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¿Están las empresas latinoamericanas preparadas para una nueva pandemia?

¿Sufren las empresas latinoamericanas de un “optimismo desinformado” frente a la posibilidad del estallido de otra pandemia? Un nuevo estudio muestra que cerca de dos tercios de los líderes empresariales de la región se sienten preparados para soportar una catástrofe similar, aunque los cambios puestos en marcha después del coronavirus parezcan mostrar lo contrario.

¿Están las empresas latinoamericanas preparadas para una nueva pandemia? Foto: Cedoc

La historia está llena de eventos que nadie predijo o que pocos predijeron y nadie escuchó. Y es que anticipar puede ser difícil, especialmente cuándo las personas estamos enfocadas en resolver lo mejor posible las urgencias -que en un mundo complejo son cada vez más frecuentes- condicionando la capacidad de decisión al corto plazo. Este comportamiento social se traslada a las organizaciones y la pandemia de Covid-19 es un buen ejemplo de ello: El informe de Riesgos Globales 2019 del Foro Económico Mundial ubicaba la  propagación de enfermedades infecciosas en el décimo lugar entre los eventos que más impacto podrían tener en el mundo, sin embargo, no lo incluyó  entre los diez eventos con mayor probabilidad de ocurrencia en el futuro cercano, a pesar de que era un escenario que muchos epidemiólogos advirtieron por años.

La pandemia llegó en 2020 y no estábamos preparados. La actividad económica de ese año estuvo condicionada por la difusión y contención de la emergencia sanitaria y si bien muchas empresas en sectores estratégicos como el tecnológico crecieron significativamente mientras otras se reinventaron para proveer artículos de alta demanda coyuntural -como barbijos y alcohol en gel- el Producto Interno Bruto (PIB) en el conjunto de países de América Latina y el Caribe disminuyó un 7 por ciento, de acuerdo a datos compartidos en el Informe de Economía Latinoamericana del Banco de España (2021), lo que es superior a la caída experimentada por el resto de las economías emergentes del mundo. En Argentina, no solo no creció sino que la caída fue de 9,9 puntos del PIB según datos del Banco Mundial, dejando el indicador en números negativos. Una caída de la que le costó recuperarse dejando al sector PyME muy golpeado.

Ante una experiencia colectiva tan traumática y a cuatro años de que se produjera, vale la pena preguntarse si las empresas, que son el motor económico de los países, están preparadas para una nueva pandemia o para escenarios profundamente disruptivos que representen una amenaza existencial. Por eso nos pusimos a estudiar las percepciones de altos ejecutivos de organizaciones con base en la región para entender las creencias que guían la acción y la toma de decisiones en contextos de alta incertidumbre y cambio continuo en los que una nueva pandemia es posible, así como otros eventos altamente disruptivos como el impacto del avance de la inteligencia artificial.

Del estudio participaron 207 ejecutivos de empresas ubicadas en diez países de América Latina, entre los que destacan Argentina con un 40 por ciento de participación, México con 17 por ciento y Perú con el 10 por ciento. Tres de las seis principales economías de la región. La mayor cantidad de respuestas proviene de directores ejecutivos o generales (47 por ciento), directores de operaciones (24 por ciento) y directores de recursos humanos (18 por ciento). En la muestra, el 51 por ciento de los encuestados lidera empresas con una dotación entre 201 y 5.000 colaboradores.

El desafío de tomar mejores decisiones

Al indagar sobre qué tan fácil o difícil se les hace a los líderes empresariales comprender cómo les impactan todas las variables del contexto en el que opera la compañía, el 72 por ciento respondió que se les hacía fácil comprenderlas y cuando los cuestionamos sobre qué tan preparados estaban en caso de una nueva pandemia (considerando la experiencia previa), el 73 por ciento afirmó estar preparado. 

Sin embargo, al 44 por ciento de los participantes no le resulta fácil entender los datos emitidos por sus sistemas de información para tomar decisiones y un 61 por ciento no cree contar con toda la información necesaria para que en sus empresas puedan adelantarse a las disrupciones que puedan afectarlos. 

La creencia de que se está preparado y que se tienen todos los flancos cubiertos puede generar un exceso de confianza, entendido como la tendencia a sobreestimar o a exagerar la propia capacidad para adelantar de manera satisfactoria una tarea en una situación determinada, lo que puede derivar en puntos ciegos que limiten o distorsionen el análisis que conduce a una decisión, asumiendo como ciertos supuestos no comprobados, especialmente cuándo es difícil transformar los datos que tenemos en información útil o cuando esta no es suficiente. 

