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China ante la encrucijada del envejecimiento poblacional

Crisis. Tuvo en 2023 una tasa de 6,39 nacimientos por cada mil habitantes, la más baja desde 1949. Foto: afp

El acelerado envejecimiento poblacional se ha vuelto uno de los mayores problemas estructurales de China en el siglo XXI. Desde 2016 hasta la fecha, la potencia asiática ha ido adoptando una serie de medidas para contrarrestar el preocupante fenómeno, que se presenta como una grave amenaza a futuro para el desarrollo económico, la sustentabilidad fiscal y la estabilidad social.

De acuerdo con cifras oficiales, China reportó una tasa de natalidad baja, récord en 2023 y su población se redujo por segundo año consecutivo. China registró 6,39 nacimientos por cada 1.000 habitantes el año pasado, por debajo de los 6,77 de 2022, es decir, la tasa de natalidad es la más baja desde 1949.

Las preocupantes cifras exhiben la profundización de una tendencia negativa que luce muy consolidada, pese a todas las medidas gubernamentales adoptadas para revertirla. Para colmo, los expertos coinciden que la pandemia y la larga cuarentena en China contribuyeron a agravar aún más el problema. Según proyecciones preliminares, si bien podría haber un repunte de nacimientos durante 2024, la tendencia estructural hacia la baja se mantendría. 

El primer gran hito de la serie de medidas tomadas por el gobierno de Xi Jinping para afrontar el problema fue la eliminación en 2016 de la histórica política de hijo único. La misma estuvo acompañada de una serie de incentivos fiscales para promover los nacimientos. Pero el envejecimiento continuó acentuándose y, en 2021, se pasó a una política de tres hijos, con incentivos adicionales.

Tanto por razones económicas; como el alto costo que sigue implicando criar un hijo en China, como culturales; entre las que se destaca la búsqueda de mayor autonomía por parte de las mujeres, la realidad es que son cada vez más las parejas chinas que no quieren tener ningún hijo. Y lo que es peor: son cada vez más los chinos que se burlan del tabú cultural de la soltería y deciden no formar pareja, o bien recién logran hacerlo a una edad avanzada.

Ahora, el gobierno chino anunció dos nuevas medidas contra el acelerado envejecimiento. La primera de ellas, altamente impopular, aunque lógica: aumentar progresivamente la edad de jubilación, que se encontraba entre las más bajas del mundo y no se actualizaba desde la década de 1950. En los próximos 15 años, la edad de jubilación para los hombres aumentará de 60 a 63 años, mientras que la edad de jubilación para las mujeres subirá de 50 a 55 para los trabajos manuales y de 55 y 58 años para los trabajos administrativos.

El descenso de la natalidad coincide con la reducción de la población activa y el rápido envejecimiento de la población. Según la Academia China de Ciencias Sociales, se estima que, a este ritmo, el fondo público de pensiones del país se quedará sin recursos para el año 2035. En ese mismo año, se espera que China tenga alrededor de 400 millones de personas mayores de 60 años. 

La perspectiva se agrava por un aspecto muy particular de China, que es la constante migración interna de los jóvenes hacia las principales ciudades, por estudio o trabajo. Esto lleva a que muchos adultos mayores queden en soledad durante gran parte del año, especialmente en zonas rurales o alejadas.

Si las tendencias actuales continúan, se espera que China pierda más de un tercio de sus 1.400 millones de habitantes. Algunas proyecciones indican que el país llegará a tener una población de apenas 800 millones para el año 2100.

La otra medida reciente que tomó el gobierno chino fue la prohibición de la mayoría de las adopciones extranjeras de niños chinos, con la única excepción de que parientes consanguíneos puedan adoptar un niño o un hijastro. En paralelo, China también busca que cada vez más jóvenes chinos que residen en el exterior por razones familiares o laborales retornen a su patria.

Ahora bien, China claramente también necesita que más jóvenes extranjeros quieran vivir y formar familia en el país. Es algo que pese a los incentivos económicos que se puedan eventualmente ofrecer, nunca será sencillo de lograr en la cantidad necesaria, por el fuerte choque idiomático y cultural. China afronta una encrucijada tan compleja como inédita en su milenaria historia.

* Director del Observatorio Sino-Argentino. Candidato doctoral en Estudios Internacionales y Master of China Studies. Profesor visitante en la Universidad de Zhejiang (China) y regular en UCA y Undef.