las negociaciones por la deuda

El FMI acepta que siga el cepo (limitado) un año más; a cambio, un acuerdo corto

Aceptó firmar un nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas que contemple las metas pactadas para el final de año, con una extensión a 2025. El Fondo permitirá además que el año que viene el Gobierno no devalúe ni unifique el tipo de cambio. Sobre el cepo al dólar, se respetarán los tiempos que impuso Economía con el compromiso de que se vaya desmantelando de a poco. Y seguirá trabada la compra de divisas para turismo y atesoramiento.

En el G20. El ministro de Economía Luis Caputo y la titular del FMI, Kristalina Georgieva, en un encuentro en Río de Janeiro. Foto: NA

Ya casi hay acuerdo. Falta poco para el apretón de manos. Pero todo será por corto plazo. Cortísimo. Y a la espera del país que surja luego de las elecciones legislativas del 2025. Luego, con la Argentina del 2026- 2027, se buscará un acuerdo estructural de más largo alcance. El gobierno de Javier Milei y el Fondo Monetario Internacional (FMI) determinaron que no es el momento de rupturas totales o parciales, y que lo mejor para ambas partes es la firma de un Facilidades Extendidas que complete la aprobación de las metas pactadas para este año y una extensión básica para el 2025. En lo urgente, que se aprueben las 9° y 10° revisiones generales pactadas en el acuerdo firmado por Martín Guzmán en marzo del 2022; y que, con dos revisiones (una en junio pasado y otra en enero de este año), es el que está vigente. Se buscará con el Fondo finalmente comenzar a discutir el cierre del ejercicio con la idea de firmar entre febrero y marzo próximo, y confirmar las metas que deberá cumplir Argentina en 2025.

Para el próximo año, el FMI aceptará que la Argentina no devalúe ni unifique el tipo de cambio. Le dará la oportunidad a Javier Milei de demostrar que su idea de una mejora de la competitividad a partir del respeto del crawling peg al 2% mensual (puede cambiar tenuemente hacia arriba o hacia abajo); con una inflación que, aseguran en el gobierno argentino, se mantendría en un promedio de 2% mensual. O menos. Se respetará la estrategia de apertura del cepo según los criterios que considere el Ejecutivo y el ministerio de Economía, siempre que el ritmo hacia delante sea de liberación y no dependencia. En otras palabras menos ideologizadas, que el cepo se vaya desmantelando y no profundizando o manteniendo. El criterio de prioridades sobre los rubros económicos donde se flexibilizará el acceso a las divisas quedará a criterio del gobierno argentino; pero en este caso ambos coinciden. Antes que nadie, se priorizará la apertura del cepo para la producción y la posibilidad de giro al exterior de las ganancias locales. Esto además de una normalización total del acceso a los dólares para los importadores, no sólo para las pymes (que según el oficialismo ya están casi al día), sino también para las grandes compañías. Por lo demás, acepta el FMI, que la posibilidad de poder comprar dólares para el público en general para atesoramiento o turismo, continuará trabada. Por bastante tiempo más. Esto incluye el mantenimiento de algún tipo de impuesto a consumo de dólares por tarjetas o vías digitales; con un nivel de costo similar al actual. Esto es, unos  1.600 pesos. En esto coinciden tanto el Fondo como el gobierno criollo: no es tiempo de salida masiva de dólares para turismo u ahorro popular. Menos a este valor, que, para ambas partes, es barato. Desde el FMI se aceptarán estas políticas que no están en la carpeta clásica de las revisiones técnicas e históricas del organismo.  Muchos menos en la cabeza del salido de la discusión, el director gerente para el hemisferio occidental Rodrigo Valdes.  

Se priorizará la apertura del cepo para la producción y la posibilidad de giro de ganancias al exterior

