Luis Alberto Moreno

“La desigualdad nos entrampa en el populismo”

Diplomático colombiano, presidió durante 15 años el BID. La experiencia le enseñó que la brecha social es el principal problema de las sociedades latinoamericanas, que el simple crecimiento no puede superar. Cree que los recursos naturales posicionan muy bien a la región ante la transición energética y destaca la importancia de sus “unicornios”. Y dice: “si a Milei le va bien, habrá un antes y un después para la Argentina”.

. Foto: Cedoc Perfil

Luis Alberto Moreno presidió el Banco Interamericano de Desarrollo entre 2005 y 2020. Antes fue embajador de Colombia en Estados Unidos y ministro de Desarrollo Económico. Actualmente reside en Washington DC. 

—¿Cómo ves la disputa hegemónica que se estableció entre Estados Unidos y China? ¿Es una nueva Guerra Fría?

—Es importante contextualizar la situación geopolítica global. Pasamos de estar en lo que yo llamaría una era de un dividendo de paz, que el mundo tuvo después de la Segunda Guerra, al regreso a un conjunto de conflictos de poder entre las distintas potencias. De una parte, por supuesto, están las ambiciones territoriales de China y un deseo de un poder hegemónico sobre Asia. Están las ambiciones imperialistas de Rusia, expresadas especialmente por lo que hemos visto en la Guerra de Ucrania, que no se le augura un pronto final. Esas aspiraciones imperialistas de Rusia suponen una Rusia de los grandes zares que no se explica sin que Ucrania sea parte de ellas. A esto se agregan los conflictos en Medio Oriente. 

Todo esto en un entorno en el que hay una de las mayores disrupciones tecnológicas que el mundo haya visto. Cuando uno piensa en inteligencia artificial, es casi como cuando se inventó la luz eléctrica, por ejemplo, toca todos los sectores de la economía. Lo que está pasando, por ejemplo, con la biología sintética que va a acelerar todos los procesos de producción de medicinas. Y, por último, el mundo asiste a unas tendencias políticas en que pasamos de populismo a proteccionismo, a nativismo, a países queriendo estar cada vez más aislados. Y si uno se hace una reflexión, no solamente lo que significó la globalización en América Latina, que indiscutiblemente ayudó a que nuestras economías crecieran muchísimo, pero creo que también perdimos de vista un poco los efectos que eso tenía sobre distintos sectores de nuestras sociedades. Y eso es tan válido en Estados Unidos como en Europa y, por supuesto, en América Latina. Entonces, en ese entorno es en el que se da este conflicto o tendencia a una competencia de las grandes potencias.

—¿Cómo ves la región en el medio de esta disputa?

—Frente a todo ello, América Latina tiene enormes potenciales. Cuando uno observa, por ejemplo, toda la transición energética, descansa sobre el litio y sobre el cobre. Y en litio, si sumamos las reservas que tienen Argentina, Bolivia y Chile, estamos hablando del 65% del litio del mundo. Si miramos el cobre, por ejemplo, que es central para la transición energética, solo Chile y Perú tienen el 40% del total del mundo. Estamos en un mundo en el que los temas de los alimentos son centrales. No hay una región del mundo con mayor capacidad para exportar alimentos. Hoy en día Argentina debe estar en torno a 100, 110 millones de toneladas de granos y Brasil debe estar casi acercándose a los 200 millones. Pero, independientemente de esto, ese es un potencial enorme que tenemos. Y, por otra parte, hay una situación en el mundo en donde el cambio climático es una realidad, tenemos la matriz energética más limpia y enormes capacidades de almacenar CO2 con la selva húmeda. En fin, yo creo que ese es el entorno en el que estamos y deberíamos mirar qué nos está pasando.

—En tu ensayo, que se llama “Vamos”, planteás siete ideas audaces para una América Latina más próspera, justa y feliz. ¿Cuál de esas ideas nos podrías compartir para la región?

—En el libro traté de recoger toda mi experiencia en Washington en estos años, en especial mi experiencia en el banco, y hacer una reflexión de una manera fácil de entender. Arranco por el tema central que creo que hemos tenido siempre en América Latina: la desigualdad. Cuando uno observa que, en países como el mío, Colombia, una familia que nace en la pobreza se demora 11 generaciones para poder formar parte del sector más próspero de una sociedad, esto grafica la fractura enorme que tenemos. Esa fractura es la que nos ha entrampado en todos estos temas de populismos, que no hacen otra cosa que confrontar a los que tienen con los que no tienen. Y nos enfrascamos en este tipo de discusión y no hemos aprendido a manejar con éxito estas cuestiones de desigualdad que son, en mi opinión, el principal problema que tenemos como región. Es mucho más grave que en otras regiones del mundo.

—En el libro decís que cuando empezó a aparecer la temática de la desigualdad te parecía que no era una temática relevante, que lo importante era la generación de empleo y sacar a la gente de la pobreza, pero que luego te diste cuenta de que era un gran problema de la región. 

