abstención récord

Francia va hoy a las urnas en las elecciones más inciertas de su historia contemporánea

Casi 50 millones de franceses están convocados para el balotaje de las elecciones legislativas, en cuya primera vuelta la ultraderecha encabezada por Marine Le Pen obtuvo un resonante triunfo que sacudió la escena política del país. Las fuerzas centristas y de izquierda revivieron el llamado “cordón sanitario”, esta vez bajo la forma de la “desistencia”, el retiro de un candidato para evitar dividir el voto cuando se enfrenta a un lepenista. El riesgo es el de una parálisis provocada por una cohabitación forzosa entre un Macron debilitado y un líder de la extrema derecha al frente del gobierno.

Foto: afp

Francia vivirá hoy la segunda vuelta de las elecciones legislativas más inciertas de su historia contemporánea, que podría obligar al presidente Emmanuel Macron a compartir el poder con un nuevo gobierno de extrema derecha en Europa, que se sumaría a los de Austria, Italia, Hungría y Países Bajos, entre otros.

Los casi 50 millones de franceses llamados a las urnas tienen ante sí un dilema en estos comicios anticipados: ¿Votar por la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen o por el “frente republicano” tejido por la izquierda y el oficialismo de centroderecha más con el objetivo de cerrarle el acceso al poder que por coincidencias programáticas?

Los colegios electorales abren hoy a las ocho de la mañana locales, después del voto, ayer, de los electores que viven en los territorios franceses en América y en los países de este continente, como la prefectura de San Pedro y Miquelón, cerca de Terranova, Canadá, que fue la primera de las regiones de ultramar en las que comenzó la votación. Les siguieron las votaciones en San Bartolomé, San Martín, Guadalupe, Martinica, Guyana, la Polinesia Francesa y los franceses residentes en el continente americano.

En juego. “Lo que está en juego este domingo es, por primera vez en la historia de nuestro país, la posibilidad de un triunfo de la extrema derecha en las urnas”, advirtió el viernes el líder socialdemócrata Raphaël Glucksmann.

El partido heredero del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, conocido por sus comentarios racistas y antisemitas, y sus aliados, ganaron la primera vuelta con un 31,37% de votos y esperan ahora lograr una mayoría absoluta, algo que según las encuestas no se ve tan probable por la respuesta de los otros sectores políticos.

“Tenemos muchas posibilidades de obtener la mayoría absoluta” de 289 diputados, aseguró el viernes Marine Le Pen, cuyo partido postula como primer ministro a su estrella emergente Jordan Bardella, de 28 años.

Su programa se basa en tres ejes: controlar la inmigración, seguridad y poder adquisitivo. Y prometen un “big bang” de la autoridad en la escuela y reservar la nacionalidad a los niños con al menos un progenitor francés, entre otras medidas. Pero su victoria en la segunda economía de la Unión Europea y potencia nuclear podría debilitar la influencia de Francia en Bruselas, donde ha sido uno de los principales motores de la integración europea, y socavar la política de apoyo a Ucrania.

Y sumaría un nuevo gobierno con ultraderechistas en Europa: en Italia, la posfascista Giorgia Meloni es primera ministra, y en otros como Finlandia, Eslovaquia y Países Bajos forman parte del Ejecutivo. Y en Hungría, Víktor Orban, un ultraconservador, llegó a la presidencia rotativa de la UE.

“Frente republicano”. Para evitarlo, el Nuevo Frente Popular (NFP) –coalición de izquierdas que aúna de socialdemócratas a anticapitalistas y que logró un 28% de votos en la primera vuelta– y la alianza de Macron (20%) tejieron un “frente republicano”.

Este principio implica la retirada del candidato “republicano” con menos posibilidades de ganar en aquellas circunscripciones en las que se clasificaron para el balotaje ambas alianzas, junto a un rival ultraderechista en posición de fuerza.

La estrategia parece dar sus frutos. Las últimas proyecciones de Ipsos e Ifop dan a RN y sus aliados entre 170 y 210 escaños de los 577 de la Asamblea Nacional (cámara baja), pese a que, antes de los abandonos, la mayoría absoluta parecía posible. Pero estas proyecciones también arrojan un escenario donde los tres bloques surgidos de las elecciones de 2022 –izquierda, centroderecha y extrema derecha– continúan, con una nueva relación de fuerzas y sin mayorías claras.

Además, en la primera vuelta solo se repartieron 66 escaños, para aquellos candidatos que obtuvieron una mayoría absoluta, entre ellos Marine Le Pen, que tiene garantizados otros 38 compañeros en la Cámara baja del Parlamento. Por su parte, el Nuevo Frente Popular obtuvo 32, en su mayoría para LFI de Jean-Luc Mélenchon, mientras que el bloque “macronista” se garantizó solo dos representantes, a la espera de poder amortiguar hoy una derrota que previsiblemente le mantendrá en tercera posición.

Varias hipótesis emergen: una coalición entre parte de la izquierda, el oficialismo y los diputados derecha que no pactaron con RN, o incluso un gobierno tecnócrata con apoyo parlamentario.

