A propósito de "Emilia Pérez"

Mon Dieu! ¡Las mujeres trans también son seres humanos!

Karla Sofía Gascón rompió el corazón de sus sostenedores progresistas en Hollywood, quienes soñaban con verla consagrada como mejor actriz en los Oscar del 2 de marzo. La artista trans mostró que tiene opiniones propias (algunas bastante feas, por cierto) y desilusionó a aquellos que creen que todas las personas del colectivo LGBTQ piensan exactamente igual.

Karla Sofía Gascón en Foto: Netflix

Un tremendo ruido asoló en los últimos días a la industria de Hollywood. Algo se quebró y muy fuerte, causando ondas que reverberaron a través de todo el mundo. Actores, actrices, directores, productores y productoras, promotores y periodistas se dieron cuenta de que las "minorías vulnerables" no son bloques monolíticos, que están -a pesar de los propagandistas woke- formadas por personas de carne y hueso que tienen sus propias aspiraciones, metas y deseos. Y peor todavía, sacre bleu! ¡Tienen sus propios pensamientos! A veces correctos, a veces incorrectos, siempre según el cristal que se use para mirarlos. 

La historia comenzó el 23 de enero último, cuando se conocieron las nominaciones para los premios Oscar que se entregarán el próximo 2 de marzo en el Dolby Theatre de Los Angeles. Muy probablemente a través de maniobras impulsadas por los bienpensantes al interior de la Academia de la industria audiovisual de Estados Unidos, el filme Emilia Pérez, protagonizado por la estrellas latinas norteamericanas Selena Gomez y Zoe Saldaña y la actriz trans española Karla Sofía Gascón se quedó con un récord de trece nominaciones, posicionando al filme dirigido por el francés Jacques Audiard como el favorito para la velada de entrega de los ansiados premios. 

Todo marchaba sobre ruedas, los ejecutivos de Hollywood, en especial los de Netflix, que adquirieron los derechos de Emilia Pérez en el último festival Cannes, se daban palmadas en la espalda porque los patitos estaban muy bien alineados: la película era amada por gran parte de la prensa, a la mayoría del público "común" no le interesaba demasiado (lo que al final resulta un importante punto a favor) y se había convertido en una excelente carta para remarcar, por si todavía hiciera falta, que los estudios que dominan lo que vemos en el cine y en la tele en todo el mundo son súper inclusivos y no le tienen miedo a las diversidades. 

Hasta que una serie de diferencias dentro de las diferencias amenazó brutalmente el negocio de transformar a Emilia Pérez en la diva de la entrega de los Oscar. 

¿Qué pasó? A una desconocida periodista freelance canadiense, Sarah Hagi, se le ocurrió hurgar en el pasado lejano de las cuentas en las redes sociales de Karla y encontrar una serie de desagradables tuits islamofóbicos, otros con controvertidas opiniones sobre George Floyd -el joven afroamericano cuya muerte a manos de la policía en Minneapolis en mayo de 2020 activó el movimiento Black Lives Matter- y hasta... ¡duras críticas a los propios Oscar!

De repente, Karla dejó de ser una mujer trans que Hollywood llevaba de un lado a otro como un trofeo político y pasó a ser enemiga pública número uno de todo lo que se puede considerar progresista. La sucesión de hechos después de la revelación de Hagi mostró claramente que, cuando se trata de billetes verdes, el arco iris de colores LGBTQ vale muy poco. 

Gomez, Gascón y Saldaña en una imagen promocional para "Emilia Pérez | Foto: Netflix

Según un resumen del escándalo publicado en estos días por el Washington Post, Netflix sacó recientemente un nuevo dossier promocional de la película para distribuir entre ejecutivos y miembros de la Academia, con abundante información sobre Emilia Pérez y muchas fotos... en las que no aparecía Karla. La actriz trans dejó de ser rápidamente la heroína inclusivista del gigante del streaming. 

Tampoco ayudó que Gascón, todavía una outsider del aceitado aparato promocional de Hollywood, saliera por su cuenta a defenderse en los medios, incluyendo una llorosa entrevista con CNN en español. 