—No hay duda de que para resolver estos temas vinculados a la desigualdad es fundamental el crecimiento económico. Pero el simple hecho del crecimiento del ingreso per cápita no quiere decir que se esté corrigiendo la desigualdad. Hay unos que se benefician más que otros. La reflexión que yo hacía era que, quizás, uno era muy simplista al mirar esto y desconocer todo lo que son los accesos a servicios básicos, que no son iguales para unos y otros. Esto lo aprendí en el BID, caminando por todos los países de la región. Son cuestiones que no se pueden perder de vista. No es algo que se arregla en una elección, son temas que precisan de políticas públicas de largo plazo, de largo aliento, que vayan permitiendo precisamente cerrar este tipo de brechas.

—En la región hay varios unicornios, startups tecnológicas y fintechs, como MercadoLibre, Globant, UALA, Rappi, y tantas otras. ¿Cómo ves este proceso?

—Argentina claramente siempre fue el país que estaba a la vanguardia en este tema. No olvidemos que, antes de la llamada burbuja de internet, Argentina era por lejos el país que estaba mucho más adelante que todos los de América Latina en cuanto a talento y emprendedores, fundamentalmente. Muchos de ellos terminaron saliéndose de Argentina, se situaron en Silicon Valley, y lo demás es historia. Pero Argentina siempre tuvo un enorme talento en esto. Me gustaría señalar varias cosas. Lo primero es que estamos ante una nueva generación de emprendedores, que es algo que yo celebro porque creo que es el modo de empezar a construir nuestras economías desde una base muy diferente. Lo segundo, esta revolución tecnológica donde más ha impactado es en todo lo que tiene que ver con las llamadas fintech: MercadoLibre, Nubank, se ve en varias de estas startups y unicornios. Todos ellos de una u otra manera tienen una parte de tecnología financiera. Y lo cierto es que si uno mira los niveles de bancarización siempre fueron muy bajos en América Latina y vastos sectores de nuestra sociedad no tenían acceso al crédito. La tecnología permite, hoy en día, precisamente, solucionar eso. Obviamente, esto tiene que venir acompañado con regulaciones y con reguladores que entiendan bien de la materia. El caso de Brasil es un caso de estudio realmente porque ellos lo que hicieron con Pix es básicamente cambiar el sistema de pagos que históricamente ha sido un producto de los bancos. El hecho de poder tener un sistema de pagos electrónico, que funcione siete días a la semana, 24 horas al día, ha cambiado radicalmente la manera como los brasileños se aproximan a una banca más abierta. Y eso les ha permitido unos desarrollos realmente impresionantes. 

—¿Hubo un cambio importante en la última década en materia de recursos que apalancan e invierten en estos emprendimientos?

—Sin dudas, creo que en el desarrollo de estas empresas ha habido distintos momentos. Antes de 2020, había muchísimo dinero en manos de los llamados fondos de capital de riesgo y eso permitió un crecimiento muy grande de muchas de estas empresas. Nosotros en el BID dábamos, a través de BID Lab, apoyos. Y yo recuerdo, hace 15 años, a la gente viniendo a decirme que estaba yendo muy bien, porque el 60% de los fondos de capital de riesgo que había en Brasil provenían de recursos del BID. Y yo les decía: “Eso es muy triste porque son solamente 60, 70 millones de dólares al año”. Eso cambió radicalmente y empezaron a venir miles de millones de dólares. En el caso de Mercado Libre es impresionante. Ya es una empresa de ligas mayores, que tiene un valor de mercado que supera los 100 mil millones de dólares. Parte de su crecimiento vino precisamente a través, no solamente del marketplace que ellos tienen, sino de la combinación con temas financieros. Ahora hay que empezar a ver qué hacen todas estas empresas con la inteligencia artificial. Y ahí viene todo un mundo por delante.

—Estuviste 15 años al frente de la institución financiera regional más importante, fuiste con Enrique Iglesias quien más tiempo líderó el BID. ¿Cómo estás viendo hoy la actuación de estos bancos regionales en el marco de una arquitectura financiera global tan puesta en cuestión? 

