Género

Querer no siempre es poder

. Foto: Cedoc Perfil

La no maternidad por circunstancias es aquella que no se concreta pese a haber existido el deseo y, en muchas ocasiones, años de búsqueda de un embarazo, incluso con pérdidas gestacionales en el proceso, que nos dejan a las puertas de esa maternidad deseada. 

Todas las mujeres sin hijos por circunstancias somos mujeres que quisimos ser madres y no lo fuimos. Algunas, a causa de la infertilidad; otras, porque nunca tuvieron la oportunidad de intentarlo... No hay un solo camino que lleve a la no maternidad. Es una experiencia que cada mujer vive a su manera y es importante que sea así, que cada una de nosotras sepa que todo lo que surja en ese proceso es normal, que puede dar espacio a todo lo que siente, sin juzgarlo ni juzgarse a sí misma. 

Aunque cada historia es diferente, la no maternidad por circunstancias es dolorosa siempre. Seamos conscientes o no, pues no haber podido ser madre quizá se viva durante un tiempo como un duelo negado.

No hay una forma de no maternidad por circunstancias más dolorosa que otra, porque el dolor no se mide, lo mismo que no se puede medir ni comparar el deseo de querer ser madre.

A veces podemos elegir cuándo soltar ese deseo, y vivirlo como una liberación, como si dejaras ir un peso enorme. Aunque haya habido mucho dolor. Aunque también nos produzca miedo. Quizá es precisamente por eso que se siente como una liberación. Porque el cuerpo ya está harto.  El cuerpo sabe. Si estuviéramos más conectadas con él en lugar de pasar tanto tiempo en la mente, pendientes de las opiniones ajenas, nos evitaríamos mucho sufrimiento.

Soltar también duele. Es difícil. Es un acto de vulnerabilidad, de desnudez. Elegir soltar ese deseo de maternidad — sí, es una elección— no implica dejarlo ir de repente. Es un proceso. Hay que transitarlo con paciencia y abrirse a la aceptación, que es esencial. 

Otras veces es la vida quien decide cuándo hay que parar: porque se han agotado las alternativas o porque resultan inaccesibles por cuestiones económicas, o porque el cuerpo dice basta en forma de enfermedad. 

Muchas veces las mujeres recorren un camino muy largo y muy costoso, a todos los niveles, para intentar llegar a la maternidad. Siempre habrá quien crea que no se hizo lo suficiente, que si no se consiguió es porque no se quería tanto. Esto se relaciona con la creencia de que cualquier esfuerzo es válido con tal de ser madre, sin importar el coste.

La cultura del esfuerzo y sus consignas — «si luchas, lo lograrás»; «no te rindas»; «quien algo quiere, algo le cuesta», etc.—, unidas al positivismo tóxico — «todo es posible»; «seguro que lo consigues»; «si yo pude, tú podrás», etc. , son el cóctel perfecto para vivir este proceso con una frustración aún mayor.

Hay mujeres que no ponen límites e intentan todo lo que está a su alcance, pero tampoco consiguen ser madres. Esto demuestra que en la vida hay cosas que no están bajo nuestro control, sin importar lo decididas que estemos ni los recursos que tengamos a nuestra disposición.

En otros casos, los límites están más presentes, o se aprende a ponerlos en el camino, como fue en mi caso. Mi experiencia me enseñó que es necesario conectar con la idea de que no todo es posible en todo momento, y que nadie puede asegurar nada. Esto requiere aprender a pensar de forma flexible: quiero ser madre y haré lo que pueda. Si, por la razón que sea, no lo soy, confío en que también estaré bien.

El hecho de acabar un proceso de búsqueda de maternidad sin un bebé en los brazos es algo que existe, que nos pasa a muchas mujeres, hayamos elegido parar de intentarlo o nos hayamos visto forzadas a hacerlo por diferentes razones. Sea cual sea el camino por el que has llegado a la no maternidad por circunstancias, habrá dolido.

Generalmente, el hecho de no poder ser madre provoca una crisis vital que representa un verdadero reto: te has estado proyectando como una mujer-madre, y esa parte de ti no se va a desarrollar. Hay días en que ya no sabes ni quién eres. Has estado tanto tiempo en la zona de la imaginación, en ese futuro hipotético, has estado tan enfocada en lo que querías que pasara, que el presente se te ha escapado.

Somos cambio constante, pero esta es una verdad que nos cuesta muchísimo aceptar. Resulta paradójico: aquello que estamos esperando, la maternidad, es un cambio enorme, pero nos aferramos a la mujer que éramos antes de empezar a intentar tener hijos y eso no es posible. Detrás del dolor que esto genera, no somos capaces de ver que también existe la posibilidad de un crecimiento. Quizá esto solo se aprende después de haber experimentado e integrado esta experiencia.

La no maternidad por circunstancias significa también una pérdida de la inocencia, de esa ilusión con la que se empieza la búsqueda de un hijo, desde la ignorancia o el desconocimiento de las dificultades que se pueden presentar.

*Autora de ¿Y ahora qué? Editorial Koan. (Fragmento).