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Pedro Saborido:"Hay algo violento en el estado de ánimo social, una especie de neurosis"

El escritor, humorista y guionista participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA). El humor en medio de la polarización. De Tato a Diego Capusotto. Y los chistes sobre Milei o Kirchner.

Pedro Saborido Foto: Pedro Saborido

Pedro Saborido participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) del Grupo Perfil, en la que se refirió a situación social de la Argentina. "Hay algo violento en el estado de ánimo social, una especie de neurosis. Empezamos a vivir un momento donde sentimos que nos estamos poniendo un poco locos todos, como un micro estallido psíquico. Yo siento algo de eso en la calle. Hay más peleas, más gente hablando sola y a los gritos", declaró.

El humorista y guionista de Tato Bores y Diego Capusotto también analizó el humor en tiempos de Javier Milei. "No sé si es más fácil o más difícil hacer humor con Milei. Depende del estado del ánimo de la persona que lo hace. A veces, el humor sale de un buen estado de ánimo y a veces el humor es la última instancia, uno de los pocos recursos que tenés para alivianar tu mal humor", sostuvo Saborido en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación y vicerrector de USBA.

—¿Cómo afectan las diatribas de una época tan violenta y polarizada en el sentido del humor de la ciudadanía?

—Siempre es una cuestión de tono. Puede ocurrir que las formas poco elegantes sugieran estados de ánimo poco elegantes. Eso lo podemos vivir en una panadería o lo podemos vivir en un asado. O lo podés vivir con cualquier persona que se refiera o que hable en un tono. Hay algo violento en el estado de ánimo social, una especie de neurosis. Empezamos a vivir un momento donde sentimos que nos estamos poniendo un poco locos todos, como un micro estallido psíquico. Yo siento algo de eso en la calle. Hay más peleas, más gente hablando sola y a los gritos. Sobre todo, eso se observa en las intensidades distintas que se ven en una ciudad. Yo viajo mucho y los niveles de alerta en las que se vive en la ciudad son muy altos. El miedo y la agresión ambiente. El sentir que estamos unos contra otros, el poner jubilados contra la policía, policía contra los jubilados, jóvenes que no quieren que les paguen a los jubilados, gente que ataca en las redes. Una máquina de señalar culpables a los gritos. Por eso hay que tener temple para no entrar en esta emoción. Es difícil.

—¿Es más fácil o más difícil hacer humor con Javier Milei como presidente?

En el humor hay varias puntas. El humor depende de quién lo hace, de quién lo escucha. Depende de la capacidad en la que está el que lo hace, la capacidad que está en quién escucha, y también depende de qué piensa el que lo escucha. Yo puedo hacer un chiste sobre Frondizi y tiene que ser muy buen chiste para que se ría alguien que apoya a Frondizi. Lo mismo ocurre en el caso de que yo haga un chiste con cierta malicia contra Balbín o contra Perón. No sé si es más fácil o más difícil hacer humor con Milei. Depende del estado del ánimo de la persona que lo hace. A veces, el humor sale de un buen estado de ánimo y a veces el humor es la última instancia, uno de los pocos recursos que tenés para alivianar tu mal humor. El humor puede ser la manifestación de impotencia. Hago un chiste porque no puedo cambiar la realidad. Siempre el humor viene de la imperfección. Eso que no puedo arreglar. Hago humor como un analgésico frente al dolor o la indignación o el perjuicio que me que me provoca. Siempre es difícil hacer humor y siempre es fácil hacer humor.

—¿Qué diría Tato Bores sobre Milei?

Es muy difícil eso. Yo no podría responder eso. Porque si bien uno le escribía chistes al Tato, no estoy en la cabeza de Tato. Solamente podría decir que Tato iba a defender a los jubilados y siempre iba a apostar al cuidado de la ciencia. Pero no quisiera tener, el día de mañana, un problema con alguien que diga que hubiera dicho lo contrario. Porque Tato no puede responder. Con la admiración que yo le tengo a Tato prefiero no decir qué diría Tato.

—¿Y, entonces, cuál sería el sketch de Peter Capusotto en relación a Milei?

