Japón se encamina a la "extinción" como nación, advirtió un experto en natalidad
Según la proyección de Hiroshi Yoshida, un reconocido profesor japonés, dentro de 700 años el país tendrá apenas un solo niño menor a 14 años. Los motivos son el rápido envejecimiento poblacional y una tasa de fertilidad mínima histórica.
Japón se encamina a la "extinción" debido al envejecimiento poblacional y la baja tasa de nacimientos. Así lo afirmó Hiroshi Yoshida, un reconocido experto en natalidad que trazó una proyección sombría para el futuro demográfico de la nación asiática al afirmar que, al ritmo actual, ésta podría desaparecer dentro de 700 años.
En un escenario que parece más una distopía de ciencia ficción que la realidad, el profesor de la Universidad de Tohoku de Tokio sostuvo que el país se enfrenta un futuro irreversible si las tasas de natalidad continúan con su curso descendente. Después de siglos de descenso demográfico, Japón podría extinguirse como nación para el año 2720, cuando estima que habrá apenas un solo un niño menor de 14 años en su territorio.
Yoshida dirige el Centro de Investigación sobre Economía y Sociedad en Edad Avanzada de la casa de estudios y había estado realizando simulaciones demográficas desde 2012. Basándose en datos del Ministerio del Interior y Comunicaciones de Japón, el experto reveló que la caída del número de nacimientos registrada en abril de 2024 fue un golpe importante: un descenso del 2,3 por ciento que adelantó la fecha de la desaparición demográfica en 100 años, comparado con estimaciones previas.
Japón se encamina a "extinguirse" en el largo plazo
El escenario proyectado por Yoshida provocó conmoción dado que estima que para el año 2720, Japón estaría compuesto únicamente por personas mayores, sin apenas chicos y adolescentes. "Si no se detiene el descenso del número de nacimientos, la manecilla del 'reloj' retrocederá", afirmó Yoshida al diario japonés Yomiuri Shimbun. "Japón podría convertirse en el primer país en extinguirse debido a una baja tasa de natalidad", sentenció el profesor.
No obstante, la crisis de natalidad de Japón no es algo reciente. Desde la década de 1970, el número de nacimientos disminuyó consistentemente; y en 2005, por primera vez, las muertes superaron a los nacimientos. En 2022, esta diferencia se incrementó drásticamente, con casi un millón más de muertes que nacimientos. A medida que la población envejecía en medio de mejoras en la calidad de vida, el porcentaje de personas mayores de 65 años alcanzó el 29,9 por ciento, un aumento significativo desde el 24,1 por ciento en 1960.
Por otro lado, el fenómeno tuvo raíces económicas profundas, detalla Yoshida. El profesor explicó que la prolongada recesión económica del país provocó que los jóvenes enfrentaran dificultades para casarse y formar familias. El alto costo de vida, la falta de estabilidad laboral y los bajos ingresos hicieron que muchos jóvenes renunciaran a la idea de tener hijos, exacerbando aún más la tendencia de envejecimiento poblacional.
La lucha de Japón contra el "tic tac" hacia la extinción
La tasa de natalidad de Japón, que en 2023 se situó en un alarmante 1.20, fue la más baja desde el comienzo de los registros oficiales en 1947. En comparación, la tasa de fertilidad mínima necesaria para mantener una población estable es de 2,1 hijos por mujer. En 2023, Japón tuvo 727.277 nacimientos y 1.575.936 muertes, según cifras oficiales, lo que resultó en una pérdida neta de 848.659 personas. Para 2024, se esperaba que Japón registrara menos de 700.000 nacimientos, lo que marcaría otro triste récord en su descenso poblacional.
Frente a esta amenaza existencial, el gobierno japonés comenzó a implementar una serie de políticas para contrarrestar el declive de la población. En un intento por aumentar la tasa de natalidad, se destinó un fondo de 5,3 mil millones de yenes (aproximadamente 33 millones de dólares) en incentivos monetarios para las parejas que decidieran formar una familia.
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Además, se promovieron medidas para mejorar el equilibrio entre trabajo y vida personal, como la adopción de una semana laboral de cuatro días en el gobierno metropolitano de Tokio y la opción de que los padres de niños pequeños salieran del trabajo dos horas antes a cambio de un recorte salarial.
El gobierno también exploró opciones poco convencionales, como el lanzamiento de una aplicación de citas en Tokio. Según un funcionario de la ciudad, la aplicación fue diseñada como un "suave empujón" para los solteros que buscaban pareja, ayudándolos a encontrar a sus futuros cónyuges. Para usar la aplicación, los usuarios debían presentar pruebas de soltería, demostrar sus ingresos anuales y comprometerse formalmente a casarse.
El impacto en la economía
Sin embargo, la inmigración, que podría haber aliviado la escasez de mano de obra, sigue siendo un tema sensible. Japón tiene una de las políticas migratorias más estrictas del mundo, aunque en los últimos años comenzó a flexibilizar sus restricciones. En 2023, el número de residentes extranjeros en Japón superó los 3 millones por primera vez, lo que representó un 2,66 por ciento de la población total. A pesar de ello, la inmigración no fue vista como una solución completa para la crisis demográfica, debido a las barreras culturales y políticas existentes.
La situación demográfica de Japón no solo plantea un riesgo para su población, sino también para su economía. Con una población envejecida y una base laboral cada vez más reducida, Japón enfrentaba graves problemas de productividad y sostenibilidad de su sistema de bienestar. La escasez de trabajadores jóvenes presionaba las finanzas públicas y creaba una carga insostenible para los sectores encargados del cuidado de la población mayor.
La advertencia de Hiroshi Yoshida fue clara: si Japón no abordaba de manera urgente y efectiva su crisis de natalidad, el país podría encarar un camino sin retorno hacia su desaparición demográfica. En 2720, el futuro proyectado es devastador: Japón podría haberse convertido en un país fantasmal, con una población envejecida y casi sin jóvenes. "Deberíamos crear un entorno en el que las mujeres y los ancianos puedan trabajar y aspirar a una sociedad en la que todos participen activamente", concluyó el experto.
CD / Gi
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