El premio Booker Internacional fue para una promesa literaria
Finalmente se conoció el nombre ganador del galardón que se otorga a escritores con obras de ficción de todo el mundo publicadas en inglés. Su nombre es Marieke Lucas Rijneveld, el primer escritor no binario en obtenerlo.
“Yo tenía diez años y no me quitaba el abrigo. Aquella mañana, madre nos embadurnó uno por uno con pomada de cebolla contra el frío; la sacaba de una lata amarilla de Bogena y, por lo visto, era solo para grietas, callos y unos bultos parecidos a coliflores que les salían a las vacas en las ubres. La tapa de la lata estaba tan pringosa que solo la podías hacer girar agarrándola con un trapo; olía a las ubres estofadas que madre a veces cocía sobre el fogón, en una olla con caldo, cortadas en lonchas gruesas sazonadas con sal y pimienta, y que me daban el mismo asco que aquella pomada apestosa sobre mi piel. Aun así, madre nos pasaba sus gruesos dedos por la cara como cuando toqueteaba un queso para valorar si la corteza ya se estaba curando. Nuestras mejillas pálidas brillaban a la luz de la bombilla de la cocina, llena de caca de mosca. Hacía tiempo que tendríamos que haberle puesto una pantalla, una bonita pantalla de flores, pero siempre que veíamos alguna en el pueblo, madre decía que quería seguir buscando un poco más. Ya llevaba así tres años. Aquella mañana, dos días antes de Navidad, todavía notaba sus dedos pringosos en las cuencas de mis ojos; por un momento había temido que apretase demasiado fuerte, que me hundiese los globos oculares y rodasen hacia dentro como canicas. Que me dijese: «Esto te pasa por ir siempre despistada y no estar atenta como una buena creyente que alza los ojos a Dios como si el cielo pudiera abrirse en cualquier momento». Pero aquí el cielo solo se abría si se presentaba alguna borrasca, no había motivo para quedarse mirándolo como una boba”.
Así comienza The Discomfort of Evening (Faber & Faber), de la escritora holandesa Marieke Lucas Rijneveld, de apenas 29 años, con la que se consagró ganadora del premio Booker International 2020 a la mejor novela publicada en habla inglesa, dotado con 50 mil libras esterlinas que compartirá con su traductor a dicha lengua, Michele Hutchison. Con la misma obra ya había ganado el ANV Debut Prize. La versión en nuestra lengua la publica Temas de Hoy en Espala con el título La inquietud de la noche, en traducción de Maria Rosich Andreu.
Sobre la trama, la editorial detalla: “Jas habita en esa tierra incierta entre la infancia y la adolescencia cuando pierde a su hermano en un accidente mientras esquía. El dolor del luto se suma a la ya de por sí dura tarea de hacerse adulta y Jas, que se siente abandonada por su familia, se entrega a sus impulsos para sobrevivir. Invoca a su hermano en extraños rituales, se pierde en compulsivos juegos eróticos, se desahoga torturando animales y fantasea con Dios y ‘el otro lado’ en una búsqueda de sí misma y de alguien que la rescate”.
Pero volvamos a ese primer capítulo que, tal vez, devele por qué una joven narradora, habitante de campiña holandesa, está en el foco del reconocimiento literario. La escena, en ese comienzo, sigue con la descripción del desayuno bajo la supervisión de una madre aferrada a una fe religiosa ciega, como el riesgo a perder sus propias órbitas descripto. Presenta a sus hermanos actuando en torno a la leche, el queso, evoca a las vacas y al padre ausente por trabajo, hasta recaer en el mayor que se despide, feliz, a practicar para una competencia de patinaje sobre hielo. Ese hermano tiene el aura de la pérdida, de la gran ausencia por ocurrir. En las referencias escolares y la meticulosa descripción de cada detalle ocurre un fenómeno inquietante: aparece el recuerdo de un cuadro de la escuela de Flandes del 1609, precisamente Paisaje invernal con patinadores sobre hielo de Hendrick Avercamp (Rijksmuseum). De alguna manera, Rijneveld ingresa a la pequeña cabaña en el extremo inferior derecho del cuadro, asoma su observación a ese espacio congelado hace 400 años. Por esta razón, por este efecto retrospectivo, podemos afirmar que aquí existe un narrador literario y que promete una obra por venir.
Las otras novelas finalistas fueron: Tyll, de Daniel Kehlmann (Alemania); The Enlightenment of the Greengage Tree, de Shokoofeh Azar (Irán); Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor (México); The Memory Police, de Yoko Ogawa (Japón); y Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara (Argentina).
Existe un detalle en la información de prensa que circuló sobre la ganadora: se señala que Rijneveld es el primer escritor no binario en obtener el Booker International. Este gesto por parte de los organizadores debemos leerlo como una respuesta del mercado del libro de habla inglesa hacia J.K. Rowling, que en declaraciones públicas confrontó con la comunidad GLTB y otros colectivos.
¿Defensa de los nuevos lectores producto del cambio de época? En sí, la ganadora muestra tal solvencia como escritor/a que atraviesa cualquier prurito proveniente de la discriminación. Además, es hora de asumir que estamos en el siglo XXI y no dentro de un cuadro del Renacimiento.
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