opinión

Elijo creer

Homenaje. Antes del partido y del gol, los jugadores recordaron a Hugo Villaverde. Foto: prensa independiente

No me vengan con esa pavada del más allá, con relatos de episodios paranormales ni con historias de personajes con poderes sobrenaturales que ponen los pelos de punta. Eso funciona en una película de terror o en un cuento de Mariana Enríquez. Pero la vida es otra cosa, seamos razonables. A quién se le ocurre pensar que alguien desde un lugar que no sea la vida pueda interferir entre los vivos. Hay mucho vidente que curra con la necesidad que tenemos de recibir alguna señal de esa persona que se nos fue hace poco y con la que nos quedó algún asunto pendiente. Allá ellos. En esta, no cuenten conmigo. Jamás estaré del lado de los que reciben mensajes de Conan.

Esto lo pude haber escrito hace unos días porque precisamente esto era de lo que estaba convencido hasta hace unos días. Pero pasaron cosas. Y esas cosas que pasaron hicieron que me replanteara mi escepticismo. ¿Qué fue lo que hizo que dudara de mis convicciones? Un gol. Algo tan trivial como el instante en que un tipo pone su cabeza para que la pelota entre al arco. ¿Habrá sido un golazo, entonces? No. ¿Fue en una final? Tampoco. ¿Lo convirtió una estrella del fútbol? Nada de eso. Es más, todo lo contrario: desde el jueves a la noche no me puedo sacar de la cabeza el gol de Joaquín Laso a Gimnasia. 

Ocurrió que cuatro días antes había fallecido Hugo Villaverde, el mejor número 2 de la historia de Independiente. Entre todo lo que se podría decir de Villaverde, necesito rescatar un dato: durante catorce años en el Rojo jugó 380 partidos y nunca convirtió un gol. Ojo que tampoco lo buscaba. No le interesaba. Sabía que su función era otra. Brilló aun sin meter goles. Hasta que el jueves apareció Laso.

Es el jugador más resistido de Independiente. Juega de 6, pero usa la camiseta número 2. Así de despistado, así de desconcertante. Nadie le pondría una ficha y cada vez son más los que piden su cabeza. Así y todo, fue el elegido.

Cuando el equipo salió al campo de juego con la cara de Villaverde en el pecho y Marcone levantó una vieja camiseta Topper con el número 2, intuí que algo bueno iba a pasar. Y vaya si pasó. Centro, un arquero a mitad de camino, cabeza y gol. ¿Independiente ganó gracias a un gol de Laso? Esas cosas no ocurren. Salvo que tenga el 2 en la espalda y la cara de Magoo en el pecho. Digámoslo de una buena vez: hizo el gol que Villaverde no había querido hacer.

No me vengan ahora con esa pavada de que el gol lo hizo Laso. Eso que quede para la AFA, para los que llevan las estadísticas y para los escépticos. Sabemos quién lo metió, no jodamos. Querido y admirado Villaverde, gracias por todo. Por tu calidad, precisión, fidelidad y compañerismo. Y por este gol.