—Siempre hay casi un problema existencial alrededor de estas instituciones, porque de un lado, y con razón, los gobiernos que usan estos recursos, los países prestatarios, tienen enormes expectativas sobre las instituciones. Y del otro lado, están los países no prestatarios que tienen otro tipo de agendas. Conciliar esas agendas siempre es difícil. El otro gran tema es cómo hacer que estas instituciones sean mucho más eficientes. Entonces, aquí tenemos cantidades de mandatos que se les ponen a las instituciones. Yo siempre he creído en la gente que trabaja en ellas, hay gente realmente muy talentosa en todas estas instituciones. De otro lado, creo que la manera como se aborda el capital es muy difícil hoy en día, con todo lo que está pasando en el mundo, tener más ayuda al desarrollo, tener más recursos provenientes de este tipo de instituciones. Hay un gran camino por recorrer en materia de sistemas de garantías con ingenierías financieras nuevas que permitan mayor apalancamiento del capital. Ese tipo de cosas son, sin entrar en todos los tecnicismos, parte de la agenda a emprender. Como tú sabes, tanto en el G20 de la India como en el de Brasil, este ha sido uno de los temas centrales. Esta semana en Naciones Unidas, en la Agenda del Futuro del multilateralismo, se quiso abarcar una primera discusión. También se habla de los organismos financieros de crédito. La frustración es que traducir eso a los hechos siempre toma mucho tiempo. Y hoy en día ese lujo de tiempo no existe. Hay que reaccionar mucho más rápido.

—Una marca de tu gestión en el banco fue la refundación de BID Invest, que ahora ha sido recapitalizado, y que aparece como un actor importante en el financiamiento al sector privado. ¿Sentís que eso va en la dirección correcta?

—Lo que había como brazo privado en el BID cuando yo llegué prestaba básicamente 100, 150 millones de dólares. Y eran créditos fundamentalmente a través del sistema financiero, o sea, era fondeo a bancos en la región destinados a créditos a pequeña y mediana empresa. Hoy en día, BID Invest está prestando prácticamente entre 11 y 12 mil millones de dólares, que es un monto casi igual al que hace el BID a gobiernos soberanos. De tal manera que se volvió un brazo superimportante. Creo que es mucho lo que se puede hacer, sobre todo financiando empresas industriales y comerciales del Estado que tengan una gobernanza diferente. Esta sería una manera de despalancar el balance de los gobiernos centrales. Creo que allí hay una enorme posibilidad para hacer más cosas y celebro el hecho de que hayan podido realizar este aumento de capital. En ese sentido, la gran paradoja es que la gobernanza en BID Invest es mucho más liviana, más ágil, por la naturaleza privada que tiene, que la que del propio banco. Y eso le ha permitido, en un tiempo relativamente corto, crecer como lo ha hecho.

—Fuiste un dirigente que bregó mucho por la instauración de un régimen democrático en Venezuela, no solo denunciando el régimen de Maduro como una dictadura, sino también poniendo el banco a disposición para todo un trabajo de reconstrucción. ¿Cómo estás viendo este presente?

—Lamentablemente, lo que uno ve en Venezuela hoy es realmente muy triste porque esto se ha convertido en un grupo criminal que, básicamente, ha podido robarse unas elecciones. De cara a todo el mundo no han podido responder a los cuestionamientos. La oposición, en cambio, demostró mesa por mesa, distrito por distrito, los resultados electorales. Quiero resaltar lo admirable de María Corina Machado. Yo creo que es una mujer que merece toda la atención del mundo por haberse quedado en Venezuela, haber logrado lo que no habían logrado antes: que convergiera en una figura toda la oposición venezolana. Ella ganó una primaria con más del 90% del voto. Y con todas las dificultades: no podía hacer publicidad, no la dejaban trasladarse de un sitio a otro y, sin embargo, logró, a través de la voz y del acompañamiento de la gente común y corriente, conseguir semejante votación. No ha salido de Venezuela, ha puesto la cara. Tiene un valor enorme. Logró mostrar que el actual es un gobierno que no hace nada por la gente y que muchos de los que en su momento votaron a los gobiernos chavistas se dan cuenta de eso y quieren un cambio. Lamentablemente, los factores de poder, sobre todo los militares, siguen siendo afectos al gobierno. A dos meses de las elecciones, vuelve a haber manifestaciones en todas partes del mundo, incluso en Venezuela, buscando ese grito de democracia que está muy vivo en la gente. Los venezolanos tienen un amor por la democracia desde siempre. Espero que esto sea el principio de un cambio muy profundo en Venezuela que todavía no se ha materializado.

—La última pregunta, si me pudieras dar tu impresión sobre el proceso económico y político de Argentina. ¿Cómo lo estás viendo?

—Yo hablo por lo que oigo de miles de personas. Todo el mundo quiere ver el éxito del gobierno del presidente Milei. Argentina, lamentablemente, por muchos años, dejó de hacer lo básico, que es vivir acorde a sus propios medios. Durante años, uno siempre veía las discusiones de los gobiernos argentinos que no se enfocaban tanto en lo fiscal y pensaban: “Podemos hacer esto, podemos hacer aquello”. En ese sentido, el gobierno del presidente Milei agarró el toro por los cuernos, con su peculiar manera de resolver los temas. A la distancia, creo que va en el camino correcto, porque esto es muy difícil verlo en el día a día para los argentinos, porque ha sido a través de un ajuste muy fuerte. Si tiene éxito, va a marcar un antes y un después en Argentina.

*Director de Sistémica. 

Colaboró Juan Cruz Guido.