shakespeare cancelado

Los riesgos de la corrección política

Luego de cancelar hace poco a dos personajes animados, los adalides de la reinterpretación apuntan contra William Shakespeare por estar “lleno de ideas problemáticas y obsoletas”.

Shakespeare & Co. Arriba, el bardo inglés. Al lado, la profesora Amanda McGregor. Foto: cedoc

La corriente contemporánea de cancelación cultural en habla inglesa mantiene su vigencia por caminos diversos. Hace un año fueron atacadas las esculturas, hace poco aparecieron pedidos de eliminar caricaturas como Pepe Le Pew y Speedy González. Desde enero de este año ocurre otro movimiento, centrado en la reinterpretación de las obras literarias en función a la educación, más precisamente la enseñanza de la lengua inglesa en Estados Unidos. El detonante es el artículo “Enseñar o no enseñar: ¿Shakespeare sigue siendo relevante para los estudiantes de hoy?”, de la profesora Amanda MacGregor, publicado en el School Library Journal. La autora afirma: “Las obras de Shakespeare están llenas de ideas problemáticas y obsoletas, con mucha misoginia, racismo, homofobia, clasismo, antisemitismo…” 

MacGregor, para reforzar su crítica, reproduce también opiniones de distintos educadores en literatura y lengua respecto al poeta muerto hace más de 400 años: “Shakespeare fue una herramienta utilizada para ‘civilizar’ a los negros y morenos en el imperio de Inglaterra. Como parte de los esfuerzos colonizadores de los británicos en la India imperial, se construyeron los primeros planes de estudio de literatura inglesa, y las obras de Shakespeare fueron fundamentales para ese nuevo plan de estudios.” 

Sobre enseñar con Romeo y Julieta, otro afirma que lo hace “a través de la lente del desarrollo del cerebro adolescente con un lado del análisis de masculinidad tóxica”; con la misma pieza, una docente dice: “Después de leer sobre una mujer llamada Laura Bates que enseñó Shakespeare a los presos, me inspiré para centrarme más en la violencia dentro de Romeo y Julieta”. 

Al llegar a Hamlet, Adriana Adame reconoce que trae especialistas a sus clases para hablar sobre “qué hacer con el dolor y las formas de evitar que se vuelvan vertiginosas cuando se enfrentan a situaciones estresantes”. 

Y si la respuesta es que se trata de un autor universal, argumentan: “Necesitamos desafiar la blancura de [esa] declaración: la idea de que los valores dominantes son o deberían ser ‘universales’ es dañina”.

Todos estos conceptos retroalimentan y multiplican un movimiento en redes sociales titulado #DisruptTexts (https://disrupttexts.org), en el que participan docentes “despiertos”, que acuerdan con esta forma de limpiar la enseñanza de un canon que consideran obsoleto ante un alumnado sin representación. De hecho, las estadísticas expresan una realidad en este sentido.

En una encuesta del Departamento de Educación (2018), 79,3% de los maestros de escuelas públicas son blancos, 9,3% hispanos, 6,7% son negros o afroamericanos y 2,1% asiáticos. Ya en educación superior, el estudio de Brookings Institution (2017) encontró que el 80% de los profesores de inglés en universidades públicas son blancos, 9% negros, 6% asiáticos y 4% hispanos. Por último, de los 378 doctorados en literatura inglesa otorgados en 2019, 7 fueron afroamericanos, 19 hispanos/latinos, 15 asiáticos y 286 candidatos blancos.

Conservadores y liberales estallaron con distintos niveles de indignación ante la posible cancelación del bardo genial. Y los maestros rebeldes no cesan: “Romeo es más un acosador que un novio perfecto”. 

Puede que esta corriente llegue a la Argentina, y que se estudie la obra de Sarmiento desde su negritud negada (bajo el despectivo término mulato) y cómo la misma ofició de motor en sus políticas educativas.