Brasil

El escenario electoral no pinta de rojo

Un debate entre candidatos a intendencias suele ser tedioso para quien no vive en el municipio de referencia. Pero esta vez los postulantes que disputan la alcaldía de San Pablo demostraron que los comicios trascienden el mero marco municipal y se proyectan hacia 2026.

Palacio de Planalto, sede del Poder Ejecutivo de Brasil. Foto: pixabay

Un debate entre candidatos a intendencias suele ser tedioso para quien no vive en el municipio de referencia. Pero esta vez los postulantes que disputan la alcaldía de San Pablo demostraron que los comicios trascienden el mero marco municipal y se proyectan hacia 2026, año en que deberán ser elegidos presidente, gobernadores, diputados y senadores federales. Es lo que convierte el escenario y los actores en una fuente de atracción para sociólogos, psicólogos, politólogos y periodistas.

Hay otras dos grandes ciudades que gravitan en la competencia: Río de Janeiro y Belo Horizonte; pero en ellas no hay nada que se asemeje a la diversidad política paulistana. En verdad, de las 25 capitales estaduales hay 14 donde la confrontación se da entre partidos de derecha y centroderecha. Entre ellas figura BH. Y en el caso de Río de Janeiro el match se juega entre el centrista Eduardo Paes, apoyado explícitamente por Lula da Silva; y Alexandre Ramagem, ultraderechista del partido de Jair Bolsonaro. En Porto Alegre, que en el pasado fue un bastión del PT, el conservadurismo va al frente con Sebastián Melo (40% de apoyo) y en el puesto número dos está la petista María del Rosario (con 32%) un pleito que se dirimirá en la segunda vuelta.

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En el nordeste, tradicional bastión de votos de Lula, el panorama muestra la emergencia de los centristas, aunque por ahí se cuelan ultraderechistas como en Salvador de Bahía, donde Unión Brasil lleva las de ganar. La excepción nordestina es Recife, capital de Pernambuco, el estado donde nació Lula. Allí todo indica que el socialista Joao Campos (hijo del célebre político Eduardo Campos) obtendrá la victoria con 74% de adhesión.

La escena, como se ve, no pinta de rojo. Pero tampoco del color amarillo que distinguió la campaña presidencial de Bolsonaro. Es más, el expresidente optó por desaparecer de la corrida: le retiró el apoyo explícito al intendente de San Pablo, Ricardo Nunes, que aspira a su reelección; y otro tanto hizo con el carioca Ramagem, que es miembro de su partido. Probablemente no quiera aparecer como derrotado en los dos mayores ciudades del país. No sería una buena imagen para su futuro del político.

Donde el progresismo aparece con presencia indiscutible es en la metrópolis paulistana, donde conviven 9,3 millones de electores. Hay tres candidatos en condiciones de igualdad: uno es Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), a quien Lula apuesta todas las fichas. Graduado en filosofía y con una maestría en psiquiatría por la Universidad de San Pablo, comenzó a militar tempranamente en el Movimiento de los Sin Techo para ejercer luego el liderazgo. Hoy es diputado federal y aspira a conseguir el comando de esta capital, con 12 millones de habitantes. Las encuestas muestran que está primero en el ranking, con 27% de respaldo popular.

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Pero le siguen muy cerquita otros dos personajes, con fuertes raíces conservadoras: uno es el actual intendente Ricardo Nunes, que había obtenido la solidaridad de palabra de Bolsonaro; y el otro es uno de esos nuevos protagonistas electorales que se caracterizan por ser excelentes actores, capaces de defender una supuesta alternativa a los “corruptos” políticos de ataño. Se trata de Pablo Marçal, a quién los medios caracterizan como “un fenómeno” de las redes sociales, ya que su perfil en Instagram tiene 12 millones y medio de seguidores. Él se define como un emprendedor “exitoso” que actúa como “jefe visionario” de un conglomerado “empresarial”. Pero sus ingresos provienen de otra fuente: vende cursos por internet, donde supuestamente enseña marketing digital y un “entrenamiento” de inteligencia emocional. Estuvo preso en 2005 por colaborar con una banda que se dedicaba a hackear cuentas bancarias para robar dinero de ellas.

El moderno ultraconservador, fenómeno mundial de estos tiempos, aparece literalmente empatado con el actual intendente Nunes, en segundo lugar en la batalla. El alcalde es un hombre investigado por múltiples irregularidades cometidas durante su primera gestión. Lo cierto es que, desde el punto de vista de las encuestadoras, cualquiera de ese terceto puede entrar en la segunda vuelta.

 

Gi