Las negociaciones definitorias se darán desde esta semana en Washington, a donde viajarán el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, el presidente del Banco Central Santiago Bausili y el responsable de la relación, el flamante viceministro José Luis Daza; para participar de una nueva asamblea anual conjunta de otoño del FMI y el Banco Mundial, que, otra vez se concretará en la capital de los Estados Unidos. La idea es que, cara a cara, Caputo y su equipo se encuentren con el responsable del caso argentino, el venezolano Luis Cubeddu, y la número dos del organismo, la norteamericana nacida en la India Gita Gopinath, quienes tienen en sus manos las llaves del acuerdo. Si todo sale bien, habrá foto con la directora gerente del FMI Kristalina Giorgieva. Para un anuncio final habrá que esperar un tiempo más. Lo que podrá anunciarse en las próximas jornadas, es la aprobación de los períodos abril- junio (novena revisión) y julio- septiembre (décima). Hay sólo un problema por resolver. Argentina sobrecumplió las metas de superávit fiscal primario de ambos períodos, y no tendrá problemas en lograr el objetivo anual de un 2,1% de ahorro entre recaudación y gastos. Incluso puede mostrar el ministerio de Economía un superávit financiero (primario menos el pago de deuda corriente) entre enero y septiembre de un 0,45% aproximado. Esto es, unos 2.500 millones de dólares. Un hecho inédito desde el 2003 al 2005, con Roberto Lavagna como ministro y con un país en default. También puede mostrar el gobierno argentino un cumplimiento estricto en cuanto a la emisión monetaria, donde hasta septiembre el resultado es cero. Justo lo que pide el Fondo Monetario.

Donde habrá que pedir un waiver, tal como adelantó este medio, es en la acumulación de reservas. A septiembre, el número comprometido ante del FMI estuvo entre US$ 1.000 y 2000 millones abajo. Un número comprensible, y una meta incompleta en vías de recuperación en el último trimestre del año, vía blanqueo. Según asegura el Palacio de Hacienda, para fin de año los US$ 8.000 millones de recuperación de reservas del BCRA estarían cerca de lograrse. Y, si no es así, será por poco.

Fondo Monetario Internacional. Foto: AFP

Las metas para el próximo año no tendrían sorpresas. Las metas fiscales y de emisión serán similares, y la recuperación de reservas las lógicas y difíciles de lograr. Por lo demás, todo será declaraciones de principios, virtudes y obligaciones. Lo que no habrá es dinero extra. Desde Washington sólo habrá compromisos de giro de lo ya comprometido y firmado en marzo del 2022 por Guzmán, y que sólo garantiza el pago del capital. Los intereses, habrá que pagarlos. Eso sí, con la reducción de costos y sobrecostos que aprobó el board del organismo hace ocho días en su reunión de Washington, y que para el país implicaría un ahorro de aproximadamente 500 millones de dólares. No poco ni mucho, pero todo ayuda. Habrá que agradecer a Ucrania, el motivo real de la reducción de intereses. Por lo demás, se confirmará esta semana, que no hay ni sintonía ni afinidad entre las partes. Ni posibilidades de acuerdo de largo plazo. Al menos mientras ni Javier Milei ni Luis “Toto” Caputo quieran devaluar.

Mientras tanto, el ministerio de Economía está cerrando los números del 2025. Para poder comenzar a proyectar hacia delante, necesitaba tener un septiembre fiscalmente amistoso. Y lo tuvo. Según los datos oficiales, el superávit financiero (con el pago de intereses de deuda) acumulado al noveno mes del año, alcanzó el 0,44% del PBI; lo que implica unos 2.000 millones de dólares; mientras que el primario (recaudación sobre gasto) se ubicó en unos 8.000 millones de dólares, acercándose al 1,8% del PBI. Confía el ministerio de Economía que la tendencia continuará en octubre, con lo que el primario superará el 2,1% del PBI y que el financiero se ubicará en el 0,6% del PBI. Luego vendrá una tendencia negativa en los dos últimos meses del año; algo inevitable ya que, fundamentalmente diciembre, es un mes de alta suba del gasto producto del pago de deuda, aguinaldos y puesta a punto con proveedores del estado. No habrá problemas en mostrar un resultado final en sintonía con el FMI, con datos fiscales oficiales similares a los de la salida de la convertibilidad. Los que, se promete, volverán a repetirse en el 2025.

Para la anécdota, esos 2.000 millones de dólares de superávit, es algo más del dinero que se hubiera necesitado para cumplir con las dos leyes polémicas aprobadas por el Congreso y sobre las que Milei logró sostener el veto presidencial: el aumento a los jubilados y el incremento al financiamiento universitario. Aún haciéndose cargo de ambas partidas, el Gobierno podría haber mantenido el superávit primario. Pero no habría alcanzado para sostener el financiero. De ahí parte algo de las explicaciones de las decisiones presidenciales de incremento del gasto corriente. Esto también mira el FMI. Y los mercados.