Un fallo judicial revierte la censura de libros en Estados Unidos
Desde 2021 hasta la fecha se han documentado casi 16 mil prohibiciones de libros en escuelas públicas de Estados Unidos, cifra nunca vista desde la era del miedo rojo de McCarthy en la década de 1950; la censura, impulsada por grupos conservadores, está dirigida principalmente a libros sobre raza, racismo o personas de color, así como a material sobre temas LGBTQ+. Un juez federal bloqueó la aplicación de la ley que propicia las prohibiciones, por considerarla inconstitucional.

En la última semana del mes pasado, el juez federal de los Estados Unidos Stephen Locher bloqueó, por segunda vez, la aplicación de una ley de Iowa (conocida como Expediente Senatorial 496) que requería la eliminación de libros que describen actos sexuales de las bibliotecas pertenecientes a las escuelas públicas.
El fallo de cuarenta páginas destaca que esta norma trasciende el precedente consolidado de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre obscenidad para menores. El juez Locher reconoce que no todos los libros con contenido sexual son apropiados para las edades y que decisiones previas de tribunales federales podrían justificar la restricción de material explícito para estudiantes más jóvenes.
Hacia el final del fallo, luego de mencionar la prohibición de libros como 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley, destaca que la aplicación de la norma incluyó “clásicos históricos como Mientras agonizo de William Faulkner, Ulises de James Joyce, Matadero cinco de Kurt Vonnegut; Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, La violación de Nanking: El Holocausto olvidado de la Segunda Guerra Mundial de Iris Chang (…) y libros de no ficción sobre salud y anatomía, como Infecciones del tracto urinario. La aplicación del Expediente Senatorial 496 a cada uno de estos libros es inconstitucional según el estándar Pico/Pratt porque no existe un interés gubernamental sustancial y razonable para la eliminación de ninguno de ellos”.
Y para que no queden dudas al respecto, también destaca que esta legislación sancionada en 2023 por la gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, “no intenta evaluar el valor literario, político, artístico o científico de un libro antes de exigir su retirada de la biblioteca escolar y, por lo tanto, no se acerca en absoluto a la aplicación del criterio de obscenidad que suele emplearse para determinar la constitucionalidad de las restricciones estatales sobre libros. El resultado es la retirada forzosa de libros de las bibliotecas escolares que no son pornográficos ni obscenos”.
Pero la prohibición excede a Iowa y se extiende por todo Estados Unidos. Es tal la fiebre de censura que el capítulo americano del Pen Club Internacional confecciona una lista de libros prohibidos (pen.org/banned-books-list-2025) a la que precede el siguiente texto:
“PEN America ha documentado casi 16.000 prohibiciones de libros en escuelas públicas de todo el país desde 2021, una cifra nunca vista desde la era del miedo rojo de McCarthy en la década de 1950. Esta censura, impulsada por grupos conservadores, se ha extendido a casi todos los estados y se dirige principalmente a libros sobre raza, racismo o personas de color, así como a libros sobre temas LGBTQ+ y aquellos para lectores mayores que contienen referencias sexuales o abordan la violencia sexual. Durante el año escolar 2023-2024, PEN America detectó más de 10.000 prohibiciones de libros que afectaron a más de 4000 títulos únicos, de los cuales aproximadamente el 45% se produjeron en Florida y el 36% en Iowa”.
Ante esto corresponden preguntas como: ¿retrocedieron en el tiempo y consideran que estudiar el sistema urinario con un libro es un acto pornográfico? ¿Viven en un mundo paralelo donde rige la Inquisición contra Fray Luis de León? Tal vez algunas respuestas se encuentren en el pasado colonial norteamericano, más precisamente en el artículo del doctor en Historia Russell Moul, titulado “¿Cuál fue el primer libro que se prohibió en Estados Unidos?”, publicado en IFLScience.
Se trata del libro New English Canaan –publicado en Amsterdam– del abogado, escritor y reformador social originario de Devon, Inglaterra, Thomas Morton. El libro fue prohibido por ley en el territorio colonial de Nueva Inglaterra hacia 1637. Más allá del juicio que Morton sufrió por parte de la comunidad puritana, con fallo de exilio en una isla de la que escapó, en el libro no se privó de nada. Según el profesor Moul, “arremetió contra los puritanos, presentándolos como fanáticos religiosos intolerantes, crueles e hipócritas. Contrastó su teocracia con lo que él consideraba el estilo de vida armonioso y libre de los pueblos indígenas y con sus propias ideas sobre el funcionamiento de la colonia. También se burló de las creencias religiosas y el gobierno de los puritanos, los calificó de incompetentes y los acusó de apropiarse ilegalmente de tierras indígenas.
”Las autoridades de la Bahía de Massachusetts reprimieron rápidamente la publicación, prohibiendo su circulación en la colonia. Temían que socavara su autoridad y fomentara la oposición a su estricto gobierno teocrático”.
La Colonia de la Bahía de Massachusetts contaba con una sociedad estrictamente controlada que se adhería a creencias rígidas sobre la vida y el culto puritano. A mujeres y niños se les enseñaba a leer, pero solo para que aprendan de la Biblia. Decir “malas palabras” estaba prohibido y era punible por ley, así como todo entretenimiento que no estuviera relacionado con los servicios religiosos estaba prohibido. En contraste, Morton, a quien el gobernador de la Colonia de Plymouth, William Bradford, se refirió como el señor del desorden, promovía un estilo de vida más libre y hedonista. Es decir, el libro y su autor encarnaban un estilo diferente al de la comunidad.
Tal ambiente precedió en 55 años a los juicios de brujas ocurridos en Salem, también Massachusetts, que produjeron 19 ejecutados en la horca y uno más aplastado hasta morir a través del uso de peine forte et dure. Este proceso inspiró Las brujas de Salem, obra teatral de Arthur Miller. Tal vez por todo esto los libros sean objetos embrujados, entonces, ¿cómo colgar un libro hasta matarlo?
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