Conducir un autor
Nieta de inmigrantes italianos y alemanes. Mi abuelo alemán llegó, como tantos otros, a la provincia de Entre Ríos y se especializó en la construcción de tractores. Mi papá, que nació allí y aprendió el oficio, decidió venir a Buenos Aires a probar suerte e instaló un taller mecánico que sigue actualmente en funcionamiento: Taller Mecánico Motorika, en el barrio de Villa Devoto, en la capital de Argentina.
La casa donde nací está arriba del taller de mi familia, así que de pequeña jugaba a llevar la bicicleta al taller y a trabajar con papá. De hecho, me crie en ese taller mecánico, en casa se hablaba de autos todos los días, se veían carreras de autos todos los fines de semana y se leían las revistas Corsa y Parabrisas. Yo usaba las herramientas del taller para arreglar mi bicicleta, seguramente tenía menos muñecas que el resto de mis amigas y, por supuesto, papá nos construyó a mi hermano (Ariel, cuatro años menor) y a mí el famoso carrito de rulemanes. Era una verdadera fiesta circular por la vereda. (…)
Pero en nuestra familia ni se cruzaba la idea de que una mujer pudiera continuar con ese legado “fierrero”; así fue como comencé a transitar otro camino. Mis padres se esforzaron por darme la educación que ellos no tuvieron (cosa que les agradezco infinitamente). Me recibí de licenciada en Comercialización. Mientras estudiaba, ya comenzaba mi carrera en el mundo corporativo y, en mi deseo de un aprendizaje continuo, realicé luego un máster en Negocios Internacionales. A medida que fui creciendo, le empecé a restar cada vez más importancia a toda esa información adquirida de pequeña sobre el funcionamiento de los autos. Yo creo que me fui desinteresando porque tenía la seguridad de saber que mi papá era mecánico (eso sí, a los 18 años recién cumplidos, yo ya tenía mi licencia de conducir; amaba manejar). No tenía un “mecánico de confianza”, tenía a mi papá. (…)
Ya no me colmaba la tan idolatrada carrera corporativa. Patear el tablero, barajar y dar de nuevo en la mitad de nuestra vida. Como nosotros somos los artífices de nuestro propio destino, le hice jaque mate a esa carrera profesional para ampliar mi campo de acción. Después de tantos años haciendo lo “socialmente correcto”, comprendí que la vida comienza cuando derribas tu zona de confort y persigues lo que realmente te gusta y también te apasiona. ¿Y saben lo que a mí me apasiona? Los autos. (…)
Perdí el miedo al qué dirán, que me abrumaba, y me animé a cambiar el sombrero de ejecutiva exitosa por el de emprendedora, y fundé Lady Fierros. Clínica de Autos. (…)
Alejandra Hartman
Decimos que en la infancia es donde se producen los primeros aprendizajes, quizá los más fuertes en nuestra formación. Crecí con mis padres y una hermana, que adoro con el alma, en circunstancias económicas muy difíciles. Cuando tenía 7 años, mi madre enfermó.
Sufría de depresión, ataques de pánico y fobia a estar en lugares públicos. Mi padre trabajaba todo el día, llevaba encima dificultades de comunicación por tener las cuerdas vocales afectadas y un accidente laboral le impidió trabajar normalmente. Durante años de mudanzas por no tener el dinero para abonar el alquiler, fui conociendo los miedos en las palabras de mis padres, que decían: “No se puede avanzar”, “La vida es difícil”, “No vamos a salir adelante nunca”. (…)
Mi tarea consistía en acompañarla a todas partes, largas esperas en hospitales públicos para que alguna psicóloga o médica psiquiatra la viera 20 minutos y le recetara algo. Con todo este panorama, fui aprendiendo a acompañar, a cuidar y a querer que se curara. Si bien disminuyeron de manera significativa con el paso de los años, sus ataques de pánico (actualmente llamados crisis de angustia) no desaparecieron. Hoy entiendo que era un deseo, no tenía a esa edad ni las herramientas ni los conocimientos para colaborar en que eso sucediera. (…)
Escuché distintas historias, y en la gran mayoría de las mujeres noté que tenían en común el miedo como un limitante, como un freno en su vida que les impedía realizarse.
Pero algo me llamaba la atención: en muchos casos ellas hablaban de su miedo a manejar. Y aunque este temor les causaba grandes limitaciones en la vida diaria, no lo veían como un problema; de hecho, estaba lejos de ser lo que las traía a la consulta. Para mi sorpresa, me encontraba hablando con ellas sobre cómo superar su miedo a manejar, ayudándolas en este aspecto. (…)
A través de estas páginas, vamos a guiarte por el camino de entender qué es el miedo o fobia a conducir un vehículo, por qué sucede, qué lo causa, cómo se trata. Te propondremos ejercicios para hacer en tu casa, sentada en el auto. Te recomendamos que tengas a mano un lápiz y un cuaderno para anotar, porque seguramente quieras destacar varios temas tratados en el libro.
Vamos a darte información sobre cómo funciona el auto y técnicas de manejo para no pasar por alto ningún tema que te genere inquietud. Los miedos nos paralizan porque provienen del desconocimiento, y aquí queremos darte un kit de herramientas para que enfrentes tu salida en auto con total confianza y seguridad.
*/**Autoras de Pone(te) primera, editorial El Ateneo. (Fragmento).