opinión

Antes de que sea demasiado tarde para lágrimas

Remate. El Olympique de Lyon debe subastar a Tagliafico. Foto: na

Se abre la subasta. ¡Atención, atención! Tenemos a Nicolás Alejandro Tagliafico, 31 años, marcador de punta, a precio de liquidación. ¡Vamos, aprovechen! Campeón del mundo con su selección, flamante ganador de la Copa América, un ejemplar único. La base es de 4 millones. A ver, Banfield, no se escucha, ¿es que acaso no tiene intenciones de recuperar a su hijo pródigo? Estamos de oferta, es el momento. Nicolás Alejandro Tagliafico, sólido en la marca, buena recuperación, criterio en la proyección. Quedan pocos como él. Ideal para aquellos que sepan aprovechar una buena oportunidad. ¿Independiente, tal vez? Vamos, queremos escuchar esas compulsas. El capitán del maracanazo con Holan. Un líder para el Rojo. Entiendan que es una ocasión imperdible. Se va Tagliafico a la una, se va Tagliafico a las dos… ¿Alguien dijo 5 millones?

La escena es una pesadilla. Una subasta de jugadores, ¡a quién se le puede ocurrir! El ídolo al mejor postor, el goleador sometido a una oferta degradante, la promesa entregada a los oportunistas de siempre. Es indigno, intolerable para el hincha medio. Ni a Stephen King se le hubiese ocurrido semejante guion de terror. Pero esta tragedia no es de ficción, está ocurriendo en este momento.

El gran mérito es de un tal John Textor. Es un financista estadounidense dueño del Olympique de Lyon que llevó al club a un estado financiero extremo. Y como necesita rendirle cuentas a la Dirección Nacional de Dirección de Gestión, la entidad que se encarga de supervisar el manejo económico de los clubes, el exitoso empresario tiene que recaudar 100 millones de euros antes de fin de mes, cuando cierra el libro de pases en Francia. Por eso puso en venta a todo el plantel.

Tagliafico llegó al Olympique de Lyon hace dos años. El empresario pagó más de 4 millones de euros con un contrato hasta 2025. El lateral venía de cinco temporadas en el Ajax, donde ganó siete títulos. Después de fichar para el equipo francés, llegó la consagración en Qatar con la Selección y otra Copa América. Ahora está en la vidriera de liquidaciones y cotiza 5 millones. Una bicoca, mire.

Eso de rematar jugadores tampoco es nuevo. El caso más extremo fue el de Unión Deportiva Salamanca, de España. En 2013 el club, convertido en SAD, quebró y desapareció. La Justicia subastó los derechos de los jugadores, de la marca, el estadio ¡y hasta el himno! Son las reglas del juego: cuando una empresa quiebra, debe subastar sus bienes. De Unión Deportiva Salamanca no quedó nada. Había sido fundado en 1923: resistió 69 años como asociación civil y 21 como sociedad anónima.

Pero claro, estos casos son lejanos, remotos. Son de allá. Acá en la Argentina es imposible que ocurran, ¿no? El modelo que propone Milei y compañía es el del Manchester City, ¿no? O acaso a alguien se le puede ocurrir que en algún momento tengan que rematar el estadio de Gimnasia en el Bosque porque la empresa que lo gerenció presentó la quiebra. ¡Noooooo! O que Independiente se tenga que desprender de sus jugadores como consecuencia de las desprolijidades financieras de un empresario dudoso. ¡Jamás! ¿Jamás? Todavía estamos a tiempo de que nos hagamos algunas preguntas. Antes de que sea demasiado tarde para lágrimas.