Publican edición crítica de ‘Mi lucha’ en Francia
Luego de los libros aparecidos en 2016 en Alemania y este mes en Polonia, el sello Fayard ofrece la palabra de Adolf Hitler convenientemente refutada. Las ganancias se destinarán a la Fundación Auschwitz-Birkenau.
A mitad de este mes la editorial Bellona lanzó en Polonia una edición crítica de Mi lucha de Adolf Hitler. La misma consta de mil páginas, la mitad ocupada por notas al texto original, con una tirada de 3 mil ejemplares y a 33 euros cada ejemplar (150 zlotys, muy caro para dicho mercado). Zbigniew Czerwinski, el editor, aclaró: “No queremos que esta publicación sea ampliamente accesible y consideramos que parte de los beneficios, si los hay, lleguen a la Fundación o al museo de Auschwitz”. Michael Schudrich, Gran Rabino de Polonia, destacó que esta edición crítica puede ser algo positivo si ayuda “a comprender de una manera mucho más completa y profunda los peligros del nazismo, de la mentira, del totalitarismo”. Esta versión es un condensado de la edición alemana publicada en 2016, que lleva vendidos 100.000 ejemplares.
El miércoles que viene, en Francia, la editorial Fayard lanza una edición “científica y crítica” del mismo libro pero bajo el título Historiciser le Mal. Une Édition Critique de ‘Mein Kampf’ (Historizar el mal, edición crítica de ‘Mein Kampf’). Tapa blanca, sin el nombre del autor, sin edición digital, se envía a los libreros bajo pedido a la vez que sugieren que no se exhiba. De la edición de 10.000 ejemplares, 1.000 estarán disponibles en forma gratuita para las bibliotecas francesas que lo soliciten. Cada libro pesa 4 kg., un arma potencial incluyendo su significado histórico, por las también mil páginas, de las cuales un tercio se dedican al texto original y dos tercios para el aparato crítico (introducción a cada capítulo y notas a oraciones relevantes). El precio: 100 euros, también muy caro para el público francés.
En sí, el resultado es una colaboración entre historiadores franceses y alemanes (los responsables de la edición crítica de 2016), los primeros encabezados por Florent Brayard y los segundos del Instituto de Historia de Munich. La nueva traducción del texto original, para “deconstruir”, estuvo a cargo de Olivier Mannoni, traductor de Sigmund Freud, Stefan Zweig y Franz Kafka (lo que ya parece un gesto macabro o advertencia). El mismo resalta el carácter “casi ilegible de este texto, pero también su inconsistencia argumentativa. Para mostrar la nocividad del propio texto fue necesario traducirlo de tal manera que se experimente su carácter delirante”. Esto en oposición a la edición francesa “lavada”, cuasi académica, de 1934, publicada por Nouvelles Editions Latines como Mon Combat, disponible en internet. Al igual que en Polonia, las ganancias que genere esta edición se destinarán a la Fundación Auschwitz-Birkenau.
A pesar de los recaudos y cuidados de la casa editora, el escándalo se desató en todas las redes sociales. A Fayard la amenazaron por considerarla una herramienta de la derecha francesa. En el debate, hubo quien defendió la edición ante un avance de la cultura de cancelación. Si bien la asociación de Hijos e Hijas de Judíos Deportados de Francia apoyó esta edición en nombre de la Historia y contra la tentación de reescribirla, ciertos aspectos no son tan inocentes en tal “contextualización editorial” (que incluye destacar que el libelo de Hitler vendió 12 millones de ejemplares en Alemania entre 1933 y 1945, un bestseller sí, pero con público cautivo y fanático).
En un artículo publicado en toutelaculture.com, Léna Saint Jalmes subraya: “En 1938, Fayard ya había publicado una edición revisada de este libro. Dos veces más breve, pero aprobada por el régimen nazi, la edición omitió muchos pasajes anti-franceses”. Entonces, la historia pisa los talones…
Tal vez por esto es que Eliane Calmann-Levy escribió una carta a la ministra de Cultura Roselyne Bachelot, exigiendo al gobierno francés garantías para la transparencia sobre las ganancias producidas por esta edición accediendo a los estados contables de Fayard. Eliane es descendiente de los fundadores de la editorial Calmann-Levy que, junto a Ferenczi, Gedalge y Offenstadt, fueron objeto de “arianización” durante la ocupación alemana bajo el régimen de Vichy, liderado por el mariscal Pétain. Calmann-Levy sufrió la intervención y depuración bajo el nombre Éditions Balzac: uno de sus autores censurados fue, justamente, Stefan Zweig.
El interventor pro nazi a cargo de esa misión, Henry Jamet, escapó a Suiza evitando el juicio y segura ejecución, lo hizo junto a otros censores bajo nombres falsos, ayudados por la red católica de los maristas en Marsella. El historiador Jean-Yves Mollier da cuenta de estas y otras complicidades de los editores franceses en La edición francesa en medio de la agitación de la Segunda Guerra Mundial, publicada en Vingtième Siècle. Revue d’Histoire en 2011.
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