Por qué debe actualizarse la canasta del Índice de Precios al Consumidor
El consenso sobre la necesidad de hacer esta actualización es cada vez más amplio. Las herramientas metodológicas están disponibles y existe capacidad técnica dentro del staff del Estado Nacional para llevar adelante el proceso.
La primera medición de inflación en nuestro país se produjo en 1924 y fue realizada por el área estadística de la Ciudad de Buenos Aires y desde 1943 a la fecha se publican datos.
Pero durante ese siglo, en el cual el fenómeno de la variación de los precios se viene midiendo, el conjunto de bienes y servicios integrantes de la canasta del Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue revisado y actualizado con cierta periodicidad.
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Nuestros patrones de consumo hoy son diferentes a los que teníamos hace 20 años y seguramente serán distintos dentro de 20 años. Esta evidencia exige, en el ámbito de los instrumentos estadísticos de medición de la variación de los precios al consumidor, la obligación de mantener actualizado el conjunto de bienes y servicios cuyos precios se siguen en el tiempo para elaborar dichos instrumentos.
La actual medición de inflación en el nivel nacional está articulada a partir de la estructura de consumo de la población relevada en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) hecha en 2004/2005, y está pendiente una actualización utilizando una encuesta más reciente, de 2017/2018.
No actualizar el conjunto de bienes y servicios, cuyos precios se siguen, no implica una invalidación metodológica del índice que se elabora, pero sí se generan riesgos de que se produzcan distorsiones en la medición. Algo parecido a esto último está sucediendo en la actualidad con los datos del IPC, y por ello están instalados en el debate económico los problemas que se generan con la demora en la mencionada actualización.
La estructura promedio de consumo relevada en la encuesta de 2004/2005 mostraba un peso relativo menor de los servicios respecto de los bienes. Pensémonos, quienes tengamos la edad suficiente, a nosotros mismos y a nuestra estructura de consumo en aquellos años. No existían las plataformas ni el streaming, íbamos al videoclub y a la sucursal del correo para despachar correspondencia, la mitad de la población de la Ciudad de Buenos Aires tenía telefonía fija en su domicilio, había 18 millones de celulares activos (hoy hay 59 millones) y los usábamos para hacer llamadas o enviar SMS, y dispensábamos un porcentaje -bastante menor al de hoy-, de nuestro ingreso disponible para pagar los servicios de la vivienda que ocupábamos.
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No sopesar correctamente esta nueva realidad implicó en 2024 una subestimación de la inflación anual de alrededor de 16 puntos porcentuales y creo importante señalar algunas consecuencias de dicha subestimación.
Cambia la magnitud del deterioro en términos reales de los ingresos de la población, tanto los laborales como los no laborales, en particular dentro de este último subconjunto el de las jubilaciones y pensiones.
- No mensurar correctamente la caída en términos reales de los ingresos puede llevar a conclusiones incorrectas sobre la evolución de los indicadores de pobreza por ingresos.
- Distorsiona también la magnitud del efecto de la licuación del gasto público en términos reales.
- En una economía que está plagada de contratos indexados puede proyectarse un futuro escenario de crisis en esos contratos.
- Modifica el parámetro a partir del cual se articula el debate sobre si hay o no atraso cambiario.
- Dependiendo de la profundidad y rigurosidad de la misión, puede ser tema de agenda de las revisiones periódicas de los organismos multilaterales de crédito.
Los resultados de la encuesta de gasto de 2017 están disponibles. En los hechos, Neuquén y la Ciudad de Buenos Aires han actualizado sus respectivos índices utilizando esa herramienta metodológica.
El consenso sobre la necesidad de hacer esta actualización es cada vez más amplio; como quedó dicho las herramientas metodológicas están disponibles y existe capacidad técnica dentro del staff del Estado Nacional para llevar adelante el proceso. Es tiempo de avanzar.
* Licenciado en Economía y Director Ejecutivo del Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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