Filosofía

Amor y algo más

. Foto: Cedoc Perfil

Este libro habla del amor, pero no pretende hablar sobre él solo como algo hermoso y placentero, sino también sobre sus oscuridades, sus complejidades, sus filos. Por amor a veces hacemos cosas de las cuales nos avergonzamos, a veces amamos a alguien que no nos quiere, a veces el amor y el odio se acercan mucho y a veces nos cuesta amar. Es complejo, por amor sufrimos y hacemos sufrir. Todos y todas sabemos algo sobre el amor, aun con sus trampas es un juego que vale la pena jugar. (…)

La idea de este libro no es dar consejos sobre cómo amar, sino reflexionar sobre lo que nos pasa con el amor, sobre lo que sentimos y creemos de ese juego al que todos jugamos desde el principio de los tiempos. (…)

Vamos a hablar de Platón, pero es imposible hablar de Platón sin hablar de Sócrates. La relación entre Platón y Sócrates es una de las más conocidas en la historia de la filosofía. Eso sí, ese vínculo fue más importante para el primero que para el segundo. Para Sócrates, Platón era uno más entre otros... o al menos él murió creyendo eso. Sócrates jamás se enteró de que, gracias a Platón, terminó siendo una estrella de la filosofía. ¿Por qué? Porque la muerte de Sócrates cambió la vida de Platón como un rayo para siempre y, en especial, la trágica manera en la que murió. La ira e indignación por su muerte fue lo que llevó a Platón a escribir todo lo que escribió sobre él, a volverlo un héroe, quizás en una búsqueda desesperada de justicia. Veamos lo que pasó.

Estamos en Atenas en el siglo IV a. C. y Sócrates es un filósofo maestro de Platón. No en un sentido convencional, no hay una escuela, y además Sócrates afirma que él solo sabe que no sabe nada, así que dice no tener mucho para enseñar. Para entender qué piensa un filósofo, tenemos que saber con quién se está peleando, porque la filosofía no es otra cosa que una discusión eterna a lo largo de la historia. Como dice Heráclito —un gran filósofo griego, anterior a Platón—, la polémica es la madre de la filosofía.

Los enemigos de Sócrates son los sofistas, ellos son relativistas. El hombre es la medida de todas las cosas, dice Protágoras, uno de los sofistas más importantes. Esto quiere decir que no existe una única verdad que valga para todos, sino que cada uno tiene la suya propia. Los sofistas trabajan ayudando a cada persona a defenderla con buenos argumentos a cambio de dinero.

Esto vuelve loco a Sócrates, que ve que todos los problemas que tiene Atenas se deben a que si no existe la verdad, entonces cualquier cosa puede ser posible, y eso es peligroso. Cada uno puede andar por ahí diciendo que es verdadero algo que no es y afirmando que sabe cosas que en realidad no sabe. Si todos opinan, nadie sabe. Para Sócrates sí hay una verdad, sí hay una única definición verdadera de las cosas. O sea, no importa cuántas opiniones haya, por ejemplo, sobre la belleza: la belleza es una sola. Lo mismo pasa con la justicia, ¡imagínense el desastre que ocurriría si cada uno se rigiera por su propia idea de lo que es la justicia!

¿Qué hace Sócrates para derrotar a los sofistas? Camina. Camina y les pregunta de forma insistente a las personas qué opinan de las ideas como la belleza, el amor o la justicia. Esto lo convierte en un ser insoportable para muchos, no es muy divertido que te persigan por la calle haciéndote preguntas y que encima te digan que todo lo que decís está mal. Hablar con Sócrates es estar en una discusión y perder siempre.

Es que ese es su método: lograr que cada persona admita que está equivocada en lo que opina porque ahí recién va a estar en condiciones de buscar la verdad. Quiere que todos reconozcan que, en realidad, lo que creen saber no es verdad, que opinan sin tener conocimiento. Solo reconociendo que no sabés la verdad podés llegar a ella... porque los soberbios no aprenden nada, ¿no?

Sócrates está convencido de que conocer la verdad acerca de la justicia permite ser justo. 

El que conoce el bien, lo hace. Por el contrario, el que hace el mal, lo hace por ignorancia. Nadie quiere ser malo o injusto voluntariamente, es solo una cuestión de desconocimiento. Para hacer las cosas bien, hay que conocer sobre ellas.

Lo que hay que hacer para mejorar la situación en Atenas es lograr que todos conozcan la verdadera idea de justicia y la verdadera idea del bien. Perfecto, ahora... ¿Dice Sócrates cuáles son esas esas verdades? Jamás. Solo dice que existen.

Aun así, Sócrates es una celebridad en Atenas y es seguido por muchos jóvenes. Uno de esos fans es Platón. Platón lo sigue y lo escucha. ¿Lo ama acaso? ¿Puede ser la relación maestro-discípulo una de las formas del amor? Como cuando escuchás en el aula a ese profesor o profesora que te gusta, sin importar que la clase sea un lunes a las 7 a. m. o un viernes a última hora. Así escucha Platón a Sócrates.

Pero tenemos un problema.

Sócrates es condenado a muerte. Lo acusan de corromper a los jóvenes atenienses con su filosofía, de llenarles la cabeza con ideas absurdas. Platón se desespera con esta acusación, no solo porque ama a su amigo y maestro, sino porque la considera totalmente injusta. Hay un juicio en Atenas.

*/**Autoras de El filo del amor, editorial Planeta (Fragmento).