Coming of age

Gordofobia, homofobia y relaciones tóxicas: los núcleos de la primera novela de Julieta Sverdlick

La autora decidió escribir una historia basada en su paso de la niñez a la adultez en una familia “judía progre” y su sorpresa al enamorarse de una mujer y el proceso de aceptación.

Cuando quieras podés destruirme" de Julieta Sverdlick Foto: Gtlza. Prensa Metrópolis.

Cuando quieras podés destruirme es la primera novela de Julieta Sverdlick que decidió hacer una ficción de su paso a la adolescencia en el que se enamoró de una mujer, se encontró con el odio a su cuerpo mientras su primer amor en secreto se convirtió en una especie de encierro donde crecía un vínculo cada vez más tóxico. “Yo fui encontrando mucha homofobia en lugares impensados, como en un colegio súper abierto o en una familia súper progre, pero el lugar que más me llamó la atención de entrada, fue en mí misma”, reflexionó la autora en diálogo con PERFIL.

La autora es argentina, pero vive hace casi siete años en Nueva York, Estados Unidos, a donde fue a estudiar actuación y terminó convirtiéndose en su hogar. Si bien la escritura siempre fue parte de su vida, su profesión eran las artes escénicas, por lo que anteriormente no se había dedicado de lleno a pensar en publicar sus textos. Pero durante la pandemia empezó a construir el relato que finalmente tomó forma de novela gracias a la tutoría de Luz Santomauro. 


Su historia plasmada en la novela permite reflexionar sobre las limitaciones propias, las de la familia, el dolor que genera tener que ocultar una relación que no responde al mandato de heterosexualidad y el poder de palabras que, sin demasiada consciencia, el círculo íntimo dice o censura. La historia de Julieta se da en un contexto, que en un principio parecería ser muy abierto: sus padres son psicólogos, están vinculados al mundo del teatro y son “judíos progres”, según detalla ella, sin embargo, cuando se enteran de que M era más que una amiga, le prohíben verla.


Esta transición, que se da entre los últimos años del secundario y los primeros post egreso, va envolviendo a la protagonista de mucha culpa y permitiendo que su única par, M, la manipule y la lastime, porque ella misma cargaba también con heridas profundas. “A mi mamá le agarraban ataques de ansiedad y no podía respirar. Me llamaba y entre gemidos pedía que alguien la ayudara -sin dejar de remarcar que eso que le pasaba era mi culpa-, antes de volver a encerrarse en el baño”, dice uno de los pasajes del libro.

Actualmente, la relación de Julieta y sus padres se sanó. “Hoy somos todos muy conscientes de las cosas que pasaron, de cómo actuamos, de cómo podríamos haber actuado, de cómo cambiamos desde ese momento; fue un proceso súper acompañado de ellos también”, aclaró la autora a PERFIL. Pero su historia puede servir a quienes atraviesan situaciones similares o ayudar a comprender a quienes juzgan sin conocer lo que significa negar la identidad de alguien.

 

“El contexto de los personajes de la novela es el caldo de cultivo perfecto para que surja una relación tóxica”

– Tu libro es una autoficción. Es una historia ficcional porque una vez que se convierte en novela, uno elige los órdenes, qué prioriza, qué no, pero hay personajes que son gente que te conoce, ¿qué sentiste al momento de publicarla?
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–Yo también soy fiel creyente de que toda palabra escrita es ficción y eso a mí me dio tranquilidad, además es una novela contada en primera persona y claramente desde la subjetividad de su protagonista. Entonces yo no sentía que estaba revelando nada de nadie, porque en realidad son personajes vistos a través de los ojos de la protagonista de la novela. Y la narración cuenta todo lo que le va pasando, desde un lugar de crecimiento y desde el amor y desde una mirada en la que se note que no hay villanos, que todos están haciendo lo mejor que pueden hacer con lo que tienen en el momento.

– Como decís, no hay villanos en el texto, pero hay acciones que ponen a los personajes en determinado lugar.

– Hace poco, me preguntaban cuál era el desafío a la hora de mostrar lo que ahora se llama una relación tóxica. Para mí el mayor desafío en la relación amorosa que fue una relación tóxica o en cualquier relación entre dos personajes es poder mostrar un poco los dos lados y que también, sobre todo en una relación tóxica, tiene que haber dos para que ese vínculo se dé. Muchas veces uno es el que ocupa el lugar de manipular más y es al que la gente en general condena más, porque bueno, quizás sí es el que está teniendo un poco más de poder, pero también hay otro que lo habilita y que sigue ahí y también hay todo un contexto social y un contexto familiar. Ese contexto de los personajes de la novela es el caldo de cultivo perfecto para que surja una relación así porque en una relación en donde hay que mantener un secreto entre adolescentes que se sienten juzgadas por el afuera y que hay tanto miedo, eso es un marco perfecto porque uno pasa a depender 100% del otro porque si no está con el otro está solo y porque el otro es el único que sabe la verdad de lo que uno está viviendo entonces todo eso genera una circunstancia que permiten que eso se dé así.

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–Una cosa que recuerda la protagonista es uno de los primeros libros que amó que es El niño envuelto de Elsa Bornemann, ¿creés que hoy que existe ese vínculo entre los jóvenes o niños que empiezan a tener la posibilidad de lectura fluida, de tener un libro de cabecera como te pasó a vos?
–Es una buena pregunta, no tengo tantos niñes, alrededor, en este momento, pero los que tengo sí son de familias muy lectoras que entonces fomentan mucho eso. Sí me parece que hay algo de cuando uno es niño, que cuando se engancha con un mundo lo quieren volver a leer y volver a leer y volver a leer y lo tienen súper presente. En ese sentido creo que sí, que eso siempre tiene la posibilidad de existir, pero no sé cuán presente está la lectura en la niñez ahora que hay tanta pantalla. 

– El texto, más allá de su valor literario, es valioso como testimonio y porque ayuda a la reflexión.
–Pienso que a mí me hubiese venido re bien leer algo así en su momento porque hay algo re poderoso en la representación, que por suerte hay cada vez un poquito más.

– Es importante para ser leído desde adentro de una situación similar y desde afuera para llegar a comprender  toda la violencia de los silencios que hay en torno a determinadas cosas.
– Es parte de lo que quiero retratar en el libro. Yo fui encontrando mucha homofobia en lugares impensados, como en un colegio súper abierto o en una familia súper progre, pero el lugar que más me llamó la atención de entrada, fue en mí misma. Por eso todo lo que se decía afuera dolía y resonaba más, porque te estaba dentro.


RB/fl