Los tuits del escándalo

Las acusaciones en contra de la actriz son fuertes, al igual que sus inoportunos (en perspectiva) tuits que viajaron desde el pasado. "Realmente creo que a muy pocos les importó nunca George Floyd, un drogata estafador, pero su muerte ha servido para volver a poner de manifiesto que hay quienes consideran a los negros monos sin derechos y quienes consideran que la policía es asesina. Todos errados", afirmó en uno de los mensajes que difundió por la red Twitter, ahora conocida como X. 

En otro de los tuits dijo que "cada vez más los Oscars se parecen a una entrega de premios de cine independiente y reivindicativo, no sabía si estaba viendo un festival afrokoreano", apuntó. "Aparte una gala fea fea. Les faltó darle un premio al corto de mi primo que es cojo", completó.

La autora del repaso que preparó el Washington Post, Jada Yuan, confirmó entre fuentes de Hollywood que los encargados en Netflix de manejar a la prensa no estaban al tanto de sus declaraciones rebeldes en CNN en español y otros medios, donde buscó presentarse como una víctima, dijeron. Los ejecutivos hubieran preferido un corte tajante después del comunicado formal de disculpas que Gascón publicó cuando estalló el escándalo. 

Pero además de perforar drásticamente las chances de éxito de Emilia Pérez en la gala del 2 de marzo, el caso demostró la hipocresía de Hollywood en particular y del aparato woke en general: al parecer, los representantes de las minorías solamente pueden y deben ser defendidos cuando se aferran al evangelio progresista. ¿Y si una mujer trans es islamofóbica se acabó el amor? ¿No tiene derecho Gascón a su propio pensamiento, aunque sea reprobable o polémico, y a ser defendida?

Un filme "inauténtico"

Yuan recordó en su artículo que muchas serias críticas a la película, que habían quedado sepultadas por la máquina promocional de Netflix, volvieron a la superficie apenas Emilia Pérez cayó en desgracia. 

Para empezar, a pocos, en especial en México, les resultó divertida una película musical sobre los cárteles de la droga, un fenómeno que deja miles de muertos, desparecidos y mutilados cada año en el país. La activista Artemisa Belmonte, cuya madre y tres tíos desaparecieron en Chihuahua en 2011 por la violencia narcotraficante, lanzó una petición en Change.org para bloquear el estreno de la película en México (que finalmente no tuvo suerte). 

Audiard, el director de la película | Cedoc Perfil

La película, le dijo Belmonte a la Associated Press, "me parece extremadamente ofensiva, demasiado simplista", hace que el tema del narcotráfico parezca "frívolo, no entiendo el sentido de hacer algo así y que tenga tantos premios".

También se acordaron de que el prestigioso director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto consideró el filme "completamente inauténtico" en su abordaje de un problema como el del tráfico de drogas, en especial teniendo en cuenta que ni siquiera se filmó en México, donde más de 30.000 personas fueron asesinadas en 2023 en delitos en gran parte relacionados con el comercio de drogas ilegales.

El filme que Hollywood había elegido como la máxima demostración de inclusividad para este 2025 fue rodado en las afueras de París y cuenta con una sola mexicana en su elenco principal, Adriana Paz. Y por supuesto no sorprende que el director, Audiard, no habla español y que llegó a calificar el idioma como "una lengua de países modestos, de países en desarrollo, de pobres y migrantes". Oh la lá!

Ahora que el mundo woke le quitó a Gascón el carnet de asociada preferencial, quizás se pueda hablar de, por ejemplo, los muchos gays, hispanos y afroamericanos que, en Estados Unidos, votaron por Trump. O las fuertes diferencias entre distintos sectores del universo LBGTQ o del feminismo. 

Curiosamente, conocedores del mundillo de Hollywood le dijeron al Washington Post que a Gascón le queda una última carta para seguir en carrera hacia el Oscar a la mejor actriz. "Es posible que (Karla) obtenga un resurgimiento del apoyo de los miembros de la Academia que son conservadores y contrarios a la 'cultura de la cancelación'", dijo la fuente. "Sin duda, hay un montón de seguidores de Trump en la Academia", añadió. Y completó asegurando que "el mito fundamental de Hollywood es que es un lugar liberal y progresista".