crítica

El mundo de costado

De Leone revisa placeres y traumas, pérdidas y permanencias entre los cambios que arrojan vidas distintas al interior de una misma existencia. La presencia y la memoria de las cosas activa mecanismos de producción de sentido sobre lugares y épocas, profundamente ligados al devenir de una mujer que se observa a partir de restos y acumulaciones.

Foto: cedoc

Entre los grandes temas que han ocupado a filósofos y poetas a lo largo de los siglos –el amor, el miedo, la justicia, la libertad– se incluye la muerte, quizá, como el más inquietante. La complejidad de un asunto tan abstracto impulsa una diversidad de reflexiones y, sin dudas, de preguntas: ¿se trata únicamente de un final, de la ausencia de una presencia, de la nada, de no ser? Cada cultura ha dado forma a una idea que, hasta ahora, solo asegura el misterio absoluto que conlleva. Sin embargo hay quienes arriesgan, en otros sentidos, que la muerte es un tipo de transformación y renacimiento a partir de determinados acontecimientos o experiencias: podemos morir y vivir más de una vez porque aquella metamorfosis también se trata de eso.

Al respecto, Vayamos a conocer la nieve, de la poeta y crítica argentina Lucía De Leone, no es solo una obra atravesada por la tragedia familiar, por vivencias y posibilidades en un país cautivo de altibajos. Es además un modo de leer los pliegues espacio-temporales de las distintas versiones de una intimidad, desde un ahora nunca idéntico ni definitivo. A lo largo de treinta poemas, y mediante la construcción de un yo lírico de versos libres, De Leone revisa placeres y traumas, pérdidas y permanencias entre los cambios inevitables que arrojan vidas distintas al interior de una misma existencia.

Asimismo, la presencia y la memoria de las cosas activa mecanismos de producción de sentido sobre lugares y épocas, profundamente ligados al devenir de una mujer que se observa a partir de restos y acumulaciones. “El árbol de Navidad/ cumple penitencia en el rincón/ casi marzo y sigue intacto”, dice en el segundo poema, luego de la sentencia maternal desestabilizadora de la página anterior. “Sacar las bolas, las guirnaldas,/ las luces, la estrella del pico/ es deshacer la trama”. Son los objetos los que también se inscriben en el montaje de instantes y toman fuerza para definir la narración de una experiencia. “Esos libros/ que me regalaste/ se alinean/ entre los preferidos/ de mi biblioteca./ ¡Una locura cómo arman su propio lenguaje! (...)/ Eso es mi infancia/ apurada por terminar”.

La voz poética, como destellos que alumbran significantes y estéticas cotidianas de una vida de clase media, es la misma que ilumina algunos momentos de la historia argentina, mediante la figuración de una niña y su próxima adultez. Los años de la dictadura y el silencio, la recuperación de la democracia y la necesidad de saber, radicales y peronistas como grieta política, por ejemplo, son temas apenas sugeridos pero tangibles como ruinas que allí están, vigentes para hablar. En suma, ir a “conocer la nieve” quizá sea leer –como dice De Leone– “el mundo de costado” y, a la vez, una manera de generar ese desfase que mencionaba el italiano Giorgio Agamben para entendernos contemporáneos: ser inactuales de nuestro propio tiempo para comprender mejor qué vemos hoy de todo esto y aquello.

 

Vayamos a conocer la nieve

Autora: Lucía De Leone

Género: poesía

Otras obras de la autora: Mujeres faro. 40 mujeres luminosas de toda América

Editorial: Caleta Olivia, $ 15.000