Pero la idea de “gran coalición” se anuncia difícil. El NFP prometió derogar la impopular reforma de las pensiones de Macron y aprobar un impuesto a las grandes fortunas, dos líneas rojas para sus eventuales aliados.

A menos de tres semanas del inicio de los Juegos Olímpicos de París, el primer ministro de centroderecha, Gabriel Attal, anunció que su gobierno está dispuesto a permanecer “el tiempo que sea necesario” para garantizar la continuidad del Estado.

El alcance de la abstención será clave. La participación en la primera vuelta fue casi 20 puntos superior que en 2022, pero la política de abandonos, la llamada “desistencia”, podría desanimar a los electores obligados a votar por un candidato opuesto a sus ideas.

Ante eventuales “desórdenes”, las autoridades desplegarán 30 mil policías y gendarmes hoy a la noche, tras una campaña marcada por la tensión y las agresiones a medio centenar de candidatos y militantes.

 


 

Un delfín joven y popular, que sabe navegar con destreza las redes sociales 

Agencias

Jordan Bardella, que la extrema derecha postula como primer ministro de Francia, es un joven de 28 años seguro de sí mismo y popular en las redes sociales, que se erigió en su nueva imagen pese a no apellidarse Le Pen.

“Por encima de todo, los escucharé, los respetaré. Les consagraré cada minuto, cada segundo” como primer ministro, dijo Bardella, en su último video de campaña publicado en las redes sociales, mientras mira a la cámara.

Pero para sus detractores, su imagen de “yerno ideal”, siempre vestido y peinado de forma impoluta, busca esconder un político carente de sustancia, así como las raíces antisemitas y racistas de su formación.

Marine Le Pen, líder de facto de la Agrupación Nacional (RN) que Bardella preside, confirmó a mediados de junio que su protegido sería jefe de Gobierno si obtienen una mayoría absoluta en las elecciones legislativas.

“Lo considera como un hijo espiritual”, asegura un diputado próximo a ambos. La ultraderechista lo ve además como su “pareja ejecutiva” si logra convertirse en presidenta de Francia en 2027.

La hija de Jean-Marie Le Pen, el controvertido fundador del Frente Nacional (rebautizado RN), ya encargó a Bardella liderar su partido en las elecciones europeas de 2019 y 2024, que ganó en ambas ocasiones.

“Capitán, mi capitán”. Ante el público, presenta una biografía diferente al clan Le Pen, que parece convencer. “Hay una renovación y me parece muy bien”, aseguró Agnès, una electora suya, que “nunca” votó por los Le Pen, durante un mitin en abril.

Nacido en 1995 en el seno de una familia de origen italiano, el eurodiputado siempre destaca que creció en una torre de viviendas sociales de un suburbio de París, marcado por el “narcotráfico” y niñas “con velo” islámico.

Pero Bardella, criado por su madre, suele evitar hablar de su padre, un próspero empresario que le regala un auto y le alquila un piso, y con quien pasa fines de semana en su vivienda en zonas más acomodadas.

A esto suma su estrategia en redes sociales para atraer a jóvenes. En TikTok es una de las personalidades preferidas, con casi 2 millones de abonados, y suele darse baños de selfies tras cada mitin o en cada desplazamiento.

Y sus seguidores no dudan en publicar videos de él, dibujando incluso corazones. “Capitán, mi capitán, necesitamos que nos guíes”, reza la banda sonora de uno de los videos publicado durante la campaña de las europeas.

A nivel ideológico, ofrece un rostro más liberal en la economía que Le Pen y más conservador en lo social, pero sin abandonar su línea contra la inmigración, la inseguridad y la ecología “punitiva”.

Duelo de juventud. Si logra las llaves de Matignon, residencia del primer ministro de Francia, se convertiría en el más joven, por delante incluso de su actual inquilino, Gabriel Attal, de 35 años y con quien instauró un duelo político.

Los rivales de Bardella, quien cursó estudios universitarios de Geografía que no terminó para consagrarse a su carrera política, lo acusan de no conocer a fondo las cuestiones políticas y de no tener posiciones claras.

“Yo no soy como usted, cambiando de opinión sobre todo (...), diciendo ‘queremos salir de Europa’ y luego ‘al final queremos quedarnos’; ‘queremos salir del euro’, ‘al final queremos quedarnos’”, le dijo Attal en mayo.

El ascenso del líder ultraderechista, del que se conoce poco de su vida privada más allá de haber sido pareja de una sobrina de Marine Le Pen, no ha estado exento de polémica.

Un reportaje de la televisión pública francesa denunció en enero que usó de 2015 a 2017 una cuenta anónima de Twitter (rebautizado X) “RepNat du Gaito” para compartir mensajes racistas, algo que el interesado niega.

Y en noviembre, Bardella, que se unió al Frente Nacional en 2012, consideró que su fundador Jean-Marie Le Pen no era “antisemita”, pese a sus condenas judiciales, antes de dar marcha atrás ante la polémica generada.