OPINION

Cuidado Presidente Milei: El péndulo siempre vuelve

"The pendulum always swings back” sugiere que, cuando una sociedad avanza en forma vertiginosa hacia una determinada ideología, eventualmente enfrentará una reacción contraria que busca equilibrar o revertir esos cambios.

Javier Milei Foto: NA

Una de las teorías más influyentes en ciencias políticas es la del “péndulo que siempre oscila” (o “The pendulum always swings back”), que sugiere que, cuando una sociedad avanza en forma vertiginosa hacia una determinada ideología (por ejemplo, hacia el liberalismo, progresismo, o conservadurismo), eventualmente enfrentará una reacción contraria que busca equilibrar o revertir esos cambios.

En otras palabras, como indica la mismísima tercera ley de Newton: “Para cada acción, hay una reacción igual y opuesta”.

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Existen numerosos ejemplos del efecto del péndulo, pero el más notable es el regreso de un conservadurismo social en la década de los 80 en respuesta al liberalismo de los años 60: La generación de jóvenes de los 60, especialmente en Estados Unidos, adoptó las banderas de libertad individual, igualdad racial, diversidad sexual y rechazó a la autoridad y los valores conservadores de la generación anterior, que priorizaban la estabilidad, la familia tradicional y el patriotismo.

Pero en respuesta a estos cambios culturales, los líderes políticos más importantes que emergieron 20 años más tarde, como Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, llegaron al poder pregonando un regreso a valores conservadores, la familia núcleo como eje ordenador, el individualismo económico y la disciplina social.

Dónde se sintió esta semana "el efecto del péndulo"

El efecto del péndulo se hizo evidente esta semana en la respuesta generalizada —y afortunadamente en su mayoría en repudio— a las falacias del presidente Milei en el foro de Davos. A diferencia de episodios anteriores, esta reacción atravesó todo el arco político, marcando una diferencia incluso con aquellos que previamente se habían acomodado como aliados políticos. Y es que, cualquiera que siga los comentarios y acciones de Milei, puede percibir una escalada en la intensidad de su cruzada ideológica contra los colectivismos. (Dicho sea de paso que llamarla anti-WOKE sería una estupidez dado que muchos de los colectivos comprendidos en este anglicismo ni siquiera existen en Argentina). En los últimos meses, con sus asociaciones a ciertos personajes abiertamente misóginos y/u homofóbicos y afirmaciones que dejan lugar a muchas dudas, Milei le ha dado a sus adeptos y aliados la ardua tarea de conciliar las buenas noticias económicas con una agenda social que es al menos incómoda. Las repercusiones de su discurso marcaron un punto de quiebre por su magnitud y extensión, y empezaron a alimentar lo que podría llegar a ser el punto de retorno del
péndulo.

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Argentina es uno de los países más socialmente progresivos de la región, en particular en lo que concierne a diversidad sexual e igualdad de género, los focos del discurso de Milei en Davos. La matriz social y cultural de nuestro país no es un espejo de la división
política que existe en EEUU, donde es más fácil agrupar al conservadurismo social y político en el partido republicano.

Si Milei quiere transformarse en el líder anti-WOKE y pro-conservadurismo mundial, es muy probable que esto implique un sacrificio electoral significativo, especialmente de los votantes más jóvenes. El proyecto de La Libertad Avanza, aún mantiene un porcentaje de aprobación muy alta, pero como demostraron los medios y las redes sociales la semana pasada, un faux pas tan grande es un catalizador para la oposición que sistemáticamente busca quiebres en la muralla de percepción del gobierno.

Es imposible predecir cuál es el punto de quiebre en el cual la agenda ideológica repela a los encantados con los logros en otros ámbitos, pero cuidado Presidente Milei, no sea cosa que el paroxismo que caracteriza sus convicciones termine fortaleciendo el movimiento que busca atacar; no se olvide que el péndulo siempre vuelve.

* economista en el Banco Mundial e investigador en el Harvard Ash Center for Democracy. Previamente se desempeñó como consultor en McKinsey, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización de Naciones Unidas (ONU), entre otros.