCA (ex-NAFTA). Canadá y México forman parte de las cadenas productivas de EE.UU., por lo que los aranceles que afecten a sus socios comerciales terminarán teniendo un efecto negativo sobre la competitividad del país, produciendo lo que denominó una “protección efectiva negativa”, es decir, la implementación de un arancel que termina perjudicando la capacidad productiva nacional.
Trump firmó una orden ejecutiva para crear un fondo soberano de riqueza
Zelicovich recordó que, si bien estos aranceles están suspendidos, funcionan como una herramienta de presión política. Un escenario similar vivió Colombia el último fin de semana de enero, tras las amenazas cruzadas de imposición de gravámenes entre Donald Trump y Gustavo Petro, que finalmente se resolvieron a partir de un acuerdo entre ambos gobiernos.
No es la primera vez que Trump utiliza la política comercial como carta de negociación. Basta con analizar sus movimientos durante su primera gestión. A la luz de los hechos, queda claro que Trump no mira la estructura productiva sino las relaciones de poder. Utiliza la política de aranceles como un mecanismo para ejercer su poder en la arena internacional.
La geopolítica de los aranceles
China fue otro de los países que recibió la amenaza de imposición de aranceles por parte de EE.UU. El gigante asiático tomó nota de la acción y respondió con un impuesto del 15% sobre ciertos tipos de carbón y gas natural licuado (GNL), así como un arancel del 10% sobre el petróleo crudo, la maquinaria agrícola, los automóviles de gran cilindrada y las camionetas. Estas medidas entrarán en vigor el 10 de febrero.
En este clima, Julieta Zelicovich que también es magíster en Relaciones Comerciales Internacionales por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, advirtió que la relación entre EE.UU. y China es probablemente la más compleja y que no es lo mismo amenazar con una guerra comercial a un país socio que a un adversario o rival. Una relación de coacción económica con un adversario es menos eficiente que con un aliado. Con los aliados, la amenaza de la sanción suele conducir a un cambio de política. Esto último quedó claro con la desescalada del conflicto con Canadá, México y Colombia, y en parte explica por qué EE.UU. mantiene su postura respecto de los aranceles del 10% hacia China.
A medida que se intensifica la competencia entre ambas naciones, es previsible que temas como la seguridad nacional, el narcotráfico, la competencia tecnológica y, posiblemente, el conflicto de Taiwán sean abordados en las futuras reuniones entre ambas potencias. A diferencia de las relaciones con Canadá y México, que son más colaborativas, la competencia con China crea un ambiente de confrontación, donde las amenazas comerciales son parte de una estrategia más amplia de poder. Este escenario refleja una carrera armamentística de aranceles y políticas económicas que están configurando una nueva era de tensiones geopolíticas, donde el comercio y las inversiones se convierten en herramientas de presión política.