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Más Barato, Más Saludable, Más Compasivo: El Poder de la Alimentación Vegana en Tiempos de Crisis

Un estudio reciente aseguró que las dietas sin productos animales serán hasta un 37 por ciento más asequibles en el futuro. En base a eso, la autora de esta columna asegura que adoptar una alimentación vegana en Argentina no es solo una elección ética o de moda, sino una decisión económica y sostenible que puede beneficiar a todas las clases sociales del país.

. Foto: Cedoc Perfil

La alimentación es una parte fundamental de la identidad cultural argentina. Las parrillas, los asados y el consumo de carne son aspectos que definen nuestra tradición. Sin embargo, los tiempos cambian, y con ello, también cambian nuestras necesidades. Aprender sobre las injusticias ligadas a la industria ganadera (como el maltrato animal, las implicancias climáticas y los problemas de salud pública), injusticias enmarcadas en un contexto de crisis económica, inflación persistente y creciente inseguridad alimentaria, genera que cada vez más personas se ven obligadas a reconsiderar sus hábitos alimenticios.

¿Es sostenible, en términos económicos y de salud, continuar con una dieta predominantemente basada en carne? La evidencia sugiere que no, y lo que es aún más relevante, sugiere que una dieta a base de plantas puede ser una alternativa más económica y saludable para los argentinos de todas las clases socioeconómicas.

Argentina está atravesando una de las crisis económicas más prolongadas de su historia. Con niveles alarmantes de pobreza y la inflación erosionando el poder adquisitivo de las familias, es urgente explorar alternativas alimentarias que sean accesibles para todas las personas. El precio de la carne, que durante décadas fue el alimento estrella de la dieta argentina, se disparó  y muchas familias se encuentran luchando para mantener la calidad de su alimentación.

Aquí es donde una alimentación vegana entra en juego como una opción no solo viable, sino preferible. La idea de que una dieta basada en plantas es más cara que una basada en carne es un mito que debemos desterrar. De hecho, un estudio publicado en The Lancet mostró que las dietas veganas y vegetarianas no solo son más accesibles, sino que las proyecciones a futuro refuerzan esta tendencia: se espera que para el año 2050 esas dietas sean aún más asequibles, con una reducción de costos de hasta un 37 por ciento en países como el nuestro.

Una frase clave del estudio subraya que “los patrones alimentarios vegetarianos y veganos que se centran en legumbres y granos enteros en lugar de productos animales son los más asequibles, mientras que las dietas pescetarianas que dependen de pescado y frutas y verduras son las menos asequibles” . Esto no solo desmitifica el costo de una alimentación basada en plantas, sino que también nos invita a reconsiderar nuestras decisiones alimentarias desde una perspectiva económica y de salud pública.

Durante la pandemia del COVID-19, los problemas de inseguridad alimentaria en las áreas más vulnerables del país se profundizaron. En respuesta, muchas organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales intensificaron sus esfuerzos para llevar alimentos a las comunidades más afectadas. 

Las hamburguesas a base de lentejas, garbanzos y otras legumbres se convirtieron en una herramienta fundamental en esas campañas. No solo mostraban que era posible preparar un plato delicioso con ingredientes económicos, sino que también demostraban que una alimentación saludable no tiene que ser un lujo. 

Existen muchos preconceptos sobre la alimentación vegana. Pero la realidad es que muchas de las comidas que ya disfrutamos en su mayoría pueden ser fácilmente transformadas en platos vegetales. No es necesario adquirir productos industrializados fuera de nuestro alcance, que a menudo, además, son más procesados que una comida casera a base de verduras, legumbres, semillas, arroz, hongos y plantas. Principalmente, plantas. Porque las plantas constituyen aquel alimento proveniente de la tierra, y el proceso de obtención de estos alimentos es más razonable si nos proponemos construir un sistema alimentario soberano, libre de agroquímicos contaminantes, que no continúe perpetuando la injusticia de la explotación animal, la ineficacia de un sistema altamente contaminante y perjudicial para nuestra naturaleza, y que, por si fuera poco, nos genera enfermedades prevenibles y deterioros en la salud. 

Según el estudio de The Lancet, las dietas basadas en plantas reducen el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad, todas condiciones costosas de tratar y que están en aumento en Argentina. El informe señala que las dietas tradicionales basadas en carne y productos ultraprocesados contribuyen directamente al aumento de enfermedades crónicas, lo que a su vez implica altos costos en atención médica.  

Adoptar una alimentación vegana en Argentina no es solo una elección ética o de moda. Es una decisión económica y sostenible que puede beneficiar a todas las clases sociales del país. 

Es momento de que repensemos nuestra relación con la comida y adoptemos alternativas más sostenibles y accesibles, no solo por nuestro bienestar, sino también por el bienestar de nuestro planeta y de los animales que merecen protección y derechos. Si logramos implementar políticas adecuadas y educar a la población sobre los beneficios de la alimentación vegana, podremos garantizar un futuro alimentario más justo, saludable y accesible para todas las personas.

* Especialista en redacción y contenido de GenV en Hispanoamérica / genv.org