Peter Capusotto no hablaría de Milei. Porque yo no hablo de Milei. Yo hablo de la realidad. Nunca nombramos a un político. En Peter Capusotto jamás se habló de un político, jamás se habló de Macri o de Néstor. Jamás se habló de Cristina. Todo el humor político se hace en base a una situación social, sociológica, una realidad que percibimos. La única vez que aparecieron políticos fue con un sketch que se llamaba Rock y Política, donde parodiábamos un conflicto, una grieta por esas mismas grietas que estaban en la política y las aplicábamos al rock. Era rock duro versus rock blando, Celeste Carballo versus Sandra Mihanovich, y toda una serie de pavadas. Entonces aparecía Lavagna hablando con Néstor de rock, y eso era lo gracioso. Pero nosotros nunca, nunca los nombramos. El único político que se nombra es Perón. Nada más. Nunca apareció ningún político. Eso no quiere decir que no sea humor político. Eso quiere decir que uno puede hacer humor político sin estar hablando de actualidad, sin estar hablando de los políticos. Y quiere decir que la realidad y la actualidad son mucho más que la actualidad de los políticos. Yo entiendo que muchos nos digan que nos anticipamos a algunos personajes reales pero eso pasó porque son situaciones que uno no pensaba que se podrían vivir en democracia.

Pedro Saborido participó del Ciclo de Entrevistas organizada por estudiantes de la USBA.

—¿Qué tipo de humor impera en estos días de tanto individualismo?

El humor no es uno solo, en una realidad compleja. Es tan complejo como su realidad y en una realidad segmentada, una sociedad segmentada va a ser tan segmentada como lo es la propia sociedad. Cada uno se ríe de algo distinto que el otro. Cada uno se va riendo de cosas distintas. De la misma manera, que uno pasa por el Luna Park y ve una banda que nunca escuchó nombrar en su vida, pero es una banda que llena el Luna. Hay muchos humores y dentro de los humores está el humor que también hay que valorar, que es el humor de todos los días, el humor que hacemos con nuestros amigos, con nuestros compañeros, con nuestras hijas e hijos, con nuestras parejas. Ese es el humor que más recomiendo. Es lindo consumir el humor que produce alguien, porque hay grandes profesionales. Martín Garabal, Migue Granados, Charo López, está lleno de humoristas y son muy buenos. Pero yo recomiendo también fomentar un humor propio, un humor que acompaña. A mí me gusta cuando veo una familia y se están haciendo chistes. Yo trato de hacer eso. Es una manera de acompañarse mejor. No le va a solucionar la vida a nadie estar de mejor humor, pero va a ayudar a que pueda mejorar. Va a acompañar en la mejora.

—Usted dijo en una entrevista: "Conozco peronistas que son hijos de comunistas, pero eso no quiere decir que la evolución política conduzca al peronismo". ¿A dónde conduce la evolución política?

La evolución política conduce hacia la más sana de las democracias. Y eso no tiene que ver con las fuerzas, tiene que ver con los modos y las maneras a los que se pueden llegar. La evolución política, precisamente, es alejarse de discursos violentos, discursos chicaneros, chistes estúpidos. La política es necesaria, precisamente, para que no terminemos a los tiros. Para eso existe la política: para que nos pongamos de acuerdo. Todos hablan mal de la política. Error. Si no hubiera política, no estaríamos hablando de política. Pregunten si estas cosas se podían hablar en 1977. Muchos de ustedes podrían terminar secuestrados en un Falcon. Hay que criticar a la política pero sin olvidarse de la democracia. Hay que hablar mal de la política para mejorarla. Porque después de hablar de la mal de la política, vamos a terminar hablando mal de la democracia. Cuidado.

—Agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) y le damos la posibilidad de cerrar con un comentario final.

—Empujen y hagan todo esto hasta el punto de encontrar siempre la manera de que lo sigan amando. Busquen la manera de que nunca terminen odiando la vocación que eligieron. Y adelante, pásenla bien trabajando de lo que eligieron. Es una manera de seguir siendo niño, de seguir jugando.

Por Ariel Alasia, Julia Martínez y Norma Cabada
Estudiantes de la Facultad de Comunicación
Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA)