memoria y balance

La cultura en riesgo: desigualdad digital y viralismo

Ante la ausencia de público, muchos eventos multitudinarios planeados para 2020 tuvieron que suspenderse y reemplazarse por la intermediación en la pantalla de la computadora. Pero otros irremediablemente se perdieron.

Dante. Dante Alighieri en un lienzo de Domenico di Michelino que se encuentra en la catedral de Florencia. Foto: cedoc

Resulta siniestro que un programa televisivo de cocina muestre altos niveles de rating mientras más de la mitad de la población pasa hambre. Esto remite a El artista del hambre, relato de Kafka. ¿Se empequeñece la cultura hasta el punto de desaparecer en el heno del establo invadido por el virus Covid-19? Entre los ritos de iniciación humanos se encuentran varios referidos al arte: exposiciones, presentaciones, premios, festivales, congresos, conciertos, homenajes, y un amplio etcétera que no elude performances y registros documentales.

En la Argentina, las versiones digitales de la Feria del Libro de Buenos Aires, Feria de Editores, Filba y Filbita, Programación del Teatro Colón, Festival de Poesía de Rosario, entre otras, fueron una respuesta a la ausencia del público, su presencia en lo real, al igual que ocurrió con las Ferias de Guadalajara y Frankfurt. El fenómeno global expuso las limitaciones como una frustración, una oportunidad perdida tanto en lo económico como en lo simbólico.

La virtualidad produce cierta pérdida de relevancia, de substancia del evento. El sujeto, sea cual fuere, expuesto en la pantalla no iguala a su presencia. Esta intermediación lo miniaturiza, más allá de acercar al público de redes, lo aleja del verdadero suceso actual. En términos musicales: muy interesante la grabación, pero deberíamos escucharlo en vivo, cómo suena, existe ahí un magnetismo intransferible. Puede aquí esgrimirse la objeción del primer plano: de Marlon Brandon a Laiseca leyendo a Poe, pocos “actores” resisten una cámara invasiva o superan semejante exposición. En sí, un lente de aumento que conspira contra el objeto mismo.

Otra faceta muestra la desigualdad digital: cuántos tienen acceso real a esos bienes culturales mediante la web, cómo se reduce la pirámide de “público” ante la escasez del recurso “conectividad” y tecnología. Más allá del privilegio que esto supone, también aleja a todo evento de lo multitudinario, un efecto evidente en los deportes, donde el suceso luce como ensayo, casi entrenamiento amateur. Si a esto sumamos la fatiga individual por el trabajo on line, la recepción y difusión encuentra en la saturación del público otro límite. Así, centralidad y periferia quedan expuestas en un riesgo: la formación de nuevos públicos (léase jóvenes) resulta una anomalía, donde la atención sin presencia física (escucha, experiencia sensible, lectura), se hace casi imposible.

Como señalara Guillermo Piro en su columna del domingo pasado en Diario PERFIL, una gran frustración cultural del 2020 fue el homenaje a Beethoven por los 250 años de su nacimiento. En enero de este año se anunciaban más de 800 eventos en su honor, de Bonn (Alemania) a Viena (Austria): ópera, ballet, ediciones musicales, congresos, conciertos, exposiciones, actividades infantiles del Beethoven Pastoral Project al BTHVN2020 Musikfrachter (crucero musical entre las dos ciudades), se vieron reducidos casi en su totalidad por la pandemia.

De hecho, el cierre de los homenajes ocurrió de forma virtual la semana pasada, entre los días 16 y 17, solo dos días por efecto de los rebrotes virales en Bonn. Geisterkonzert, es el término utilizado: concierto fantasma, sin público pero retransmitido en la web. La Beethoven Jubiläums GmbH junto a la Orquesta de Beethoven de Bonn interpretaron Oda a la alegría, composición para el BTHVN2020 del productor musical norteamericano Quincy Jones. También, la Orquesta de Beethoven de Bonn dirigida por Dirk Kaftan interpretó Opus 2020 de Max Richter. Como artistas invitados participaron la cantante de soul Joy Denalane, la pianista Olga Pashchenko y el violinista Daniel Hope, interpretando este último un fragmento de la Sonata a Kreutzer, obra escrita por Beethoven para el violinista mulato George Bridgetower. Tal mixtura homenajea al movimiento Black Lives Matter y su mensaje anti racista.

 El segundo día contó con el Tercer Concierto para Piano en Do Menor, op. 37 y la Sinfonía No. 5 en Do Menor op. 67, ejecutadas por la West-Eastern Divan Orchestra en la Ópera de Bonn, dirigida por el argentino, español, israelí y palestino Daniel Barenboim. Ya sobre el formato digital pago, el pianista polaco Krystian Zimerman junto a la Orquesta Sinfónica de Londres también realizaron su homenaje.

Hace una semana referíamos a los homenajes a Dante Alighieri durante 2021. Pero en lo real algo mutó, precisamente la estructura genética del virus, suceso que generó alarma mundial, con cierre de fronteras y medidas preventivas. ¿Será este Inferno el que nos recordará a la Divina Comedia? ¿O la vacuna obrará como bálsamo para festejar, al menos, una leve esperanza?