Las múltiples vidas del dólar
Mientras los argentinos contienen el aliento esperando a conocer la nueva realidad que puede establecer en el país una eventual dolarización, es oportuno repasar la historia contemporánea de la moneda estadounidense como divisa alternativa, a veces dominante, en otros países del mundo. El compilador de Dolarizaciones. Historias nacionales de una moneda global, lanzado recientemente por el Fondo de Cultura Económica, acerca esa mirada a los lectores de PERFIL.
Es muy sabido el rol que ha tenido la moneda norteamericana para afianzar la hegemonía de los Estados Unidos desde mediados del siglo XX. Pero su conversión en una “moneda global” que circula en múltiples territorios más allá de las redes exclusivas de las elites, que desborda el comercio y las finanzas internacionales y que arraiga en repertorios monetarios en reemplazo o junto con otras monedas nacionales para convertirse en unidad de cuenta, pago o intercambio en el día a día de vastas poblaciones aún es un fenómeno que necesita ser comprendido.
Estas múltiples vidas del dólar suelen estar por fuera del radar de la dolarización, el termino acuñado para expresar el reemplazo de las monedas locales por la moneda norteamericana. Si habitualmente se mide la dolarización desde los indicadores financieros (cantidad de cuentas bancarias nominadas en dólares, por ejemplo), hace falta comprender también cómo las dolarizaciones se convirtieron en capítulos centrales de la historia y el presente de Argentina, Venezuela, Ecuador, Cuba, Haití, El Salvador, México, Zimbabwe, Vietnam y Georgia.
En esos contextos nacionales, por un lado, el protagonismo del dólar alcanza un rol preponderante en la sociedad, la política, la sociedad e incluso en la configuración de las identidades personales y colectivas. Por otro lado, este protagonismo es un lente para comprender fenómenos más amplios que han marcado el último medio siglo y configuraron las trayectorias de esos países: los procesos de descolonización, el derrumbe del bloque soviético y las transiciones postsocialistas, los procesos hiper-inflacionarios y las grandes crisis sociales, la financiarización de la economía y el debilitamiento de los estados de bienestar, entre otros.
Mirando en detalle cómo arraigan en la vida cotidiana de las personas, cómo interactúan con marcos institucionales y culturales, cómo contribuyen a la distribución del poder y de las jerarquías sociales, los fenómenos monetarios ocupan un lugar central en los modos que las sociedades se configuran y reproducen. En un número muy importante de sociedades del sur global el dólar norteamericano no ocupa un rol de accesorio a estos procesos. Es su clave de comprensión. En las paginas de este libro esta es la hipótesis que anuda la historia y el presente de países de América Latina, África, Asia y Europa.
La puesta a prueba de proyectos políticos y de construcción de autoridad estatal, la revitalización de memorias del pasado en el presente, el desarrollo de dinámicas de estratificación social y distribución de riqueza, modos de construir ideas de nación y nociones de libertad y progreso, son todos procesos enlazados con las múltiples vidas del dólar.
En países donde las personas han atravesado el colapso de los mercados, la caída de regímenes políticos, guerras, múltiples reformas monetarias y de divisas, devaluaciones bruscas e hiperinflación, qué activos conservan valor es una pregunta vital que la dolarización viene a resolver.
La definición corriente del término dolarización es la adopción legal o extralegal del dólar estadounidense como moneda de curso corriente. El uso recurrente del dólar puede ser de facto (como en la mayoría de las experiencias) o consagrado por la ley (como en Ecuador, El Salvador o Zimbabwe o el periodo del currency board system en Argentina entre 1991 y 2001). Este vínculo entre la moneda estadounidense y las monedas locales más “débiles” puede en algunos casos implicar un reemplazo total de las segundas por la primera (Ecuador desde 2000 o El Salvador desde 2001). En otros, sólo supone la sustitución parcial de la moneda local para determinadas funciones monetarias (como en Israel en ciertos períodos). A la vez, pueden ser situaciones que se extiendan durante décadas (como el caso Argentino), o que ocurren por un periodo acotado de tiempo.
Por un lado, el pasado colonial o de intervención militar por parte de Estados Unidos (como en Panamá, Haití, Vietnam, Cuba), la incidencia de inversiones directas en la economía local o de las remesas de inmigrantes provenientes de este país (como en El Salvador o Vietnam) son condiciones favorables para las diferentes experiencias de dolarización en sus diversos grados.
