Fernando Pacini

“Diego ayudaba sin medir consecuencias”

El comentarista de TNT Sports detalla su relación con Maradona, elogia a Bielsa y confiesa por qué no usa redes sociales.

Admiración. “Bielsa es el Piazzolla del fútbol argentino”, define Fernando Pacini. Foto: cedoc

Es 2009. Fernando Pacini, uno de los periodistas deportivos más prestigiosos de la televisión, recientemente fue desvinculado de uno de los canales más vistos del país. Camina por una calle céntrica de Buenos Aires cuando recibe un llamado de un número desconocido. La voz de Maradona lo sorprende del otro lado de la línea. El entrenador de la selección argentina quiere saber qué pasó, en qué términos se dio su salida del canal.

Lo que Diego quiere saber, en realidad, es si debe tomar represalias en nombre de ese periodista que estima. Se ofrece a lo Maradona: está dispuesto a no responder preguntas de periodistas de ese canal en sus ruedas de prensa como DT argentino.

Del adolescente que grababa micros para una radio zonal, al periodista por el que Maradona es capaz de semejante gesto. Pacini se lo atribuye a la suerte: “Estar en el lugar indicado en el momento indicado. A veces, cuando un joven que está estudiando Periodismo viene a pedirme consejos, no sé qué decirle. Yo tuve mucha suerte”.

Algo más de suerte. En 1995 Maradona vuelve a jugar al fútbol tras cumplir la suspensión por el doping positivo de Estados Unidos 1994. Firma con Boca, que para entonces había cambiado el lugar de entrenamiento, Empleados de Comercio por Hindú Club. Allí estaba Pacini.

—¿En qué medida cambió tu carrera tu relación con Maradona?

—Ufff. Mucho. Cuando Diego llegó a Boca, fue una revolución. Yo, por supuesto, no lo conocía. Pero al poco tiempo empezamos a relacionarnos. Y forjamos una relación excelente. Yo lo admiraba, como cualquiera de mi generación al que le gustara el fútbol, y tenerlo ahí... Me temblaban las piernas. Él fue muy, muy generoso conmigo. Muy cariñoso, esa es la palabra. Cariñoso. No sabría explicar cuáles fueron los motivos que hicieron que esa relación se cimentara, sucedió todo bastante rápido. Me quedó un recuerdo increíble. El amor que yo tenía por Diego se multiplicó exponencialmente al conocerlo.

—¿Cuando te referís a ser generoso, decís que te abrió las puertas de su casa?

—Nada menos. Abrirme las puertas de su casa, conversar con él, compartir mucho tiempo, entrevistas y notas que para mí fueron muy, muy significativas. Notas que tenían una repercusión tremenda. El no medía los beneficios personales, él daba, daba indiscriminadamente. A eso me refiero con la generosidad. No medía mucho las consecuencias al momento de ayudar, de ser generoso.

Sin redes. Pacini dejó Buenos Aires, regresó a su pueblo. Viaja a la Capital para comentar partidos para TNT Sports; también participa del Súper Mitre deportivo, programa que conduce Gabriel Anello en las medianoches de esa radio.

—¿El periodismo de fútbol perdió el amor por el juego?

—Puede ser. Honestamente, no lo sé. No podría decirlo porque no soy de consumir programas de fútbol en televisión. Lo que sí veo es una tendencia del periodismo hacia dos lugares. Uno es el entretenimiento. Me parece bien, no es que me parezca mal, pero sí creo que hay mucho de entretenimiento. Y la otra es que los medios están quedando muy atados a los algoritmos, al minuto a minuto, a la manera de titular, a la búsqueda de consumidores. 

—¿Fútbol argentino o europeo?

—A mí el fútbol europeo no me genera atractivo. Es muy global, muy higiénico, no me divierte tanto.

—¿Tampoco ves al Leeds de Bielsa?

—Sí, sí. Veo los partidos del Leeds. Bielsa, sí, me parece uno de los personajes más importantes de la historia del fútbol argentino, es el Piazzolla del fútbol argentino. Me cambió la manera de ver el fútbol, cosas que yo creía que eran superficiales y él veía con un grado de profundidad y rigurosidad que me llamaron mucho la atención. 

—¿Por qué no usás redes sociales?

—Tuve WhatsApp un tiempito y también tuve Twitter, creo que fue durante el Mundial 2010 que me había hecho una cuenta. Creo que no tengo redes por una incapacidad propia. No las siento necesarias, me desborda un poco la cantidad de mensajes. Noto una tendencia exagerada a estar mirando todo el tiempo una notificación. No me llevo muy bien con eso y tampoco me entretienen demasiado. Cuando hago un relevamiento de cuáles son los beneficios, casi que no se los encuentro.

—¿Es menos traumático de lo que se supone vivir sin redes?

—Mi familia, mis amigos y mis compañeros de trabajo ya lo saben. Si me tienen que contactar, me mandan un mensaje de texto o un mail. No me parece mal tenerlo ni mucho menos. Yo no me siento bien teniéndolo. Lo que noto es que a todo el mundo le sorprende. Pueden entender que uno no tenga Facebook o Twitter, pero a todo el mundo le resulta muy extraño que no tenga WhatsApp. Lo más costoso es que en el círculo tuyo sepan que vos no tenés WhatsApp.