 

La tecnología: una caja de Pandora

Un 78 por ciento de los participantes del estudio afirmó que en su empresa comprenden el impacto que tendrá para ellos el desarrollo global y exponencial de tecnología. Sin embargo, solo un 58 por ciento expresó no tener dudas respecto a la necesidad de implementar inteligencia artificial en algún proceso de la cadena de valor. Un 37 por ciento no está considerando implementar IA en el corto plazo y un 16 por ciento no tiene una opinión formada sobre el tema.

La IA ya está motorizando un cambio tecnológico sin precedentes y queramos o no ya es parte de nuestras vidas. El contenido producido con IA comenzó a inundar los motores de búsqueda en internet y de las redes sociales, sin entrar a hablar de que millones de personas en el mundo ya adoptaron los modelos de lenguaje natural como ChatGPT o los modelos de generación de imagen como el que ofrece Midjourney para incrementar la productividad personal. 

Es muy importante que los líderes empresariales estén muy atentos a la posibilidad de caer en un sesgo conocido como exceso de optimismo que se presenta a través de creencias como “a nosotros en la empresa eso de la IA no nos va a afectar mucho, siempre hemos hecho las cosas así y siempre hemos salido adelante” o “No me preocupa porque estamos a la vanguardia tecnológica del sector hace 30 años”. La historia reciente demostró que siempre puede aparecer un nuevo jugador que disrumpe nuestra industria y si no, pregúnteles a los taxistas de Buenos Aires que después de hacerle la guerra a Uber por años ahora usan la app combinándola con la forma tradicional de hacer su trabajo.

¿Adaptarse a los cambios o cambiar para innovar?

Al preguntar a los participantes del estudio sobre la dificultad para adaptarse a los cambios, el 72 por ciento respondió que en sus organizaciones les resulta fácil adaptarse a circunstancias que cambian rápidamente. En línea con lo anterior, cuando consultamos respecto a si la forma de trabajar se vería afectada en sus empresas en caso de una nueva pandemia, el 46 por ciento respondió que la forma de trabajar no se vería afectada en una situación como esa.  

La normalización de la pandemia resultó ser un elemento condicionante de la recuperación de las empresas, que en la mayoría de los casos procuraron seguir haciendo lo que sabían hacer, pero ahora con teletrabajo, reuniones a distancia y uso de elementos de seguridad en el marco de las actividades presenciales 

En algunos líderes se instaló la creencia de que “la primera vez las personas no estaba preparadas para la pandemia y salieron adelante. Se puede volver a hacer”. Una visión limitada que no considera los costos ocultos de la adaptación sin preparación. 

Bienestar integral de los equipos: Una tarea pendiente

Uno de los desafíos más grandes que tienen las organizaciones es la gestión del bienestar de los equipos para que puedan mantener un balance saludable entre la vida personal y el trabajo al tiempo que alcanzan los resultados esperados.  

En este sentido, a los participantes del estudio se les consultó si en sus empresas se dedica tiempo a pensar en el impacto de las decisiones que toman y el 72 por ciento respondió que sí. El 75 por ciento también estuvo de acuerdo en afirmar que lo que los equipos sienten respecto a los cambios es socializado y gestionado en la empresa y al consultar si los equipos están preparados para los cambios por venir, incluso si no saben cuáles son, el 58 por ciento de los participantes respondió que sus equipos están preparados.

Pero es extremadamente difícil estar preparado para algo que no se conoce o no se puede imaginar, aunque se tenga una disposición amplia para adaptarse a cualquier tipo de cambio. Adaptación no significa innovación o hacer las cosas mejor. Para muchos colaboradores decirle sí a un cambio organizacional está más relacionado con cuidar su trabajo mientras buscan maneras de ponerse a buen resguardo que con estar convencidos de que el cambio es bueno para ellos y para la organización en la que están.

Entonces ¿están las empresas preparadas?

Más allá de cualquier pronóstico sobre el futuro, es importante para las empresas empezar a crear anticuerpos contra el optimismo desinformado e invertir tiempo en trabajar sobre escenarios que les permitan estar más preparadas para las disrupciones que puedan comprometer su prevalencia en sus mercados. Una pregunta que ayuda a pensar sobre ello es ¿Cuáles son esos eventos que si ocurren nos pondrían en grave peligro de no poder recuperarnos?

Las empresas que logren seguir prosperando en marcos de alta incertidumbre son las que hayan desarrollado una mentalidad de crecimiento colectiva y una cultura de reinvención continua, lo que produce una aproximación dinámica y adaptativa ante los desafíos que se van presentando en el camino de lograr los objetivos organizacionales. En este sentido, es importante empezar a diversificar las iniciativas de innovación con un enfoque estratégico mientras se mantiene el negocio que funciona bien en el presente.

Cualquier empresa que esté preparada para una nueva pandemia, abandonó el enfoque reactivo ante el cambio y comenzó a crearlo. 

* CEO de Courage Strategies Consulting / couragestrategies.com