Por otro lado, los desencadenantes de los reemplazos totales o parciales de la moneda local pueden están asociados a contextos inflacionarios (como en muchos países de América Latina), asociadas a restricciones del sector externo (como en Argentina o Nigeria) o eventos políticos disruptivos como guerras o caídas de régimen políticos (Georgia o Vietnam).
La moneda estadounidense tuvo a lo largo del tiempo múltiples usos y significados que es necesario desagregar. Cuando se usa el termino dolarización a secas se suele iluminar el rol de la moneda norteamericana como moneda de reemplazo. Una de las principales hipótesis que guían a la sociología del dinero es que el dinero nunca es igual a sí mismo. Significados y usos exceden a la noción de reemplazo. El estudio de las culturas monetarias importa porque las personas no son una tabula rasa en sus relaciones con el dinero ni el dinero funciona en la vida social siempre de la misma manera sin importar el contexto y el lugar. La imagen del reemplazo es “desperfecta” con respecto a culturas monetarias que alojan significados y usos del dólar no tan evidentes y cambiantes a lo largo del tiempo.
Las historias de exclusiones y tolerancias en contextos socialistas y postsocialistas (Cuba, Vietnam, Georgia) muestran modulaciones de los significados y usos de la moneda norteamericana muy marcadas a lo largo del tiempo, inflexiones profundas sobre los modos en que el dólar está excluido o integrado en la vida social y política de estos países. Desde ser sinónimo de contrabando e ilegalidad a representar un estatus social acomodado y afianzamiento de una identidad personal moderna y global en Vietnam, de significar un orden político contrarrevolucionario hasta ser aceptada y tolerada por un gobierno socialista como el cubano son, entre otras, inflexiones de significados y usos que exceden la esfera económica o transaccional y marcan la trayectoria y los cambios de esas sociedades desde el prisma del lugar de la moneda norteamericana.
Una moneda para la vida cotidiana
El largo proceso de “popularización del dólar” en Argentina desde la década del ‘30 hasta el presente muestra una temporalidad más lenta y sedimentada en el tiempo que el mismo proceso reconstruido en Venezuela pero cuya centralidad es más reciente. Ambos procesos dan cuenta como la moneda norteamericana deja de ser una moneda de las elites para integrarse en la vida cotidiana de sectores sociales más amplio. Pero este procesos de transformación de usos y significados del dólar en un caso es fruto de la sedimentación de más de siete décadas y en el otro no alcanza los 20 años. El mismo proceso con temporalidades diferentes hablan de similitudes y grandes diferencias en los significados y usos del dólar en Argentina y Venezuela.
En Ecuador, la moneda fraccionaria ecuatoriana (una moneda emitida por el Banco Central ecuatoriano equivalente al dólar) permitió que el dólar en efectivo se fusionara y mimetizara con la antigua moneda, el sucre, produciendo una interfaz que permitió la convivencia del dólar con un pasado monetario ligado el sucre. El dólar haitiano representa el peso del legado colonial en el presente del paisaje monetario del país caribeño.
Si podemos hablar de dolarizaciones en plural obedece en gran parte a este despliegue de transformaciones, inflexiones y memorias de los usos y significados del dólar a lo largo del tiempo en cada contexto nacional.
La dolarización “endeble” (concepto propuesto por Chris Vasantkumar para analizar el caso de Zimbabwe) es un término adecuado para analizar muchas de las experiencias nacionales, incluida la argentina. Los paisajes monetarios retratados son imposible de captar cuando todos los dólares se reducen a ser considerados una moneda fuertes capaz de reemplazar a otras monedas o imponerse sobre ellas. Las dolarizaciones son plurales también porque expresan paisajes no homogéneo e incompleto que, como en el caso de Ecuador, demandan de una versión débil de la moneda norteamericana para los intercambios cotidianos.
La vuelta de Donald Trump al poder en los Estados Unidos augura una nueva intensificación de la “guerra de monedas” globales entre el dólar y el yuan chino. Estamos lejos de predecir el futuro de esta contienda, pero es oportuno proponer una caja de herramientas que ayude a comprender cómo una moneda global (hoy el dólar, mañana puede ser otra) condiciona y transforma la vida de millones de personas en el mundo.
* Doctor en sociología por la Écoledes Hautes Études en Sciences Sociales y la UBA, investigador en el Conicet y profesor de sociología en la Idaes-Unsam, donde se desempeña también como decano.
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