Peter Lanzani: “No me voy a quedar sólo con el actor”
Sigue en cartel Las cosas maravillosas, un nuevo desafío teatral para un artista que además de protagonizar, sabe cantar, bailar, dirigir y escribir. Ahora enfrenta en escena temas tan difíciles como el suicido y la depresión.
Todavía hay gente que lo asocia a Peter Lanzani con las propuestas televisivas de Cris Morena, pero hace mucho tiempo que este actor, cantante, también dramaturgo y director dejó atrás ese pasado. Quizás su gran prueba de fuego escénica fue encarnar el mismo papel que había hecho Miguel Ángel Solá en Equus. O tal vez su actuaciones en el cine tanto en El clan, El ángel o en 4x4 hayan convencido a los espectadores que Lanzani es un intérprete para tener muy en cuenta. Desde hace muy pocas semanas estrenó Las cosas maravillosas de Duncan Macmillan y Jonny Donahoe, con traducción y versión de Pablo Gershanik. En este nuevo unipersonal enfrenta el riesgo de ser el narrador con la dirección de la actriz Dalia Elnecavé, los lunes y martes a las 20 hs. en Multiteatro.
—En Las cosas maravillosas ¿la clave está en la relación con el público?
—Creo que es el gran desafío de Las cosas maravillosas. Hay mucho riesgo emocional. El texto es simple, hay trabajo con la metodología de estudio, pero la conexión con la gente es lo más importante, porque los invitás de una manera u otra a saltar al vacío y yo los espero ahí abajo. La obra habla del poder de estar en compañía y no quedarse solo ante situaciones como éstas. La gente salió muy emocionada, la entendió y quiso escribir sus propias cosas maravillosas. Con la directora Dalia (Elnecavé) buscamos eso: que se vayan distintos a como entraron.
—¿Crees que tu paso por la conducción en Dac ficciones cortas para Canal á y Cine.ar te ayudó para asumir este riesgo tan puntual?
—Creo que a la hora de subirse a un escenario todo suma y uno se agarra de lo que sea. En este espectáculo siento que hay algo que va más allá de la actuación, que es muy personal y que es tratar de lograr empatía con el otro. Es éste el mayor desafío de esta propuesta. No es psicológica, ni físicamente exigente, como vine haciendo hasta ahora. Es éste un chico común, que mira a los ojos a la gente y eso es lo más difícil. Es como apelar a la bondad de uno, sacarse el corazón y tenerlo en la mano durante toda la función, para que los otros también lo hagan, para ser conscientes que lo tenemos. Me parece que es más humanitario.
—En estos momentos donde está tan cercana la pandemia: ¿no tuviste miedo de tocar temas como la depresión y el suicidio?
—Miedo por supuesto, todos lo tenemos, pero siento que hay que generar más conciencia. La obra es muy inteligente, atraviesa la salud mental, pero habla de encontrar la luz en la oscuridad. Es un lindo mensaje el que deja, además del desafío enorme que implica. Estamos muy enamorados de ella. Creo que va a generar algo en los otros, no hay ningún golpe bajo. Me parece bueno para despertar, pero lo que más me atrae es la luz.
—¿Cual fue tu experiencia teatral de quiebre o cambio?
—Cada una de las obras que hice significa un desafío. Tal vez Equus porque fue mi primera obra de texto, venía de otro palo y se prejuzgaba mucho. O El emperador Gynt ya que al ser un unipersonal donde asumí varios papeles o Matadero que me permitió mostrar otra faceta.
—El Emperador Gynt (2017): ¿será tu unipersonal para reponer cuando quieras?
—De una manera u otra sí, pero también Matadero es un espectáculo nuestro al que quiero volver a hacer, junto a Germán Cabanas y la dirección del francés Redha (Benteifour). Tanto Germán como el director vienen de la danza, yo soy un kamikaze que se mandó y requiere un gran entrenamiento físico. Gracias a ese espectáculo creció muchísimo El emperador Gynt cuando lo volví a presentar este año. Siempre es muy bueno entrenar y ponerse a hacer cosas diferentes. Para estos espectáculos no necesitamos una gran producción. Nos fuimos de gira, estuvimos en Villa Carlos Paz, donde ganamos premios y también actuamos en Mar del Plata. Somos una compañía de cinco amigos, llevamos cuatro telas y una bolsa de arcilla.
—¿Qué balance haces de tu experiencia en Microteatro cuando presentaste Permetum como coautor y codirector junto a Guido Pietranera (2018)?
