Riesgos globales

Los cinco “rinocerontes grises” de 2025

Es difícil prever un episodio sorpresivo de alto impacto que transforma por completo la realidad, los famosos “cisnes negros”, pero sí se pueden proyectar escenarios de alta probabilidad y alto impacto, que podrían simbolizarse con un rinoceronte, un animal visible y peligroso que se acerca lentamente, y ante el cual por parálisis, complacencia o subestimación no se hace nada.

Foto: cedoc

El riesgo es la probabilidad de que cualquier suceso se convierta en una pérdida cuantificable. Todo riesgo se compone de dos elementos: probabilidad e impacto. En 2024 tuvimos una inédita “dana” en Valencia que alteró la política española, rebeldes hutíes frenando la navegación comercial por el Mar Rojo, un fallido atentado a Donald Trump, sorpresiva incursión del ejército de Kiev en la región fronteriza de Kursk en Rusia y la rápida caída de Bashar al-Assad en Siria, para poner solo algunos ejemplos. Todos estos episodios tenían una baja probabilidad de ocurrencia según cualquier pronóstico, pero tuvieron (no podemos mensurar lo que hubiese pasado si la trayectoria de la bala que iba a Trump cambiaba por centímetros) un alto impacto.

Es difícil proyectar la ocurrencia de “cisnes negros” en el escenario internacional, un ejercicio más de azar que analítico, pero sí es posible proyectar escenarios de alta probabilidad con alto impacto, lo que podemos denominar como un “rinoceronte gris”: un animal visible y peligroso que se acerca lentamente, frente a lo cual por parálisis, complacencia o subestimación no se hace nada.

Luego de finaliza 2024, podemos plantear, a modo de ejercicio prospectivo, cuáles son esos cinco riesgos (rinocerontes) que vemos venir en 2025 y ante los cuales el mundo parece tener cierta complacencia o subestimación con sus impactos, que no serán homogéneos entre los actores del sistema.

Tarifas para todos y dólar fortalecido. Entre las principales promesas de Trump a la hora de postularse a la presidencia de los EE.UU. estuvo la de redoblar la guerra comercial que aplicó en su primera experiencia de gobierno (prometió un arancel del 10% al 20% a todos los bienes extranjeros y uno del 60% o más a los productos provenientes de China). Una vez electo redobló las amenazas para México y Canadá. Si bien las amenazas de máxima parecen ser un instrumento negociador en su clásica diplomacia transaccional, es de esperarse (de acá la gran incertidumbre en los mercados) una política comercial unilateral de tipo proteccionista, poniendo en dudas el funcionamiento de distintas cadenas de suministros. En Washington está la idea de comenzar a aplicar un “arancel por componente”, esto es poner un impuesto en base no a la localización del bien final ensamblado sino al origen de los componentes que ese bien tiene. Por ejemplo, un semiconductor fabricado en Vietnam que contenga insumos chinos tendría los aranceles que se le van a aplicar a China. Esto explica por qué Elon Musk paralizó a mediados de año la construcción de la fábrica de Tesla en Nuevo León, México. La política comercial de Trump es claramente inflacionaria, motivo por el cual la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) se puso en diciembre en modo hawkish (restrictiva) al anunciar un menor ritmo del recorte de tasas, algo que no esperaba el mercado, fortaleciendo el dólar e impactando fuertemente en las monedas de muchos países como Brasil y Canadá. Para los países exportadores de materia prima este escenario es muy dañino dado que ese proceso implica precios a la baja.

Deterioro del vínculo bilateral de EE.UU. y China. Como bien señala el Geopolitical Risk Dashboard de BlackRock, las tensiones entre Estados Unidos y China están a punto de intensificarse. Los miembros del equipo entrante de Trump en materia de seguridad nacional están fuertemente comprometidos con el desacoplamiento económico y tecnológico, con un fuerte apoyo a Taiwán y con una competencia política e ideológica. La administración Biden logró terminar su mandato con canales de diálogo abiertos entre los más altos rangos de funcionarios de ambos países, lo que implicaba la reducción del riesgo de error de cálculo o de percepción. Un deterioro del vínculo generaría mayor aversión al riesgo por parte de los mercados financieros e impactaría en los dilemas de seguridad de los vecinos de China. Asimismo, generaría –junto al primer riesgo– dudas sobre los drivers del crecimiento de la economía del gigante asiático. Ante la débil demanda interna, China ha basado su crecimiento en su sobrecapacidad exportadora de bienes industriales. Mayores tensiones comerciales y tecnológicas (aranceles mediante) son un golpe a la línea de flotación del crecimiento de China, y por ende a toda la economía global. 

