Una ciudad blanda y laberíntica creada por Jorge Pomar para reflexionar sobre el arte urbano
El artista instaló su obra de paredes rugosas, suaves, blandas, movedizas que disparan preguntas sobre los límites, las fronteras entre lo público y lo privado o entre países. Cuánto de arbitrario y de necesario hay en ellos.
La apuesta de Jorge Pomar en Quimera Galería fue completa, su exposición implicó construir, reconstruir y reconfigurar el espacio. Llenó el lugar de paredes, blandas y sólidas, y construyó allí su laberinto que mezcla materiales como ladrillos, alfombras, tejidos. El recorrido es aleatorio, pero en el pasillo más íntimo aguarda un video que se pregunta por el espacio público y el privado y los límites del arte. Las fronteras de su construcción son blandas, atravesables, no estáticas e intervenidas por inscripciones de amor y de odio.
El artista presenta una instalación que juega con los sentidos y que expone su trayectoria como artista urbano, ya que las paredes son una de sus materias primas predilectas para trabajar. La exposición “Softcity” (ciudad suave) fue curada por Lupita Baliño y reserva uno de los muros para que los visitantes dejen su impronta grafiteando uno de los muros con tizas de colores.
“En las infinitas deambulaciones y derivas, la ciudad es única para cada quien: por cada persona caminándola, habrá una distinta”, escribe la curadora de la exposición.
Pomar creó una mini ciudad indoor en la galería subterránea. “El subsuelo de la galería propiciaba una espacialidad y un sonido diferentes a una sala convencional: una especie de catacumba”, detalló el artista.
Pomar trabaja la tensión entre el espacio público y el privado desde hace décadas. Lo suyo son las salas de las galerías y los muros argentinos (sus últimos murales los hizo en Libertador y Monroe; Blanco Encalada y Libertador, y Virrey Arredondo y Zapiola), y de Francia, Italia, Polonia, Rusia, Bosnia- Herzegovina, EEUU, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile y Colombia. En Danzig, en Polonia, hizo “Escalera al sol”, un mural a una altura de doce pisos.
“Comencé a trabajar en el arte desde la adolescencia”, recuerda el artista. Y añade: “Mi trabajo siempre estuvo en ambos espacios: en el privado y en el público. Al trabajar en la calle hay un fuerte vínculo con la ciudad. Para mí es una deriva, una especie de juego para conocer el territorio. La pintura urbana me llevó a conocer lugares inesperados: siempre hay una curiosidad por descubrir”.
Pomar, que se aventuró a transitar túneles que van por debajo del subte de una vía abandonada, asegura: “Son lugares alucinantes, la experiencia es una arqueología”, señala el artista, quien suele subirse a terrazas y techos de edificios para capturar la city de otro modo. También explora construcciones abandonadas, baldíos, ríos: los bordes de la ciudad.
Las obras de Pomar se encuentran en distintas ciudades de América, Europa y Asia. Realizó muestras individuales y grupales en Quimera, Pasto, MUNAR, Museo MARCA en Italia, Galería V9 en Polonia, Galería La Friche en Francia y CosMoscow en Rusia. Es co-fundador de la editorial Bucle, La Baranda Galería y fundador de Casa Omar, espacio de talleres y muestras activo entre 2012 y 2022.
“Mi ciudad es una construcción”
“Mi ciudad es una construcción de recorridos afectivos, decisiones, casualidades, recuerdos, olvidos. Guarda lo más cercano a mí como un secreto y lo más extraño, lo que me atemoriza, lo que apenas reconozco”, apunta la curadora en el texto de sala.
Así como el video instalado en la sala que muestra cómo se pintan paredes en las que antes hubo graffitis o pinturas callejeras, la curadora afirma: “También son fantasmas lxs que dejaron huellas que hoy todavía pueden verse, aunque ellxs ya no estén. Aunque las paredes vuelvan a blanquearse una y otra vez para cumplir con la pretendida aspiración aséptica de algunxs de vivir en un lugar sin marcas, sin mugre, sin lugar para lo abyecto, lo desviado, lo incómodo, lo precario”.
“Sofcity" se puede visitar durante marzo de martes a viernes 15 a 20 en Quimera Galería (Güemes 4474, CABA).
RB/fl