—Los que actuaban eran Juan Manuel Barrera Hernández, Federico Coates y Matías Mayer, más Santiago Tato Fernández como director de arte. La idea fue de Guido, nos sentamos a escribir, la pulimos y se la mostramos a los actores y luego la presentamos. Ojalá podamos ampliarla y transformarla en una obra de teatro para otras salas. Son tres jóvenes trabajando en un call center, donde empiezan los problemas personales más los laborales.
—¿Seguirás escribiendo y dirigiendo?
— Si. Me interesa muchísimo, tanto en lo audiovisual como en lo teatral, pero requiere de tiempo y paciencia. Tengo varias cosas escritas, que aún no vieron la luz. Siento que es una de las grandes metas, no me voy a quedar sólo con el actor. Creo que tengo tiempo todavía y no necesito apurarme. Son procesos que necesitan su propio espacio y aprendizaje. No quiero hacer por hacer.
—¿Qué recuerdo te dejó trabajar con Miguel Ángel Solá en La leona para Telefé?
—Es una persona muy generosa, siempre tenía muy lindas palabras para mí, en el día a día en el set, tanto en lo personal como en lo profesional. Además vino a verme en Equus y me dedicó unas palabras hermosas. Lo adoro. Para mí cruzarme con actores de esa talla y esa generación solo me queda parar las orejas y saber escuchar.
—¿Otro actor que te haya marcado de esa forma?
—El año pasado filmé una película junto a Ricardo Darín, Argentina 1985, de Santiago Mitre. Otro tipazo, pero la verdad es que trabajé con grandes intérpretes: Mercedes Morán, Guillermo Francella y otros. Cada vez que trabajo con alguno de ellos estoy pendiente de poder aprender. Son actores que admiro y los observo. No existe el buen o mal actor, hay buenas interpretaciones, gente generosa o el libro abierto que te cuenta cómo llegó. Se puede aprender de todos.
—Filmaste varias películas para el cine, pero ahora que estás trabajando para las plataformas: ¿te parece que le dan otro tipo de repercusión a los intérpretes?
—No lo sé, puede ser un poco más masivo, sobre todo porque es más sencillo y el cine está pasando por un momento bastante particular. Tal vez alguien llega a un autor por una serie, después investiga, busca una película y siente que es más trascendental. Todo suma. No pienso cuando me convocan si me van a ver más o menos personas, busco contar bien una historia dentro del personaje que me toque. Los proyectos que vengo haciendo me están dejando muchas enseñanzas a mí como persona y creo que a la gente le llega la historia porque está bien contada.
—La primera temporada de El reino recibió críticas por su temática: ¿qué sentiste?
—Siempre va a ver gente a la que no le va a gustar El Reino que tiene una temática tan particular. Siempre se van a herir susceptibilidades y creo que en el debate es donde empiezan a salir las cosas interesantes para pensar y repensar nuestro futuro.
“Hoy sigo mutando”
Desde el año 2006 cuando Peter Lanzani fue Nicolás “Tábano” Ramírez en Chiquititas sin fin de Cris Morena sus actuaciones se sucedieron tanto en la pantalla como cuando el éxito se llevó al teatro Gran Rex. Hoy cuando se le pregunta por la televisión afirma: “La hice durante muchos años de mi vida al principio de mi carrera y me dio muchas herramientas que hoy utilizo tantos en las series, en el cine como en el teatro. Fue un gran lugar de formación. Hoy no sé si volvería a la televisión, pero celebro que se sigan haciendo proyectos porque da muchísimo trabajo y el actor debe estar siempre en movimiento y está buenísimo que eso suceda y se siga apostando a eso”.
Fue demostrando desde los inicios de su carrera que podía integrar cualquier comedia musical, ya que estaba muy preparado para ese género. Participó junto a Natalie Pérez en el 2013 del musical Camila, nuestra historia de amor y más tarde lo convocaron para Casi normales. Por eso cuando se le pide que reflexione sobre la posibilidad de volver a los musicales, asegura: “Tengo muchos amigos que trabajan en ese género y son buenísimos. Hace muchísimo que no tomo clases de canto y requiere un compromiso muy fuerte. Nunca digas nunca. Puedo volver porque me gusta el formato”.
Anticipa que pronto se conocerá su dirección del podcast titulado Número oculto con Candela Vetrano y de ciencia ficción. “La pandemia me dejó mucha conciencia. Me generó muchas preguntas y buscar respuestas. No fue lindo estar encerrado sin ver gente, aunque leí, vi películas y entrené. Me volví a enamorar de la profesión”.