crítica

El rulo de la transformación

El libro propende repensar a esos débiles dejados en el camino de la Década Ganada, varones resentidos del discurso de lenguaje inclusivo.

Foto: cedoc

Podría haber escrito un largo lamento pasivo-agresivo Julia Mengolini, quizá de las periodistas más trolleadas y lapidadas de los últimos años, tal vez desde que se le ocurrió mencionar a las mujeres “cosificadas” en TV. Y así la bardearían los criptodogs. Prefirió Mengolini en Las caras del monstruo otro alivio, parte diario de la peste, parte biografía afectiva, que entreteje los planetas de la militancia que allanó el camino entre la casa y la plaza.

Durante aquel diciembre de 2023 que empezó esta pesadilla híperfascista, con la convicción que que antes de entrar en la hegemonía instagramer del cuerpo perfecto, “mejor me pongo a escribir un libro”, su primero además, Mengolini juntó pedazos de su novela familiar para analizar desde el nacimiento de los libertarios, el periodismo click bite, el ascenso y caída del feminismo y el Estado plutocrático y tecnoautoritario que destruye democracias. Sin profundidades reflexivas, las hipótesis danzan con grajeas de situaciones personales y daños colaterales de la exposición pública. Y que Rita no se entere que mamá Julia se pelea con unicornios.

Los mejores momentos en que este confesionario intelectual carretea con audacias perfila sus interpretaciones sobre el peronismo y el feminismo, un encuentro insospechado a menos que se abra el paraguas laclauniano de las voluntades colectivas en la revuelta de los significantes. “No entendieron que el peronismo es hermoso porque es dinámico y fluido, porque toma las demandas nuevas de los más débiles”, pone en cuarta ola millennial al movimiento. Núcleo duro aquel, vislumbra la comunicadora y empresaria, que deberá encontrar la gramática adecuada en las ráfagas del Big Data y Big Hate.

“Se hace urgente pensarnos nosotras y para nosotras en nuestro contexto: un continente profundamente desigual, con rasgos de colonia que perduran y que cada tanto vuelven a acechar con fuerza. Es muy poco lo que el feminismo ha podido aportar en materia económica hasta el momento en América Latina”, admite Mengolini en otro pasaje de peronismo y feminismo, en la adolescencia de este encuentro de totalidades disruptivas.

Por cierto, el libro propende repensar a esos débiles dejados en el camino de la Década Ganada, varones resentidos del discurso de lenguaje inclusivo, las marchitas y la palabra pública agonista, y que no encuentran continente salvo la actual horda primitiva totalitaria.

Néstor Perlongher, quien intuyó tempranamente las reacciones por venir a las políticas de igualdad que ni siquiera se soñaban en los ‘80, hablaba de una expansión extensa de las diferencias, no solo entre los propios campos en disidencia, sino en todo el campo social. “Al fin y al cabo, la radicalidad de experimentaciones relacionales, sensuales, nómades, extáticas, delirantes, no debería servir apenas para alimentar la frialdad marmórea de los claustros”. Ni la luz fría de las pantallas ni los estudios. El optimismo que encierran las últimas entradas barilochenses de Julia Mengolini renace en la comunidad y en el rulo de la transformación. Y en que si lucha, volveremos.

 

Las caras del monstruo

Autora: Julia Mengolini

Género: ensayo

Editorial: Futuröck, $ 25.000