Rusia y Ucrania, escenarios peligrosos. La prolongada y perenne guerra entre Moscú y Kiev parece que tendrá novedades en 2025. Los escenarios no son buenos para la estabilidad de la geografía euroasiática. Una rápida resolución del conflicto, como prometió Trump, implica una negociación donde Ucrania tenga, inexorablemente, que ceder territorio, provocando seguro importantes cortocircuitos dentro de la OTAN y una fuerte sensación de inseguridad de los países de Europa del este. Por su parte, las acciones de Biden antes de dejar la Casa Blanca –medidas para permitir a Ucrania disparar armas de largo alcance proporcionadas por EE.UU. contra territorio ruso– elevan el riesgo de una extensión de la guerra más allá de las fronteras ucranianas, lo que sería un verdadero factor de desestabilización geopolítico y económico. Es muy probable que antes del inicio de cualquier negociación los beligerantes muestren los dientes, elevando el riesgo de alterar líneas rojas.

La locomotora (fantasma) de Alemania. En los últimos treinta años, para todos los que estudiábamos RR.II. había algunos supuestos de partida incuestionables en el funcionamiento del mundo. Uno de ellos era la idea de “Alemania como locomotora industrial de Europa”. Eso ya es material para los historiadores. El crecimiento industrial de Alemania está por debajo del de la Eurozona desde la salida de la pandemia. Distintas automotrices alemanas han anunciado cierre de fabricas y despidos de empleados. Por primera vez desde 2009, la principal preocupación de la ciudadanía es la situación económica. En Berlín están considerando aceptar inversiones chinas en vehículos eléctricos a cambio de una transferencia de tecnología de las firmas chinas, un giro de 360 grados respecto de lo que pasó en los años 90 y la primera década del siglo XXI. El correlato con la política es la caída de la coalición de gobierno que llevó a Olaf Scholz y el llamado a elecciones para febrero. En los últimos días se conoció el apoyo del empoderado Elon Musk al partido de extrema derecha AfD. La ebullición política y económica de Alemania –y por consiguiente sobre toda Europa– en 2025 estará al tope de la agenda global.

Eventos climáticos extremos. El 2024 termina como el año más cálido registrado y el primero por encima de 1,5 °C de los niveles preindustriales. El periódico Financial Times creó un Climate Tracker, en donde registra eventos extremos en todo el mundo, siendo más de cien en 2024. Los costos económicos asociados a estos eventos crecieron exponencialmente, afectando las arcas públicas, a las empresas, aseguradoras y bancos, En el año 2000, en EE.UU. hubo cinco desastres naturales (tormentas extremas, huracanes, inundaciones, sequías e incendios) que superaron los US$ 5 mil millones en daños. En 2023 fueron 27 y hasta octubre de 2024 se contaban 24, alcanzando casi los 30 mil millones en daños, según una investigación de Bloomberg. Asimismo. un estudio de la Fed en EE.UU. estima que las pérdidas anuales por daño de inundaciones en viviendas familiares en todo país serán en los próximos años superiores a los US$ 24 mil millones, el 80% de esos daños potenciales está sin póliza de seguro alguno. A su vez, los costos comienzan a ser políticos dada la poca capacidad de adaptación de las infraestructuras, cuyas fallas quedan al desnudo antes los eventos climáticos extremos. En 2025 no sabremos dónde ni cuándo ocurrirán estos eventos (como lo que pasó en Porto Alegre y Valencia) pero estos “cisnes verdes”, como los definió el Banco Internacional de Pagos, marcarán seguramente la agenda internacional.

*Doctor en RR.II. (UNR). Consultor colaborador de la Fundación ICBC.