La lógica del contagio
La argumentación ficcional del escritor y periodista recurrirá a la experiencia de padre y docente suburbano. El descubrimiento del gusto de su alumnos, que practican en los recreos el freestyle viralizado desde Detroit y San Juan de Puerto Rico, o tratar al hijo de su familia ensamblada, arrojan a Lezcano al menjunje de citas y recortes para comprender el hip hop.
A principios de los 2000, Simon Reynolds auguraba el agotamiento del pop occidental y la regeneración en algún punto de Asia o Latinoamérica. Los recientes sold out de artistas traperos argentinos en Estados Unidos y España motivan que generaciones mayores precisen alguna balsa para naufragar con sus hijos y nietos. Freestyle o el fin del rock, de Walter Lezcano, actúa de falso tablón y deja bien claro que “el rap se comió al rock”.
La argumentación ficcional del escritor y periodista, de libros con dedicatorias a Lou Reed y Ricky Espinosa, recurrirá a la experiencia de padre y docente suburbano. El descubrimiento del gusto de sus alumnos, que practican en los recreos el freestyle viralizado desde Detroit y San Juan de Puerto Rico –una travesía insospechada sin contar acá que culminaría en el triunfal trap nacional–, o tratar al hijo de su familia ensamblada, arrojan a Lezcano al menjunje de citas y recortes para “comprender el hip hop [que] ya empezaba a ser un proyecto. Y una especie de sueño… comprender cómo fue que murió el rock y por qué (o por quién)”.
Así encadena pasajes que sacan las chispas entre la poesía de una Diana Bellessi, digamos, y las rimas de un Dillom. Esa “lógica otra”, o la doble voz, que escucha Lezcano en estos jóvenes MC’s, no diferenciando del todo el paso del original contestatario rap al industrial hip hop, y que nos llegaría “batalla de gallos”, en reflejos instantáneos de pantallas.
Tampoco atendiendo su vista a vuelo de pájaro que estos autopercibidos músicos –¿sirve de algo pensar hoy que para crear música es necesario leer partituras?– se perfilan en los vectores de la digitalización, la comercialización y la danza. Trifecta que en el hip hop, un estilo que nace a la par del neoliberalismo del capitalismo salvaje, se vive de mejor forma que los modernismos románticos de los distintos rocks. Y que por su lógica de contagio, la misma de esta fase financiera que coloniza viejos códigos y nuevos cuerpos, se apropia mejor de estas olas gregarias que confían porfiadas en las propiedades comunicativas del lenguaje, campantes en redes, y de este presente continuum de sexo, violencia y dinero. “Que en realidad no dicen nada que ya no esté dicho; es decir nada”, criticaba Marcelo Cohen a los nuevos liristas, que bien podrían ser estos poetas de Lezcano: “Mi money go dumb, tengo plata pelotuda”.
Otro tema que bordea el autor es la preminencia del público en el éxito del género. Aunque queda flotando el cómo y desde cuándo la música popular global, que no solamente es de los jóvenes, subrayamos, cambió el reflector del escenario y lo puso en la audiencia. Y murió en wapo traketero.
Este no es un libro del Walter Lezcano crítico, ni provocador, sobre el hip hop o el trap argento. Es un respetuoso peregrinaje confesional de un adulto en el camino a ser “docente, padre y persona”. Y la música, como buena parte del urbano millennial, es de fondo y puro ruido blanco. Nos encontraremos en el ruido.
Freestyle o el fin del rock
Autor: Walter Lezcano
Género: novela
Otra obra del autor: El fuego sagrado; Aira; Especies que desaparecen; Y al fin el techo dejará de aplastarme; Los puentes salvajes; Nunca seré policía; Un regalo del Diablo; La conquista del desierto
Editorial: Interzona, $ 24.900
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