LUIS OVSEJEVICH

“Queremos iluminar la cultura”

El creador de los Premios Konex celebra el trabajo de décadas haciendo un repaso que da cuenta de la importancia del galardón y cómo ha resistido a lo largo de los años. Anticipa la ceremonia 2025 y cuenta las razones de la popularidad del laurel.

Experiencia. El creador de los Premios Konex festeja el legado que ha creado. Foto: SERGIO PIEMONTE

Luis Ovsejevich es el creador de los Premios Konex. A su vez, en un nombre crucial en la cultura argentina de los últimos 40 años, que ha pisado con igual entusiasmo la gestión en el Teatro Colón, el hecho de dar clases con apenas 20 años, representar a Canon en Argentina y, claro, fundar un premio que sería insignia, faro y eco de los tiempos que corren (o una observación sobre lo mismo). ¿De dónde le nace la pasión a Ovsejevich, quién establece que a los 84 años que los premios lo hacen “sobrevivir”? Ovsejevich: “Mamé la cultura con mi mamá y mi papá. Cuando tenía tres años, había un piano vertical en mi casa. Mi mamá era profesora de piano pero no ejercía, tocaba para ella. Mientras mi mamá llamaba al ascensor, yo tocaba de memoria lo que estaba tocando mi mamá. Cuando hice mi autobiografía, la Argentina perdió un pianista de lujo pero ganó los Premios Konex”. Así, entre sonrisa y camino, el gestor se encandila en decir que los premios lo han llevadoa “conocer gente”. Esa “gente” que menciona Ovsejevich implica un real quién es quién en la Ciencia y Tecnología, Humanidad, Deportes y otras ternas que definen el horizonte anual de los premios. Cuenta: “En estos momentos estoy convocando a los jurados de los premios 2025, a la Música Popular. Lo que me dicen todos, uno por uno, es que es el único premio en Argentina que tiene prestigio. Mucha gente me dice que el único premio que valoran es el Premio Kónex. Tiene un valor que es el jurado, yo me preocupo en elegir un jurado y ese jurado es el que le da valor al premio. Son los jurados los que hacen al premio”. Y establece con claridad una misión de los Konex: “premiar es una forma de educar, de enseñar, de mostrar quienes son las personas más importantes de la Argentina”.

—¿Por qué crees que logra ese título de premio más importante de Argentina?

—Por la seriedad con que se hace. No hay ningún interés económico, ni comercial. La ideología: no es “si somos de derecha inventamos un premio para la derecha, si somos del otro lado, inventamos un premio para el otro lado”. Acá no. Los jurados y los premiados son de todas las ideologías, lo que se reconoce es el mérito de las personas. 

—¿Hay algún momento en la historia de los premios que te generó un orgullo particular?

—Siempre me pone muy contento cuando hacemos los de Ciencia y Tecnología y los dedicados a Humanidades, porque son los menos reconocidos en la sociedad en general. El físico, el matemático, el químico, el biólogo: a veces son gente que solo los conocen injustamente sus pares. Si yo premio Espectáculos o Deportes, las figuras son públicas en general. En cambio los otros no. Darles un premio que ha recibido Maradona, Messi o Mercedes Sosa es ponerlos con justicia a todos bajo la misma luz, celebrar su existencia, igualarlos como corresponde a los ojos de la sociedad. Ayuda a destacar a esa personalidad, demostrar que la sociedad lo reconoce.

—¿Cómo vivís hacer los premios en este momento de la Argentina?

—¿En qué momento no fue difícil desde que inventé los premios en los años 80 a hoy? Siempre nos acordamos del día de hoy. Hoy está atacado. Y hace 10 años también. Y hace 20 también. 30 también y así siempre. Cambian los gobiernos… ¿habrá alguno con más interés por la cultura? Sí, es cierto que el gobierno de Alfonsín tuvo un poco más de inquietud hacía la cultura que otros. La Argentina es un manantial de personalidades interesantísimas. En la actividad que quieras hay gente de Argentina destacada. En la música clasica: ¿cuántos países tienen una Argerich, un Barenboim o Gelner? Así en todo. 

—¿Hay algún premio puntual que te genera particular alegría al recordarlo? 

