Una elegía
¿Cómo un hombre de dictámenes, atado a rígidas normas procedimentales, sometido al debate entre verdad material y formal, denuncia, haciendo prevalecer los valores de una humanidad hoy en peligro, la llaga abierta en Berlín tras la segunda guerra, la llaga nunca cicatrizada?
Bernhard Schlink, juez alemán, cede la palabra a Bernhard Schlink, escritor. Este, tal como hizo en El lector, Amores en fuga, Mujer bajando una escalera, comienza a tipiar las primeras provisorias palabras que tratarán sobre los dos temas de La nieta: el amor y la posguerra. La fractura de una ciudad y una nación. El Oeste: la Europa de los países del primer mundo. La Alemania del primer mundo. El Este: apéndice de Rusia. La Europa empobrecida en la que los obreros siguen siendo manufactureros. Más tierra, menos cielo, puesto que a este lado del muro el capitalismo ha sembrado su semilla, germen de un mundo que se precipita día a día hacia el abismo de la desigualdad, la pobreza material e intelectual, la desintegración social, el feroz individualismo de una manada de lobos salvajes.
El Berlín del Este fracasó. El Berlín del Oeste también, aunque se transformó en el centro económico de la Europa unificada. Y, para cerrar la herida: la caída, en 1989, del Muro de Berlín, hecho, para quien suscribe, luctuoso, a causa del cual se paga hoy un alto precio. Pero fuera del laberinto de la historia, volviendo a la novela de Schlink (hombre cuya cara muestra una distante sabiduría, calidez tibia, mirada fatigada de quien practicará filosofía del derecho más que derecho): de la Alemania integrada se desprende como fruto del árbol un amor conformado por una escritora secreta Birgit, originaria de la RDA, y Kaspar, oriundo de Europa Occidental. Una cuestión preliminar, planteada como si estuviéramos frente a Schlink y esto no fuera una reseña sino una entrevista: ¿cómo un hombre de dictámenes, atado a rígidas normas procedimentales, sometido al debate entre verdad material y formal, dicho más directamente un hombre de fallos, a quien asisten leyes sustantivas y adjetivas, denuncia, prescindiendo del derecho y haciendo prevalecer los valores de una humanidad hoy en peligro, la llaga abierta en Berlín tras la segunda guerra, la llaga nunca cicatrizada?
La pista puede rastrearse en sus anteriores textos, está claro. También que los escritores escribimos sobre libros. Y si hemos escrito otros, lo hacemos tomándolos como puntos de partida y no de arribo, y nos repetimos, puesto que nadie puede evitar parecerse a sí mismo (así lo enunció con su resplandeciente entendimiento de la prosa y sus procedimientos Ricardo Piglia).
Llegados a esta altura, sabemos que Birgit (quien muere prematura, trágicamente) enamorada de Kaspar, y éste de ella a tal extremo que hace de su amor una misión casi martirológica, sabiendo de Birgit –antes de él, cuando él no era nadie en su vida– había sido madre y abuela. Su hija no estaba ya, su nieta sí. Dada en guarda, en adopción, en un pueblito de la ex Alemania oriental. Y hacia allí va Kaspar, el librero. Con el manuscrito en que trabajaba Birgit, escritora oculta, y dispuesto a conseguir en nombre de su amada el amor de su nieta. Novela sobre y acerca del amor y la entrega por ese amor. Una elegía.
La nieta
Autor: Bernhard Schlink
Género: novela
Otras obras del autor: El lector; Olga; Los colores del adiós; El fin de semana; El regreso; El engaño de Selb; La justicia de Selb (junto a Walter Popp); Mentiras de verano; Mujeres bajando una escalera; Amores en fuga
Editorial: Anagrama, $ 28.900
Traducción: Daniel Najmías
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