Otras ideas para pensar la pandemia
Una selección de textos editada en Chiapas, México, disponible gratuitamente en internet, reflexiona, desde una perspectiva innovadora, en torno a la pandemia, sus consecuencias y el sufrimiento múltiple que trajo consigo.
La pandemia avanza y los elementos de reflexión que surgieron en este último año parecen inmóviles. Rige un discurso higienizado, conforme y vacunado con cierta asepsia para regularizar qué es aceptado y normal, como si los cuerpos fueran el único elemento atacado por un mal superior. Pero el sufrimiento es múltiple y se agrava. Por ello una lectura descentrada, lateral, diversa, puede dar cierta perspectiva innovadora, que ofrezca claridad con elementos de análisis y conceptos por fuera de tanta unanimidad alarmante. La referencia es el compendio de textos titulado Todo lo que nos queda es (el) ahora. Textos con corazón y dignidad sobre la pandemia de nuestro tiempo, publicado por La RECI, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, Abril 2020 (descarga gratuita en: pensarecartoneras.wordpress.com).
Ya en la introducción advierte: “Este virus es un síntoma del capitalismo, patriarcal, colonial. Se trata pues de un momento, en un tiempo largo, un momento importante pues quiere meternos con fórceps una reconfiguración del sistema global”. En palabras de Sayak Valencia, también señala los enunciados desde los gobiernos por el “extractivismo de discurso y prácticas críticas propuestas por movimiento y grupos como el anarquismo, el zapatismo, los feminismos, el antirracismo, el decolonialismo, el anticapitalismo y muchos más que llevan décadas diciendo que la cooperación mutua es la respuesta a este sistema de modernidad colonial”.
Esto lo confirma Yásnya Aguilar cuando “desde Ayutla, una comunidad mixe en la sierra norte de Oaxaca, que se enfrenta a la situación creada por la pandemia del coronavirus, sin acceso al agua potable”, evoca los estragos de la viruela en el pueblo mixe: 8 millones de muertos en dos años. A principios del siglo XVII pasaron de 15 a 2 millones. Ocurrió por jëën pä’äm, que desde el mixe se traduce como “la enfermedad del fuego”. La enseñanza histórica oral, hacia dentro del colectivo, fue y es: “Solo la colectivización del cuidado puede parar la pandemia”.
En el reportaje a Achile Mbembe de Camerún, que enseña en la Universidad de Witwatersrand (Johannesburgo), destaca el término necropolítica, y afirma: “El sistema capitalista se basa en la distribución desigual de la oportunidad de vivir y morir”. También que no hay comunidad sin poder despedirse de los que se fueron, organizar funerales. La pregunta es: ¿cómo crear comunidades en tiempos de calamidad? Y que el contagio se convierte en un arma: “El poder de matar ha sido completamente democratizado. El aislamiento es precisamente una forma de regular ese poder”. Esto conjetura al salvaje racismo de Bolsonaro con su dicotomía “economía o población”, cuya “lógica del sacrificio siempre ha estado en el corazón del neoliberalismo, que deberíamos llamar necroliberalismo”.
Contagio social. Guerra de clases microbiológica en China, de Chuang, resalta las distintas técnicas y políticas de control de la población así como las ineficiencias de un Estado ocupado más en la propaganda que en las soluciones. Completan al volumen textos de Honduras, Guatemala, Salvador, Argentina, Bolivia y Uruguay. En el de Brasil, el interrogante es un desafío: ¿las vidas negras importan? Desde Estados Unidos, fustigando a las redes sociales, se lee “cuando publicas o compartes alguna variación del discurso “los humanos somos el virus”, estás realmente replicando un discurso de la supremacía blanca”.
Mientras que el Comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional resalta: “No dejar en manos de los que nos desgobiernan todas las soluciones”. Siguen recomendaciones de origen anarquista, poemas y un último texto a destacar. Repensando el Apocalipsis: Un manifiesto indígena antifuturista. Que comienza con una cita inquietante: “El final está cerca. ¿O vino ya antes y se volvió a ir?”. A este pliegue temporal sigue una advertencia sobre los discursos dominantes globalizados: “Vivimos el futuro de un pasado que no es el nuestro. Esta es una historia de fantasías utópicas e idealización del apocalipsis. Es un orden social global patológico de futuros imaginarios construidos sobre el genocidio, la esclavización, el ecocidio y la ruina total”.
Esta selección abjura de una cultura de la falsedad, de la inmediatez discursiva como bálsamo aparente, de una matriz de ignorancia que crea el campo devastado para el ejercicio de otro fantasma, la desorientación. La reclusión desorientada puede pensarse como una secuela que incrementa la degradación individual y la disfunción colectiva, esta última responsable de la propagación de la enfermedad, o una nueva, que nos deshumaniza.
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