—Cuando le dimose el premio a Fangio. Fue cuando recibió el premio, el primero, que fue sorpresa, no se sabía que el de él iba a ser el Brillante. Estaban todos en el Luna Park, una cena de 1.800 personas. Lo eligen a él, y él dice: “Espero que no me falle el de la zurda. Es la primera vez que me reconocen en Argentina”. Ese es uno de los recuerdos muy lindos. 

—También lograste que Quino vuelva a dibujar a Mafalda como parte de tus ciclos en el Colón para niños.

—Inventé un ciclo de música clásica para chicos. Se lo ofrecí a Renán, que dirigía el teatro Colón, y me dijo que no era para el Colón. Eso fue en el 90. Empezamos en el 91. Le dije a Ricardo Halac, que dirigía el Cervantes. Le dije que el sábado y domingo a la tarde no hacía nada, que me lo deje para espectáculos para chicos. Hicimos 54 veces El barbero de Sevilla y 12 veces La flauta mágica. Según Napoleón Cabrera, él decía que era un récord hacer 54 veces El barbero… Eso me dijo él. Dudo que así sea. Seguimos algunos años, y en el 93 me llama Renán y me lo pide para el Colón. Ahí se me ocurre pedirle a Quino que me haga unas imágenes para el ciclo. Hablé con Quino, que había sido premio Kónex en el 82 y 92, se las pedí y rescató a Mafalda, una de las pocas veces que la rescató. La repetimos todos los años esas imágenes de Mafalda. Él me autorizó e íbamos cambiando el globo.

—¿Qué es la cultura popular para vos?

—Lo que distingue a una sociedad civilizada de una que no lo es. Se la cuida rescatando los valores que tiene cada sociedad. Nosotro vivimos en la cultura occidental, diferente a la de otros rincones del mundo. Pero todas buscan rescatar lo mejor que tienen cada una de esas sociedades. 

—¿Cuánto trabajo lleva cada entrega?

—Eso hace a las características del premio. Nosotros seleccionamos a 20 jurados para 20 disciplinas que se adaptan a lo que sucedió desde la entrega anterior. Por ejemplo, este año aparecerán estilos musicales que aparecieron en los últimos años. Por ejemplo, 85, 95 y 05 estuvo más bien congelado, es decir, no cambiaron tanto las disciplinas. Este año hay un montón de nuevos estilos que aparecieron ahora. Recuerdo que en algún momento agregamos el cuarteto. Ahora es estable. Se verá que se suma ahora. Luego se hace una primera lista, en cada disciplina, donde se acumulan nombres para el Diploma al mérito y los jurados tienen que elegir. Se vota hasta que quedan cinco en cada una de las categorías, y se discute: es difícil que todos se pongan de acuerdo. Después hay que elegir uno de cada disciplina, de ahí se eligen los 20 que hacen a los Kónex de Platino, y se elige uno, que es el Kónex de Brillante. Una cosa que les decía cuando hacíamos las deliberaciones presenciales, antes de la pandemia, era que en 95% de los nombres van a estar de acuerdo. Van a pensar que faltan 5 o que sobran 5 pero en 95 están de acuerdo. Y siempre me decían que sí. En cada ceremonia, al final de la misma, me siento muy contento: se cumple con el cometido que me propusé y ya va a ser el año 46. En Argentina, 46 años de una cosa no existe. Fijate que los premios no son discutidos. Podrán decir que falta gente, pero nunca son discutidos. 

—Hacen más cosas que los premios…

—Va a ser la temporada 35 del ciclo de Vamos al Ballet. Te cuento una anécdota que me pasó hace un mes atrás: fui a la sala, y un matrimonio se me acerca. Me dicen: “Lo felicito, traemos a nuestro nieto. Hace 20 años veníamos con nuestra hija”. Eso hace bastante gráfico lo que hemos logrado. Esta es una forma de que muchas generaciones vean música clásica, que la conozcan desde el ballet - que es donde hemos hecho hincapié últimamente-. También hicimos ópera, en conjunto con Juventus Lyrica. Sumamos esfuerzos, que es algo que me gusta. Siempre quise llevar los premios a otros lugares. Una alternativa es en España. Otra es hacerlos en Miami para toda la comunidad latina en Estados Unidos, que cubre a más de 50 millones de personas.